Difícil de admitir

36. "Fuertes declaraciones"

Si la dulzura que irradia ese hombre se compara con toda el azúcar en el mundo, de seguro le queda chico. Sonrío como una boba de solo oír cada travesura o cumplido que nunca deja de sorprenderme. Mi cabeza siempre ha sido un enredo de cosas, pero ahora parece que un huracán hizo de las suyas porque encuentro todo desordenado dentro de mí.

—Te ves hermosa perdida en la nada —Arrugué un poco las cejas y lo vi sorprendida—. Aunque, debo decirte que el engreído de tu hermano, nos espera.

—Ya ni siquiera me dejas pensar —Solté un soplido fingido.

—Mientras me cuentes que piensas, te dejaré pensar cada rato.

Negué para mí misma, simplemente queriendo tratar de comprenderlo. En ningún momento nunca deja de ser encantador.

—Jhon, nos espera.

Asentí, comprendiendo ese sutil mensaje de Jhon.

—Vamos.

Salimos del edificio y nos encontramos con Jhon tomando bebida a plena luz de día. Sonreí al verlo y él me ofreció un trago.

—No, gracias.

—¿Estás a dieta? —Preguntó de la nada que arrugué mi entrecejo.

—Cuando los elefantes vuelen y tú tengas algo formal, será el día en que esté a dieta.

Ambos rieron al unísono.

—Alison sabe que volveré a estudiar —De pronto Ethan volvió hablar el mismo tema.

Jhon dejó de carcajearse y su sonrisa se esfumó.

—Pensé que solo era una broma —Comentó claramente sorprendido— Cuando bebíamos creí que era el efecto del alcohol.

—Me voy en tres semanas, Jhon.

Bajé la mirada y mi subconsciente solo daba cuenta regresiva. Sería imposible creer que le desearé un feliz viaje en menos de un mes.

—No estén triste, volveré en dos años que pasaran rápido...

—Eso es lo que espero —Confesé interrumpiéndolo.

—Yo también —Levanté la vista y Ethan ladeó su cabeza.

—No te entristezca, Ali. Ethan volverá —Mi hermano trató de animarme y luego entrecerró sus ojos—. ¿No olvidas algo?

—Yo... —Traté de memorizar.

—Tu amiga, querida hermana.

Esta vez la que se cruzó de brazos fui yo.

—¿Tienes algún interés en ella?

—Tal vez —Dijo sin tapujos.

Me coloqué a reír. No me imagino que pensará mi amiga al escuchar a Jhon.

—Sigo pensando que eres un cerdo —Abrí la puerta del auto para subir—. Yo les daré la dirección... ¿Quién manejará?

Se miraron en entre sí.

—¡Yo no! —Gritaron al unísono.

—¡Maduren quieren! Solo decídanse con la piedra, papel y tijera, vámonos. Ella debe estar esperándome —Rodando los ojos ingresé al auto.

Poco tiempo después mi hermano tomó el volante todo molesto. No paraba de decir un montón de groserías por el atochamiento de las calles.

—¡Eres como una vieja suelta, Jhon! —Exclame riendo.

—No tengo la culpa de que el sistema sea una mierda y tu carcacha no ayuda de mucho —Espetó violento—. Además, ese sinvergüenza tendría que manejar.

—Perdiste, acéptalo —Ethan se defiende.

Miré el lugar por el cual que transitábamos ¡Rayos! Se estaba alejando.

—¡Es aquí! —Le grité a Jhon.

De pronto pega un frenado y los autos de atrás comienzas a tocar el claxon. Se estacionó frente a ese edifico moderno y todo el mundo dejó de gritar.

—¡No era necesario gritar, Alison! ¡¿Quieres que choque?! —Jhon espetó furioso.

—Lo siento —Miré por el parabrisas buscándola con la mirada. Justo al frente de aquel edificio estaba sentada con un abrigo y botas—. ¡Es ella!

—¿Quién? —Jhon preguntó curioso.

—Ella —Indiqué a Anabeth con mi dedo.

—¡Oh! Vaya, es una preciosura —Se voleó sorprendido y ansioso a la misma vez—. ¿Cómo se llama?

—¡Agh! ¿Qué te interesa Jhon? —Le recriminé.

—Mucho, hermana.

Salí de auto con prisa y apenas pisé el pavimento, me acerqué sigilosamente a mi amiga.

—¡Bu! —Ella dio un brinco.

Reí a carcajadas y ella volteó.

—Casi me mandas al otro lado —Ella expresó exaltada y llevó una mano a su corazón.

—Te extrañé —Hice un mimo y nos abrazamos fuertemente.

—Yo igual —Nos separamos y di un gran suspiro.

—¿Nos vamos? —Pregunté al instante, pero la detuve antes de que nos subiéramos al auto—. Te soy sincera: contraté a ese par para que me trajera, pero uno te colocará un poco incomoda con sus preguntas...es digamos un poco...

—Mujeriego —Me interrumpe.

—¿Cómo lo supiste? —Pregunté impresionada.

—Instinto. Descuida sé la mejor técnica para persuadirlo —Confiesa lo que me resulta fantástico.

—Entonces, no hay de qué preocuparnos —Ambas sonreímos e ingresamos al auto.

Hubo un silencio incomodo ya dentro. Los chicos voltearon hacia atrás y me vieron fijamente.

—Bien, lo haré yo —Subí las manos—. Anabeth, te presento al servicio que contraté: él que está manejando es mi hermano, Jhon. Hermano, ella es mi amiga Anabeth.

Los ojos de mi misma sangre se fueron fijamente a los de Anabeth y por un momento juraría que se quedó embobado viéndola.

—Es un gusto, Anabeth —Suena su voz seductora.

Él chico tiene los suyo. Solo una leve sonrisa, mostrando sus aperlados dientes la hizo sonrojar... ¡Un momento! Lo hizo. Mi hermano sí que tiene habilidades para el encanto.

—El gusto es mío —Anabeth le devolvió el saludo.

Verlos tan melosos, se convirtió en un momento incómodo para mí así que carraspeé.

—Y el chico copiloto es el de la moto Ethan, Ethan es Anabeth...

—¡Él es tu novio! —Interrumpió.

Mis mejillas no lograron estar más rojas de lo que están ahora. Perpleja no supe cómo reaccionar, ni siquiera las palabras me eran fáciles de pronunciar. Dirigí mi vista y Ethan para variar me guiñó un ojo.

—¡Un momento! Ustedes desde cuan...

—Soy Ethan. Un gusto, Anabeth —Ethan interrumpió a Jhon.

—El mío, Ethan...

—Bueno es hora de irnos —Jhon los interrumpió cuando quisieron estrechar las manos.



#2808 en Novela romántica
#687 en Novela contemporánea

En el texto hay: juvenil, romance, amor

Editado: 28.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.