Evidentemente planeaba ya muchas cosas por hacer, ustedes no lo saben (o quizá sí) pero mientras más lo haces, más experto te vuelves, perfeccione mi técnica, jugaba con la mente pensando esto o aquello. Mi segundo acto llego el 14 de diciembre, si antes de la fecha que me marcó, pero fue así porque tenía pensado que no solo sería una vez, tendría más, necesitaba más porque pensaba en todo lo que iba a hacer y me causaba excitación.
Compré más cosas, era menester tener un cuchillo súper afilado, una pistola nueva para que cuando la policía viera los disparos no encajasen con el homicidio del año anterior así que lo hice, compre una Heckler & Koch y me puse a leer varias historias de asesinos seriales para ver como cometían sus delitos para que así me retroalimentara y tener una perspectiva más amplia de que hacer. Viaje en el Tsuru aproximadamente 25 km hasta llegar a un lugar llamado Atlas, ahí me hospede en un pequeño hotel de paso barato donde la habitación era pequeña, y estaba muy descuidado todo, cosa que me dio lo mismo, al fin y al cabo, no me quedaría mucho nadie sospecharía de un tipo bien vestido que iba a ver un negocio de bienes raíces.
Llegó el 15 de diciembre y me dispuse a salir a buscar a mis víctimas. Fue un poco difícil encontrarlos, pero al final pude dar con ellos. Padre, madre e hija. La niña era rubia de grandes ojos azules y tenía unos 7 años, los padres jóvenes de entre 25 a 28 años se veían llenos de energía. Siguiendo el mismo "modus operandi" de la ocasión anterior, mantenía la distancia mientras los seguía de forma prudente hasta que llegaron a una casa de 2 pisos rustica con toda la orilla llena de luces navideñas. En el marco de la ventana colgaban luces en forma de copo de nieve y en la entrada estaba un Santa Claus muy sonriente que decía "Bienvenidos" en la puerta de madera, la casa estaba dentro de una "privada" (lo pongo entre comillas puesto que no había seguridad alguna)
En la noche llegué al lugar; en esta ocasión dispuse de un machete, pistola y una soga. Me puse los guantes, el pasamontaña y procedí a instalarme, aunque esta vez fue más complicado, había aprendido a forzar todo tipo de cerraduras con una ganzúa, me tomo mucho tiempo (5 meses más o menos) hasta que lo pude perfeccionar hasta casi ser llamado un experto y podía hacerlo en menos de 2 o 1 minuto y así fue como pude entrar.
Forcé la cerradura y al entrar me recibió una sala muy elegante tenía una mesa de vidrio con las sillas de madera con el respaldo y el asiento de terciopelo rojo, había un pequeño Santa Claus como centro de mesa con carpetas navideñas en forma de noche buena, una lámpara colgaba frente a una vitrina repleta de copas, muñecas de porcelana, vinos, fotos familiares y en el contorno del mueble habían luces de color blanco de esas típicas navideñas que encuentras en cualquier mercado dándole un toque bonito y sofisticado a la decoración. Justo al lado el famoso árbol de navidad adornado con esferas de colores brillantes unas vías de tren rodeaban el tronco y abajo del árbol un nacimiento con pasto real, figuritas de animales le daban vida y el pequeño percebe hasta el rincón.
Del otro lado estaba la cocina los muebles de madera pintados de color rojo y a pesar de la penumbra del lugar se veían en el refrigerador imanes de la época como caras de santa o una estrella de belén.
Justo enfrente de la cocina estaban las escaleras que conducían a las habitaciones, subí siempre con el máximo cuidado de no hacer ruido y de frente al final del pasillo había una puerta blanca, la abrí y me percaté qué era la habitación de la pequeña. Entré con cautela. Ella dormía con un peluche de conejo tapando la mitad de su rostro y el pelo rubio caía sobre él.
Estaba tan bonita, su piel muy blanca, suave, un rostro sin imperfecciones, un impulso eléctrico me llegó al corazón, y me gustó lo que ella despertó. Justo cuando abrió sus ojos de golpe, le tapé la boca con la mano y le dije susurrando al oído:
- Tranquila pequeña no te va a pasar nada, no te haré daño tan solo vamos a divertirnos...
Ella pataleaba, yo le apretaba más la boca, sentí un líquido caliente que me humedecía los guantes, sin poder controlar mis movimientos le propiné un puñetazo con la mano que quedaba libre lo cual provocó que ella cayera noqueada en la cama. Al verla tan inocente, tan linda, tan llena de vida y hermosa, el impulso que sentía se intensifico. Comencé a tocarle las mejillas con el pulgar, después puse mi frente sobre la suya, por encima del pasamontaña le di un pequeño beso en los labios, mi corazón latió y me pedía a gritos más.
Experimentaba una intensidad nunca vivida por nadie, ahí la tenía en la cama sin poder moverse totalmente inmóvil, no pude aguantar más necesitaba de ella así que la hice mía, aquella niña de 7 años se convirtió en toda una mujer, nos fundimos en un calor que me recorría todo el cuerpo, me envolvió un aura vibrante que venía cargada de lujuria, pasión, ternura. Le toqué todo, pero siempre con los guantes para no dejar huellas, esa noche fue la noche más placentera de todas las que vendrían en el futuro. Una vez colmado el acto no quería matarla pues me hizo sentir completo, pero tenía que hacerlo no podía dejarla así y que después hablará así que empuñe la Heckler y antes de disparar susurre al aire:
- Lo siento mucho pequeña - Un disparo certero en la frente hizo estallar sangre salpicando las sábanas, las cortinas y un poco en la pared.
Sentí una punzada en el pecho, pero las cosas estaban hechas ya no había marcha atrás, después avancé hacia la puerta para ir a la habitación de los padres cuando salía del cuarto y caminaba por el pasillo, vi que una puerta se abría, la luz de la luna se colaba por el espacio abierto dejando en la alfombra una línea blanca y una sombra emergía del interior. Rápidamente me metí a una puerta que quedaba a mi derecha, era el baño, detrás de la puerta escuchaba los pasos que se acercaban a mí, fui a la regadera y me escondí detrás de la cortina, la puerta del baño se abrió, afortunadamente no prendió el foco, y con la luz de la luna distinguí una silueta de mujer que se dispuso a hacer sus necesidades, una vez terminó tiro de la taza, se dirigió al lavabo y yo por detrás salí de la cortina llegué a ella y le di un golpe duro con el machete en el cuello provocando que la sangre saliera empapando su espalda. La mujer se dio la vuelta agarrando la herida con una mano, abrió la boca para gritar, pero antes de hacerlo le puse el cañón de la pistola en la boca y le dije:
Editado: 09.12.2024