Tenía una noche aburrida, en medio de una semana aburrida, dentro de un mes que daba bostezos. Estaba a punto de volverme a casa, cuando lo vi. Esos hombros, esa manera de caminar, esa mirada al frente, un poco elevada por encima del resto. Allí estaba, mi salvación. Salí del bar y fingí chocarme con él. Puse todo mi encanto de sirena en que me llevara a su casa. Y lo logré, tuve mi cena. Los hombres de este pueblo son deliciosos.
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Editado: 14.10.2022