Quererte siempre ha sido como un rosal. Tus espinas me han hecho sangrar, pero aun así me aferraba a ti por los suaves pétalos de los momentos de felicidad.
Quererte me lastimó de una manera que nunca esperé, pero valía por cada sonrisa que lograste provocar en mí.
Quererte ha sido un viaje largo y todavía estoy en proceso de superarlo. Y si alguien me pregunta cuánto me falta por hacerlo, les diré que voy a la mitad.