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Supe que hice una locura cuando a mi lado se encontraba Vincent, sin camisa, y con una cara digna de fotografiar para subirla a WhatsApp, no sabía que fue lo que hice anoche. Estaba desconcertada, y un poco asustada, lo admito. Puede que aquella noche, en la que dije que quería perder mi virginidad inconsciente, sin saber quién era la persona que lo hizo conmigo, que me hizo "mujer" —aunque en este caso ya lo era, solo necesitaban quitarme la flor, como decía mi padre—, no era verdad. Y mucho menos deseaba que esa persona con la que no sé aún si perdí o no algo preciado para mí, fuera Vincent. Es inconcebible, somos amigos, y pasamos por una devastadora historia de amor de la cual ninguno se ha recuperado todavía. Dios mío, ¿Qué hicimos anoche?
Pasé mis manos por mi cabeza, buscando algún recuerdo de la noche anterior, es tan frustrante, llegaba a pensar que todo era una broma, pero volteaba a ver la cama, y la constante movida de Vincent y sabía que era cierto, que había pasado la noche con él. Mordí mis labios indecisa de todo, busqué mi celular, haber si encontraba algo que me dijera que fue lo que sucedió, sin embargo, no llegué a él por los enormes brazos de Vincent en mi cintura. No sabía si estaba durmiendo, pero no me gustaba que me tocaran en esa parte, porque sabía cual era esa lado esencial en la que sus brazos residían.
—Vincent, ¿estás despierto? —Cerré los ojos al no oír su respuesta, me volteé a ver su rostro, y evidentemente no estaba despierto, solo estaba ronroneando como si fuera un gato. Aparté sus brazos de mí, sintiéndome invadida, aquello era extraño y no tenía sentido. ¿Vincent y yo? Solamente hay que vernos para saber que lo único que hay y habrá es amistad.
—Buenos días, pequeña borracha. ¿Cómo amaneció tu cabeza, sigue en perfectas condiciones, o se está volviendo loca en estos momentos?
—Te puedo asegurar que no está en paz en estos momentos, así que dime, ¿Qué fue lo que sucedió anoche? ¿No hicimos nada malo, o sí? —Observé su mirada buscando alguna respuesta, pero no lo encontré, solo una sonrisa tranquilizadora que no me daba nada de tranquilidad—. Solo dime.
Se quedó callado por unos segundos, sonriendo de forma traviesa como si estuviera a punto de arruinarme la mañana —cosa que estoy dispuesta a apostar de que va a ser así—. La forma en la que se manejaba Vincent era algo que llegaba a molestarme muchas veces, y una de esas ocasiones era esta. No decía nada para torturarme, para hacerme pensar en las peores cosas que pudieron haber sucedido ayer, en esa estúpida fiesta. En parte se me quitaron las ganas de volver a poner un pie en cosas como esas, no soportaba como eran, como la fortuna puede cambiar tanto al ser humano. Es simplemente increíble.
—Tuvimos una sección increíble de sexo en la cama, cada vez que me caía pedías más y más, y eso no es todo, hacías perfectamente las caricias lascivas a mi pene, no pensaba que serías una fiera endemoniada en la cama Luna, un completo placer ser el primero —hizo una reverencia, aun con mi boca abierta se atrevió a tocarme el pelo, mi rostro estaba helado. ¿Yo? ¿Cómo podía? No sé ni porque me sorprendo de su escandalosa risa, es una persona demasiado jocosa como para tomarse en serio algo.
—Pedazo de imbécil, ¡Cómo te atreves a bromear con eso! Eres un descarado, no entiendo ni porqué sigues siendo mi amigo —agarra mis brazos y me llena de besos, cosa que hace que me enfurezca más con él y empiece a forcejear—. Suéltame Vincent, estoy muy molesta contigo. Así que deja de sostenerme que si no te irá muy mal.
—Lo soy, y deberías de acostumbrarte a ello, es parte de mí no la podrás cambiar. Y respecto a lo de ser amigos, somos perfectos juntos, llenamos todos los espacios vacíos del otro, por alguna razón nos compenetramos perfectamente ¿no crees? —Sabía que estaba sonriendo pervertidamente, lo que me hizo hervir la sangre un poco más, por alguna razón—. Preciosa, deja de enojarte conmigo que terminaras vieja y choncha, soy una persona que no podrás comprender por mas que lo intentes, así que disfruta. Disfruta o sino no vale de nada que estés conmigo.
Analicé el lugar por primera vez desde que me desperté, encontrándome en una casa completamente desconocida para mis ojos. Fruncí los labios sin entender, ¿estaba en la casa de Vincent por casualidad? Parece leer la pregunta en mi rostro, y asiente con la cabeza, estaba de lo más relajado. Pareciera como si no le importara el tenerme en su habitación, con nada mas que un vestido lleno de distracciones a la vista masculina. Acto seguido me cubrí con la sabana, sintiéndome incomoda a su lado.
—Este es mi apartamento de soltero, aquí vivo con mi hermana, aunque hay excepciones, todos los fines de semana nos vamos a nuestras respectivas actividades, y no nos vemos hasta las 10 de la noche de cada sábado o domingo en algunas ocasiones —me observa con una sonrisa despectiva—. ¿No crees que es demasiado tarde para cubrirte, cuando ni siquiera e intentado algo moralmente incorrecto contra ti?
—Bueno, digamos que esta situación me tomó por sorpresa. Y al parecer, tu estas de lo más cómodo, aunque claro, es tu casa, yo soy la única intrusa en medio de tu hogar y disfrute dominguero —niega con la cabeza con diversión, mientras yo me quedo analizándolo, es extraño, él era una persona completamente diferente con otras, sin embargo, con las personas que le caían bien, era alguien sumamente descarado, irrespetuoso en ocasiones, y objetivamente perverso.
—Luna, déjame aclararte algo que al parecer desconoces de mí, las personas que entran en mi vida nunca serán intrusas, siempre habrá un lugar y, siempre estaré disponible para ellas, ¿crees que serás posible de recordar algo tan simple, o tengo que demostrarlo para que nunca se te olvide, pequeña borracha? —Me cubrí con una almohada para no sentirme relativamente estúpida frente a él, estaba concentrado mirando la cafetera, pero aun así sentí como sus ojos me decían que todo lo que sé de él no quería creerlo, o simplemente lo ignoraba.