RHETT
Probablemente si me hubieran dicho hace alrededor de un mes que la dulce llegando a extremos de estupidez Gravity Hendrix, me despertaría apuntando el jodido cañón de un arma contra mí, lo habría etiquetado de lunático. También está el tema de yo siendo su niñera las veinticuatro horas del día. Está claro que llegado a este punto hasta lo más inimaginable es posible.
— Tu falta de asombro me ofende— expone Gravity, seria e impasible sin rastro de lo que alguna vez fue.
Mantiene una expresión fría y sin vida. Nunca he visto unos ojos tan vacíos salvo cuando veo mi propio reflejo. No lo voy a negar Gravity despierta cierto interés en mi.
Es exquisitamente hechizante.
— Estoy más fascinado por cómo te las has ingeniado para salir de la habitación en la que te he encerrado— respondo sin dejar de deleitarme con el espectáculo que me está ofreciendo.
Es extremadamente innovador las nuevas emociones que causa en mi. Sin dejar de ser peligroso, claramente.
— Para sorpresa la mía no crees— alega ella torciendo su boca en una mueca visible sin dejar de apuntar con furia retenida el arma—, despertarse en una habitación ajena, amarrada y encerrada— numera una a una, las cosas que le he hecho desde que la he sacado del club hasta traerla aquí, en contra de su voluntad.
Culpa mía.
— Supongo que el mérito es mío— digo alzando una de las esquinas de mis labios en una media sonrisa— Aunque eso no explica cómo te has escapado— agrego esperando que Gravity aclare mis dudas, estoy seguro que la ate y encerré bien.
Sin respuesta.
— Yo tengo el arma por ende yo soy la que hace las preguntas, no te pases de listo— contesta sin humor.
Mi vista recae en sus manos, las mismas manos que están apuntando una pistola contra mí y que podría utilizar en cualquier momento para volarme la tapa de los sesos. Y aunque su agarre no sea débil prefiero no arriesgarme a que me dispare por accidente, aprecio demasiado mi vida como para morir de esta forma tan patética.
— Algunas tareas requieren métodos drásticos— alzo de nuevo la mirada hacia su cara.
Sus ojos se oscurecen hasta tal punto que puedo ver la tormenta del mar en ellos.
— Deshacerse de mi por ejemplo— añade ella y tiene razón, aunque es algo que muy a mi pesar tendré que dejar para más adelante.
En respuesta hago un gesto y muevo el dedo índice en negación.
— Hubiera sido un trabajo que hubiera disfrutado, pero no. El enfermo de tu padre te quiere lejos del peligro— y por desgracia yo soy el medio para que se lleve a cabo.
Eso parece desconcertarla. Puedo leerlo en sus expresiones, a estas alturas Gravity ya duda del afecto y el amor de su padre por ella. No es que Deuce se haya molestado en cambiar en ese aspecto, ha sido así durante los últimos veintiún años con ella, aunque esta última semana ha sido letal. No ha recibido ni una visita de su parte.
Si tan solo fuera un insensible de mierda y no se preocupara por ella de verdad, no lo habría pensado un segundo y la habría matado. Sin embargo al igual que su hija, él disfruta del juego de la interpretación.
— ¿Supongo que no tuviste elección entonces no?— pues claro que no, le debo la vida a Deuce y nada de lo que haga será suficiente para pagarle mi deuda—, incluso tuviste que drogarme— la miro perplejo por esto último y eso parece causarle satisfacción. Pocas cosas son las que me sorprenden, pero no negaré que lo estoy— o lo intentaste al menos— se corrige elevando la voz con escepticismo
Lo siguiente que veo es como se introduce la mano libre en su camisa y saca de ahí un papel. Lo deja en la mesita de noche, donde los números: cero, tres, cero y cero del reloj digital no dejan de parpadear. Su mirada va del papel envuelto a mi, y no hay que ser muy inteligente para entender que quiere que lo abra. Aleja el arma lo suficiente para que yo pueda incorporarme, sin saber que puedo arrebatársela de un movimiento y dejarla inconsciente en el proceso. Sin embargo no lo hago, quiero descubrir cuán lejos está dispuesta a llegar.
— ¿Lo reconoces verdad?— pregunta retóricamente, no necesita mi respuesta para confirmar sus dudas.
Sabe que he sido yo.
Me invita a continuar presionando el arma más cerca de mi carne una vez estoy levantado, abro el papel y veo el medicamento recetado por Prison que ha estado tomándose todas las noches excepto anoche al parecer.
Mal asunto para mi.
— Intercambiaste el contenido de mis cápsulas— me culpa y no me defiendo de sus acusaciones no soy tan gilipollas para negarlo cuando hay pruebas contra mi— Hubiera funcionado sino fuera porque las abro y las diluyo con agua.
Dejo la pastilla y la miro ocultando la evidente sorpresa, en consecuencia Gravity sonríe esbozando una sonrisa diabólica antes de que el colchón se hunda debido a su peso. Pero no se queda allí, luego son sus piernas a cada costado de mi cintura y ella a horcadas sobre mi. No me gusta esto.