Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 10: El Heredero de Niobio*

Selenio, Metalion

Celine no tuvo la oportunidad de reprocharle a su madre cuando vieron que el primer carruaje se abrió la puerta y salía su padre con una sonrisa victoriosa junto a Scarlett que tenía manchas negras en si cara y parte de su ropa. Quiso correr así ellos cuando observó como un chico se bajaba detrás de ellos y se quedó sin aliento. Aquel chico debía de ser el heredero al ducado de Niobio, nunca se imaginó lo encantador que podía verse. Sus cabellos eran dorados, sus ojos eran de un gris claro, su piel era blanca y su sonrisa era la más hermosa obra de arte que hubiera visto, era mucho más alto que ella.

Al parecer no había sido la única impactada por su belleza pues tanto Tarian como Aheli se le quedaron observando fijamente. Izan volteó a verlas a cada una de ellas, pero sus ojos se quedaron clavados en los de Celine, por más que está intentaba desviar la mirada no podía hacerlo. Fue hasta que unos de sus guardias llamó su atención que pudo desviar su mirada no sin antes regalarle una sonrisa tan deslumbrante a Celine que sólo hizo que se sonrojara.

-Heredero por favor síganos -pidió su padre-. Sus escoltas también puede venir con nosotros.

-Agradezco su hospitalidad hechicero -dijo Izan, con su voz suave pero firme-. Mis guardias también se lo agradecen.

Scarlett se había adelantado a ellos y había llegado a ellas antes. Tenía la cara irritada, al verla Aheli se preocupó por ella.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó angustiada.

-Nos encontramos con unos nixers que estaban deambulando por los bosques -contestó Scarlett-. Nada que no pudimos manejar.

- ¿Por qué tardaron tanto en bajar? -preguntó su madre-.

-El heredero había pedido unos minutos para poder recuperarse -respondió irritada-. Le insistimos que adentro del templo teníamos hechiceros muy buenos en el arte de la curación, pero insistió en que fuera su gente que lo curara.

-Entonces no es tan bueno como decían -comentó Aheli decepcionada-.

-Todo lo contrario, es muy bueno en pelea tiene un estilo único de combate -admiró Scarlett-. Lamentablemente no puedo decir eso de sus guardias, se lastimó su hombro por salvar a uno de ellos -Scarlett se escuchaba sorprendida y eso era mucho que decir de su hermana pues había pocas cosas que podían sorprenderla-. Nunca había visto que un heredero se arriesgara por su gente… es impresionante.

Siguió mirando a Izan que estaba hablando con su padre, sintió como algo en su corazón daba un brinco. Unas vez que llegaron hasta ellas Izan les hizo una reverencia al igual que todas ellas le hicieron una reverencia a él.

-Déjeme presentarle a mi familia; ella es mi esposa Anastasia Selenix -comenzó a presentar.

Señaló a su madre y está le hizo una reverencia.

-Es un gusto tenerlo en Selenio heredero -hablo cortésmente, este tomó su mano y le hizo una reverencia-. Espero que sea de agrado su visita.

-Gracias hechicera mayor.

-Ella es mi hija mayor y la sucesora a hechicera real -continuó-. Aheli Selenix.

Esta le hizo una reverencia y le miró fijamente como si tratará de descifrarlo. Su padre la miro tratando de que dijera algo, pero está sólo desvió la mirada.

-Bueno ya conoces a mi querida Scarlett Selenix.

-Es un placer conocerlo heredero -le respondió, le hizo una reverencia.

-Ella es mi tercera hija Tarian Selenix.

Tarian le tendió la mano y este le planto un beso en la palma de su mano haciendo que su hermana sonriera encantadoramente.

-Espero que su estancia sea larga heredero hace mucho tiempo que no tenemos una visita tan encantadora.

Aheli le lanzó una mirada molesta, pero eso lo hizo que su hermana sonriera aún más.

-Seguramente Tarian el heredero tiene muchas cosas que hacer -comentó-. No podemos quitarle su valioso tiempo.

-Descuide heredera tengo mi tiempo bien administrado.

Su padre trató de conservar la calma, miro a Celine con súplica para que tratará de comportarse.

-Y ella es mi hija menor Celine Selenix.

Izan se acercó enfrente de ella, Celine le hizo una reverencia al igual que este. Había algo en sus ojos que no podía dejar de mirar y eso le intrigaba.

-Es muy callada ¿No?

-Simplemente no se me apetece hablar con usted.

Izan se llevó una mano al pecho haciéndose el ofendido, pero con una sonrisa divertida en su rostro que no podía ocultar.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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