Texas, Estados Unidos
Henry y Regina miraron hacia todas las direcciones provenientes de los árboles, buscando de dónde vendría el primer ataque. De repente el ruido se detuvo, entonces supieron que estaban sobre ellos. Con temor miraron los árboles que los rodeaban, en cada uno de ellos se encontraban los nixers trepados en las ramas. Les sonrieron de manera macabra. Estaban rodeados y no tenían escapatoria más que pelear contra ellos.
-Mierda.
Henry como instinto puso a Regina detrás de él, tratando de mantenerla a salvo, aun si ella no quería aceptar su destino la protegería, pues para eso había sido entrenado toda su vida. Regina veía como aquel chico que antes la había insultado de manera fría ahora estaba dispuesto a morir por ella, se sintió mal por él, ni siquiera había nacido y ya había provocado demasiada muerte. Los nixers los rodearon en un círculo dejándolos completamente encerrados, sabiendo que Henry no sería lo suficientemente fuerte para pelear con ellos y al mismo tiempo proteger a Regina. El primer nixer se acercó a Regina para atacarla, pero antes que logrará golpearla, Henry se interpuso en su camino acuchillándolo en el estómago con su espada, observó como una bilis negra brotaba de su boca y lo arrojo lejos de ella.
Otros se quedaron quietos estudiando los movimientos de Henry. Al segundo nixer que trató de acercarse a Regina, Henry le lanzo su daga a la cabeza matándolo de inmediato, el tercero trato de golpearlo, pero Henry aún más rápido que el nixer, logro encajarle su daga en su vientre al mismo tiempo que lanzaba otra daga a un nixer en la cabeza. Sólo basto con estirar su mano para que la daga volviera a él, la lanzó una vez más, pero esta vez mató a unos cinco nixers que se encontraban en una fila tomando varias curvas la daga para poder atravesar su cabeza, es como si Henry pudiera manejar las dagas a su antojo. Un nixer se acercó para ayudar a su compañero y este le lanzo su cuerpo muerto inmutándolo, mientras Regina estaba paralizada del miedo.
-Si queremos vencerlos tenemos que trabajar juntos -propuso Henry, acertándole una patada al nixer que se acercó a ellos, tuvo que aguantar el dolor que sintió-. No puedes dejar que te gane el miedo -la sacudió sacándola de su trance-. Haz lo que te pida.
Asintió temerosa.
-Necesito que vuelvas hacer lo mismo que hiciste en la calle.
-Pero eso provocó que atrajéramos a estos.
-Necesitamos tiempo para escapar.
Henry lanzó las dagas en las direcciones de los nixers, pero estos esquivaban con más facilidad las dagas. Los estaba distrayendo para que no centrarán su atención en ella. Regina no sabía cómo hacerlo, toco su relicario tratando de emitir la misma luz que la vez anterior, pero por más que lo intentaba no podía. Unos seis nixers se abalanzaron contra Henry, este apenas podía esquivarlos no sin recibir arañazos de su parte, no sabía cuánto tiempo iba aguantar así.
Sintió preocupación por él, estaba tratando de defenderla a costa de su vida sin querer recibir algo a cambio, quería ayudarlo, pero no sabía cómo. Entonces sintió como el relicario comenzó a emitir una luz blanca que iluminó todo el bosque, escuchando el grito desgarrador de los nixers al sentir la brillante luz sobre ellos. Cuando la luz se esfumó no quedaban más que Henry y ella, los nixers habían desaparecido, Henry se tiró al suelo agotador con bilis negra en todo a su ropa y parte de la cara.
-Pudiste haber hecho eso… hace media hora -susurro cansado.
Regina se tiró a un lado suyo sintiendo como su corazón se había acelerado y sus energías se habían desplomado, utilizar el relicario la había dejado exhausta.
-Tal vez porque no sabía que podía hacer eso.
Henry la miro por unos minutos, sus cabellos rubios estaban mojados del sudor, sus ojos bronces luchaban para no cerrarse y quedarse en el suave pasto dormida, lucía realmente pacífica en ese momento que era capaz de pasarle aquella tranquilidad a él.
-Será mejor que nos vayamos.
La tomó de la mano desapareciendo de aquella cabaña en medio del bosque para regresar nuevamente a la ciudad.
Poco a poco fue recobrando la conciencia, no sabía cuánto tiempo había estado desmayada, pero imaginaba que había sido un buen tiempo y ahora sus padres debían de estar preocupada por ella. Inmediatamente se llevó a la mano a su relicario sintiéndose aliviada al sentir sobre su pecho descansando. De repente los recuerdos comenzaron azotar a su mente: como una criatura oscura la había atacado y ella lo había pulverizado con un rayo de luz que salió de su mano y como en el camino se encontró aquel chico de mirada sería con unos hermosos ojos ámbar que no podía dejar de mirar.
Editado: 26.04.2020