Dicotómico

Epílogo: Bienvenido a la dicotomía

25 de septiembre de 2015, Dégougou, Burkina Faso.

Querido Michael Claflin, pronto Peacocke,

No sé cómo comenzar a redactar la carta número nueve… Mientras miro tu fotografía, seré poética:

«Las aventuras no cesan y las desventuras tampoco…». Lo admito, la literatura no es lo mío, ¿no? Así que aquí voy, sin perendengues, como te gusta.

A veces jugamos fútbol y otras cocinamos guiso en una estufa improvisada, pues la situación está complicándose. Escasez, desnutrición, enfermedades... Estoy viviendo en condiciones insalubres desde hace dos meses, un grupo guerrillero ha robado las donaciones y suministros con provisiones; asaltaron un camión en camino al refugio. Ese día lloré, llorarías conmigo si vieras lo que yo. Hoy murió el quinto niño en una semana, su nombre era Aalif, tenía 6, ¿comprendes lo que hace la malaria? Y me regaño, no debería comentarte esto, pero es como si una parte de mí estuviera en casa y otra no. Tengo miedo y a la vez fe; algo un tanto estúpido, o lo más cuerdo.

La hermana María reza por un mañana diferente. Y ¿qué tan diferente puede ser el mañana de esta gente? Sí, los niños y las mujeres son quienes más sufren, mas por un instante, cuando me paro frente a ellos y les cuento historias, me siento egoístamente feliz de ser la causa de que sonrían por segundos antes de estrellarse contra la cruda realidad.

¿Recuerdas a Okal? Ya te había escrito sobre ella, es brillante, con un gran futuro si sale de este país. Lee y escribe a la perfección; su dura piedra, matemáticas, ¡y de quién no! Le he prometido llevarla a Australia. ¿Te espeluzna la paternidad? Espero que no, porque piensa que eres guapo e inteligente; como todos a los que les he charlado de ti, de nosotros. Michael, mis alumnos te adoran, aunque yo te adoro más, lo sabes, ¿cierto?

¿Es mucho pedirte que me respondas mediante la telepatía romántica? Es que quiero saber de ti. ¿Cómo has estado? Según Neridah, que me escribió y quien se encarga de llevarte mis epístolas por eso no te envío fotos provocativas, pronto se culmina tu «encarcelamiento». ¿Cuánto que no te beso?, ¿décadas?, ¿siglos?, ¿milenios? Si adivinas, lo próximo que te llegue seré yo…

¿Entiendes lo qué significa? Ayer recibí una propuesta para regresar a Adelaide como embajadora de un proyecto sobre voluntariado gubernamental…

Alístate, arribaré para tu cumpleaños.

Te amo con mi llaneza entera.

Alexia Jaqueline Peacocke.

 

Aquella fue la primera vez que Alexia le dijo que lo amaba textualmente, sin acciones o sobreentendidos, explícito. Aquella fue la primera vez que Michael se arrepintió de no habérselo dicho en el aeropuerto, además de recordarle lo llana que era.

El 15 de noviembre del 2015, a días de abordar el avión, la amenaza de un ataque terrorista a la base en la que Alexia pernoctaba generó disturbios, y durante las traslaciones de emergencia, el pánico se esparció entre los refugiados que despavoridos recogían los campamentos, siendo el desmantelamiento de uno el que apagó su fulgor; una viga de 40 kilos; un golpe sin gracia, una migraña acreciendo, un desmayo…, una hemorragia intracerebral.

Aquella fue la última carta que recibió él. Aquella fue la última carta que firmó ella.

«Nunca sabes cuándo será una despedida».

Quizá fueron la electricidad de los polos opuestos que colisionaron sin darse cuenta de cuán extraños y paranoicos se volvieron sin querer. Las heridas que habitaban en sí, fueron con suerte curadas con los primeros rayos amarillos del verano en que se sintonizaron comunes. Mentía quien afirmaba no creer en la fuerza de un nuevo palpitante despertar. Los entusiastas contagiosos trajeron la renovación y aprendizajes, y ni con rechazos repelieron la aceptación del cambio radical que guardaría varios nombres; alegría o juventud; pero para Michael, únicamente podría ser uno, quien se atrevió a explotar su mejor lado, su monopolio: Alexia.

¿Este era el epígrafe o el epílogo?

No podía ser el primero, porque lo de ellos fue solo un lapso relativo. Tampoco era el final, porque este se compararía con el punto aparte de un texto cualquiera de cualquier escritor vivo: disponible a prorrogarse.

¿Esto era nacer o era morir?

Era sí y no. Era caliente y frío. Era blanco y negro.

Era la dicotomía en un entreacto.

Era el pensamiento dicotómico uniendo dimorfismos filosóficos; que como la depresión y los temores, vino sin antídoto para la convivencia y el autocontrol.

Alexia fue excepcional, bella por fuera, pero incluso más por dentro. Si en la tasa demográfica creciente hubiese eufemismos como ella, este sería el mismo sitio, con la variación de qué rescatar. Michael sufrió su partida, claro que se ahogó en lágrimas noches y días completos, mas ¿ella querría eso?




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