Diez razones para estar contigo.

Capitulo 1.

13 de Agosto.

¿Por qué tienes que ser tan despistada Megan?

Me regañaba mentalmente mientras buscaba como loca una maldita hoja de tareas. Buscaba por todos los rincones de mi habitación desordenada, movía todo de un lado para otro poniendo en peores condiciones mi pequeña cueva.

-¡Maldita hoja sal de donde quiera que estés! –Grite frustrada mientras miraba debajo de mi cama.

-¿¡Megan estas bien!? –Mamá grito desde la cocina.

-¡Si estoy bien! ¡¿Has visto mi hoja de tareas?!-Me incorpore esperando una respuesta.

-¡Cariño está en la mesa del comedor!

Mátenme, solo mátenme y denme un nuevo cerebro.

Baje corriendo las escaleras tratando de no caer y morir. Llegue al comedor y lo primero que vi fue mi hermosa hoja de tareas ahí, esperándome.

-Mami ahorita vengo tengo que sacar copias ¿Ocupas algo? –Avise a mamá asomándome por la puerta de la cocina.

-No cariño está bien, llévate un abrigo está fresco.

Asentí y subí rápido a mi habitación a agarrar el estúpido abrigo, pero no tiene ni caso que me lo ponga porque a fin de cuentas traigo un short para dormir y no pienso cambiarme. Con el abrigo ya puesto y mi celular en mano salgo de casa en camino a la papelería, en todo el transcurso maldigo al profesor de Historia.

Cuando llego no hay tanta gente como de costumbre porque vamos. ¿Quién va a una papelería a las once de la noche? Solamente yo.

Espero a que mis ciento cuarenta y seis copias salgan y muevo el pie de manera nerviosa. Maldito profesor de historia, maldita Rachel, pero yo siempre estoy ahí de estúpida, soy como un maldito imán de trabajos extra.

Varios mechones de cabello salen de mi chongo improvisado, provocando que caigan en mi cara.

Ni un chongo te puedes hacer bien.

Un pequeño pitido, más bien, el sonido de mi salvación, avisa que ya terminaron de imprimirse las estúpidas hojas. Las junto todas y le doy el dinero a Steve, el encargado, dándole las gracias me doy la vuelta y comienzo a contar las hojas.

Mi mala suerte se hace presente y cuando voy saliendo de la papelería cuando un idiota choca contra mi provocando que todas mis copias salgan volando por sin ningún lado. Maldigo mil veces internamente quedándome estática viendo al chico que tengo frente a mí.

-Fíjate por donde caminas.-Siseó él chico.

No acabas de decir eso Fortachón

-¿Disculpa?

-Disculpada, con permiso.-Pasa a un lado mío sin siquiera ayudarme a recoger una hoja.

Demonios.

Comienzo a juntar todas las hojas que están en el suelo a regañadientes.

Cuando termino salgo echando humos de la papelería, checando las hojas para ver si no hay ninguna manchada o arrugada.

Ese chico acaba de amargar mi linda noche.

Dejando de preocuparme por el chico estúpidamente arrogante que me acabo de topar siento vibrar mi celular en el bolsillo de mi chaqueta y enseguida reviso el mensaje que me mandaron.

 

Cecy.

¡No olvides las copias de historia representante!

 

Yo.

Gracias por recordarme a las once, tienes suerte de que Steve sea tan bueno conmigo y cierre su papelería más tarde.

 

 

 

 

Cecy.

¿Suerte yo? Tú eres la de la suerte idiota, sigo sin entender como sacas tan buenas calificaciones cuando eres tan despistada. Mi perro es más listo en algunas cosas más que tú.

 

Yo.

De perdido no saco un tres de diez en los exámenes, tu hasta en la primaria reprobabas educación física no estás en posición de decirme cosas.

 

Cecy.

Estábamos hablando de ti, no cambies de tema. Ahora que recuerdo, ¿Cuándo saldrás con Steve de una vez por todas?

 

Yo.

Steve y yo no tenemos nada tonta, es uno de mis mejores amigos como tú. Gracias por mencionar a Steve porque de seguro iba a terminar por olvidar algo…

 

Cecy.

¿Olvidar que?

No me dejes en visto perra.

¡Megan!

 

Apago mi celular y lo meto al bolsillo para seguir caminando a casa. Cecy es mi amiga de la infancia, la conozco de toda la vida. Es la única chica en la que confió completamente. No suelo ser muy amistosa con las chicas por lo que se puede decir que mi única amiga mujer es Cecy. Enserio era muy difícil tener amigas mujeres, por lo que la mayoría del tiempo estoy rodeada de hombres.

 

Me estaba muriendo de frio así que comencé a caminar más rápido para poder llegar a mi bella cama y dormir como un tronco.

-¡Ya llegue!-Dije gritando cuando abrí la puerta de la casa, mamá no contesto así que fui a verla a la cocina, estaba viendo su celular con cara preocupada.- ¿Mamá?




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