LESTER
—Creo que este funcionará —Douglas regresa a su habitación con el cabello hacia atrás, un poco mojado, como si se hubiera lavado la cara—. He visto que se lo aplican a los gemelos, se golpean todo el tiempo.
Saca una pomada blanca y frente al espejo de la puerta de su armario se lo aplica poco a poco. Se ha quitado la camisa también y ahora lleva una negra larga y ancha, un poco gastada. Parece que es la que usa para dormir, el cuello se ha estirado y puedo ver parte su hombro.
—Déjame ver —pido.
Él se acerca y se sienta al lado de mí, en su cama. Se ha aplicado la pomada en las áreas rojas pero le faltó en algunas partes. —Espero funcione.
—Te falta un poco —señalo los puntos—. Por ahí.
Intenta aplicarse correctamente pero no acierta. Extiendo la palma abierta y acerco mi mano — ¿Te ayudo?
La deja lentamente, yo tomo suficiente pomada con mi dedo índice y con el pulgar elevo su mentón.
No puedo creer lo que Seth le ha hecho, estos golpes fueron realmente duros y cuando estaba llegando vi que lo pateó y luego se lanzó para golpearlo más.
Cuando vi esa escena sentí tanto enojo dentro de mí que me acerqué y empujé con fuerza a Seth, sin importarme que luego me golpeara a mí. No podía seguir viendo eso, no iba a permitir que lo lastimaran más.
Douglas tiene la piel suave, sin marcas antiguas de acné como yo. Sus labios están un secos y algo inflamados, sus ojos están cansados y las mejillas rojas pero aun así, sigue teniendo esa apariencia de chico “misterioso” y quizás, de algo más. De un chico diferente al resto.
—Te queda bien con tu apariencia —hablo en voz baja—. Solo los tipos duros se meten en peleas.
Sonríe a medias. —solo los idiotas lo hacen, yo ni estoy seguro como se empuñan los dedos para no lastimarte.
—Yo tampoco —bajo mi mano y cierro la pomada, la dejo a un lado, sobre su mesa de noche—. Quizás deberíamos aprender a pelear, no sé, uno de nosotros tiene que saber.
—No es lo mío —afirma—. No me gusta la violencia y lo evito tanto como puedo pero, no sé, estaba enojado. Quería hacer algo, solo… desquitarme de alguna manera y Seth lo merecía.
— ¿Por qué estabas enojado? —apoyo mi mano sobre su colchón.
Baja los ojos al suelo. —No sé, a veces así pasa, me enojo conmigo.
De nuevo tiene esa expresión en su rostro, una que pareciera como de frustración. No sé porque no quiero verlo así, no me gusta que se sienta de esa manera.
—Um, podríamos pelearnos entre nosotros así justificamos tus golpes —bromeo—. Sé como derrotarte, Douglas Cold.
—Cold —se rasca la rodilla—. Qué tontería, son tan creativos —dice sarcásticamente—. Pero entonces, ¿Cómo vas a derrotarme?
Acerco mi mano a su costado y sus ojos se abren. —No Lester, ahora no.
Suelto una risa corta. —Vaya, es fácil vencerte.
Me mira entornando sus ojos. —Ya me voy mejor.
—No —le pido—. Bueno, si ya quieres descansar está bien pero, solo, um…
— ¿Quieres que hablemos como lo hacemos por mensajes? —Se inclina hacia mí y yo afirmo con un movimiento de cabeza—. Claro, solo pásame una almohada.
Tomo una y se la entrego, él se acuesta sobre la cama acomodando la almohada debajo de su cabeza. Tomo la que sobra y la coloco como él, me recuesto a su lado viendo el techo.
— ¿Te duele mucho? —pregunto.
—Está bien —responde—. Una vez Marie me golpeó con una raqueta de plástico, fue un accidente pero eso sí dolió.
Sonrío. —Eres buen hermano, los cuidas y te preocupas por ellos.
Escucho que exhala. —Los amo, a los tres. No sé si es por la diferencia de edad pero son mis bebés, incluso Ty, sigue siendo un bebé para mí.
Le doy una mirada de reojo. —Eres dulce.
—Dulce —resopla—. ¿Cómo van las cosas con Tania? Ya habla más contigo, ¿no?
—Sí —respondo—. Me habla más y me invitó a una presentación, ella baila Vals —contesto con una sonrisa en mis labios.
—Oh —se acomoda—. Eso es genial, me alegra que sea así.
— ¿Sabes? —Trago saliva—. No sé porque nos distanciamos, yo sé que está creciendo y que ya no somos niños para jugar en el jardín y todas esas cosas pero extraño ser su hermano mayor, extraño solo hablar con ella —lamo mis labios—. Pero las cosas no son fáciles en mi familia.
— ¿Por qué? —pregunta.
Esto es algo que nunca digo, mayormente porque no tengo a quien confesarle este tipo de cosas pero también porque es algo que no quiero que nadie sepa.
Sé que muchas personas conocen a mis padres y pueden asumir que no son el matrimonio perfecto pero no creo que nadie sepa cuan rotos estamos realmente como familia.
—Mi padre es complicado —confieso—. Él es muy… —intento pensar en la palabra adecuada—, diferente a como soy yo. Papá es de ese tipo de personas que hacen comentarios ofensivos todo el tiempo y no sé, cada vez que está cerca todo se siente muy incómodo.
— ¿Te ofende a ti? —pregunta preocupado.
Coloco mis manos sobre mi estómago. —Bueno, supongo que sí, en realidad… sí. Lo ha hecho, muchas veces pero no creo que se dé cuenta de lo dañinos que son sus comentarios, a veces me habla de una forma que no me gusta, yo…
— ¿Cómo? —gira su rostro, puedo sentir sus ojos sobre mi cara.
Aclaro mi garganta. —Mira, él siempre habla de cómo debería solo, um, acostarme con una chica y no casarme o tener un compromiso —claro, usó otras palabras—. También suele ser ofensivo sobre mi cuerpo, que tengo que hacer ejercicio o no pareceré un hombre de verdad.
— ¿Qué? —suelta, indignado—. Lester, ¿Qué más te dice?
Muerdo mi labio inferior. —Pues eso, cosas como que… —ni siquiera puedo verlo a los ojos, me concentro en el techo de su habitación—, bueno, cuando era más pequeño me dijo que no abrazara a mamá o a mi hermana mucho, que no…
Hago una pausa, es vergonzoso reconocer que situaciones como esas pasen en tu vida pero Douglas me escucha con atención y eso, de alguna manera, facilita que mi corazón se desahogue con él.
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Editado: 15.06.2023