Dile al corazón

Capítulo 9: Buenas noches, Callum.

 

-«El corazón de una persona enamorada latirá más rápido que el de una persona preocupada»-.

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Me quedé parada en frente de la puerta como una tonta, yo presentía que esto sucedería, no me gustaba estar entre la multitud, y aquí habían muchas personas, no obstante, lo que me tenía preocupada era otra cosa y era la salud de Wendy, apenas estábamos empezando la semana pero ya sentía las ganas de abandonar todo e irme a España, para al menos acompañar a Zack, porque sé que no me llevaré una grata sorpresa cuando vaya a Italia, y sé que es un tanto infantil de mi parte —por no decir que demasiado—, pero es lo que siento, y no quiero presionarme demasiado. No más de lo que debería. Suspiré cuando vi que el cielo se oscurecía cada vez más, eran aproximadamente las 8 de la noche y ya tenía unas ganas enormes de irme a mi casa, y no era que me molestara estar aquí, pero quería llegar a mi apartamento y llamar a la Sra. Baldini.

—No te estás divirtiendo —afirmó una voz que conocía perfectamente, no giré, pero me encogí de hombros no queriendo apartarme de mis pensamientos—. Me hubieras dicho que querías ir a tu casa y perfectamente iba contigo, ahora no puedo salir de aquí, mi hermana se la pasa coqueteando con malhechores y no puedo quitarle un ojo de encima.

—Quería huir de las preocupaciones por eso no te pedí que me llevaras a mi casa, pensé que así se me olvidarían los problemas, pero no fue así —agarré un mechón de mi cabello, pensativa—, lo siento por causarte preocupaciones que no te corresponden, yo solo... no quería llegar allí. Indudablemente cogeré el teléfono y llamaré a Zack, y luego me pasaré la noche entera con pensamientos negativos que no podré evitar, simplemente porque no estoy a su lado para prevenir que se endeuden con la tristeza, más bien estarán endeudados con la desesperación y la angustia, y eso es lo que menos quiero —tragué saliva, aquello era lo que quería evitar: sentirme de esta manera—. Está bien, no me mires de esa manera, soy yo y mi sentimentalismo nada más, no te preocupes.

—¿Y con que potestad dices que no me preocupe? No te estás viendo ahora Luna, te ves destrozada —agarra mi mano con cuidado, esperando calmarme con tan solo ese toque—. No sé qué te está sucediendo que de un tiempo para acá estás distraída, ni siquiera estás comiendo como de costumbre, y todo lo que retienes son un par de cosas en tu cabeza, si piensas que no me he dado cuenta de lo afligida que te encuentras es porque piensas que estoy ciego, y no es así, veo más que nunca, y no sé qué hacer con lo que veo, tan solo dime, ¿en qué puedo ayudarte, como hago que sonrías con la alegría de meses atrás? —Le regalo una sonrisa débil, había muchas cosas que necesitaba en este momento, pero sin duda no las tendré, es remotamente imposible. Tomé mi bolso, ignorando por completo aquella pregunta, no tenía una respuesta... en realidad, sí la tenía, pero es bastante obvia. Tan obvia como todo lo que siento lo demuestro con tan solo una expresión.

—No hay nada que puedas hacer con una persona que no acepta que la más simple respuesta es la que más necesita. Nos vemos mañana Gallagher, que pases bonita noche —una última mirada no muy convencida fue lo que recibí de su parte antes de marcharme de allí con un aura de lo más tétrica—. Ahora solo queda afrontar lo que depara, estoy deseando desde el fondo de mi corazón que no haya malas noticias... simplemente déjenme dormir, con el corazón en la mano, pero al menos con esperanza.

Aunque sabía que hoy no dormiría, esperaba que él sí, pero lo sabía, ni Zack ni yo esperábamos estar en buenas condiciones teniendo a Wendy en coma, no, nuestros pensamientos estaban muy ocupados con las posibilidades de la situación de nuestra amiga, creo que me volveré psíquica, este muchacho no puede estar más de acuerdo conmigo. Descolgué el teléfono con preocupación y a la vez con alegría, esperaba su llamada más temprano, pero en la noche tampoco está mal, extinguía mis preocupaciones… o también las incrementaba dada la ocasión.

—A buena hora coges el teléfono Flores, por algo dicen que no debes tener un celular, ni siquiera te dignas a usarlo —bufó con aparente molestia, no sabía porque se encontraba tan molesto, era algo bastante común que no respondiera el teléfono, mi trabajo me lo impedía, y no es como que tampoco viviera apegada a él.

—Creo que lo sabes Zack —chasqueo la lengua con obviedad—, yo no sé cómo conservar un celular y que éste esté siempre en mis bolsillos, no puedo, terminará muerto antes de que alguna persona me llame —expresé divertida ante su reproche de cada ¿semana? No logro recordar cuando fue la última vez que dijo eso, pero aquella frase se me hacía chistosa, porque se suponía que tenía un celular para hacer lo que hoy en día se hace, creo que le llaman socializar entre los mortales adictos, yo simplemente me apego a mis reglas: conocer a las personas de frente, con gestos, expresiones, antes que un aparatico que me robara todo eso.

—Por algo te lo estoy recordando Luna. A veces pienso que lo que tienes por oídos los abandonaste al igual que tu aparato inservible, creo que me tomaré la libertad de crear algo para tu falta de entendimiento, logras fastidiarme hasta cierto grado que ni yo mismo sé cómo lo logras —solté una leve risa que logró ponerlo más irritado de lo que ya estaba, no sabía lo que le sucedía, hoy estaba más ogro que todos los días. Suspira pausadamente—. Esperaba que las cosas hoy salieran bien, pero si vienen varios, no hace falta que venga otro, es inaguantable —farfulló algo que no logré entender de la forma tan enredada que lo había dicho—. En fin, quería decirte que estaré allí pasado mañana, ya no puedo quedarme más aquí, mi jefe me necesita con urgencia, y lo que más detesto es el tener que alejarme de mi familia, mucho más de Susan, pero no puedo evitarlo, necesito conseguir el dinero, y de esta manera no lo estoy consiguiendo, aun cuando estoy trabajando aquí día y noche —su silencio envolvió la línea, no encontraba que decir, estaba segura que tampoco era lo que quería, siempre me interrumpía en lo que decía, odiaba escuchar cosas innecesarias por eso la mayoría del tiempo le parezco un ser vivo muy insoportable, como para mí él era esa clase de persona que me encanta molestar, aparte de ser mi mejor amigo, claro está—. ¿Podrías... dejarme quedarme contigo? No quiero estar solo, aunque estoy considerándolo, tenerte a ti es más difícil que aguantarme a mí mismo, pero sé que me brindarás comida, aparte del hecho de que no me dejarás ahogarme en ningún momento, lo cual agradecería, al igual que el cálido silencio que habitará en la casa, ¿cierto?




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