Dime que te Iras (amor a lo Escoces #2)

Capítulo 8

Estaba tan cansado que salir del auto y subir por el ascensor representaba una tarea ardua de hacer, aun así, mi cuerpo no tenía ni una gota de sueño.

Diablos, necesitaba un masaje urgente en la espalda de lo tenso que estaba pero Hilka lanzaría una almohada contra mi cabeza si la despertase para eso. Y a estas horas, ella debía rondar en el séptimo sueño.

Mitigué un bostezo y caminé hacia la cocina por algo para tomar, la botella de whisky aguardaba por mí en su lugar en la barra pero por un instante, no me apetecía un trago de whisky.

Miré a mi celular, eran las tres de la mañana y aún no tenía ningún mensaje.

Hice una mueca y cambié mi dirección hacia la nevera, un six pack de Coronas aguardaban tranquilamente dentro.

Qué diablos. Agarré una lata y la destapé, esperaba que la cerveza no tuviera fecha de caducidad.

—¿Qué hora es? —la voz somnolienta de Hilka se escuchó a mi espalda y me giré para verla arrastrar sus pies hacia un taburete de la barra

—Las tres, no quería despertarte, vuelve a dormir.

Hilka bostezó y sus ojos negros lucían adormilados hacia mí. Sonreí, se veía linda

—¿Acabas de llegar?

Asentí dándole un sorbo a la cerveza y sus ojos se despejaron

—¿Estas bebiendo cerveza? —su voz salió sorprendida y otra vez asentí—. Pensé que no te gustaba esa marca.

Me apoyé de la encimera y dejé la lata a un lado

—Me gustan todas las marcas

—Nunca pides Coronas —se encogió de hombros— y esas cervezas han estado ahí por tanto tiempo que pensé que eran de decoración. Si mañana amaneces con dolor de estómago, no quiero escucharte quejándote.

Solté una risa y sacudí mi cabeza

—De todas formas me vas a cuidar.

—Por lo menos no agarraste las manzanas, esas sí están apunto de dañarse.

Tomé la cerveza y le volví a dar un sorbo

—¿Por qué no te las comes?

Hilka frunció el ceño

—No me gustan las manzanas.

—A mí tampoco

Ella me señaló con su índice y sonrió

—Ves, otra cosa que tenemos en común. —Ladeó su cabeza y su sonrisa se suavizó— ¿Lograste despejar la mente?

—Sí, me relajé un poco —aunque justo ahora no me sentía en lo absoluto relajado

—Trabajas demasiado Aiden. Deberíamos tomarnos unas vacaciones ¿Que dices? Olvidarnos de todo es justo lo que necesitamos.

Caminé hacia ella y me senté en el taburete de al frente

—Eso suena como una buena idea pero, ¿Sabes que necesito con urgencia ahora?

Hilka rodó los ojos y se echó para atrás conteniendo una sonrisa

—No empieces. Te lo advierto

—Un masaje en la espalda. Vamos, se buena conmigo.

—Sabes cuánto te quiero pero no. Olvídalo. —Sus ojos recorrieron mi pecho y su ceño se frunció un poco observando nuestro alrededor— ¿Dónde está tu chaqueta?

Esa era una muy buena pregunta, miré hacia mi celular y de nuevo, no había ningún mensaje. Alejé el teléfono antes de que yo mismo enviara uno.

No es tu problema, Aiden.

—Se la quedó Fabiola

Hilka parpadeó otra vez y sus ojos se quedaron expectantes en mí.

—¿Fabiola?

—Sí, me la encontré allá. Le enseñé la terraza y ya sabes que ahí hay brisa, así que le di mi chaqueta.

Hilka asintió lentamente.

—¿Y con quien estaba?

Me encogí de hombros y pasé mi mano por mi cabello desordenándolo más de lo que debía estar.

—Un amigo creo, algo así.

No es mi problema. No es mi problema

Me volví a sentir preocupado, quizá debería haberle pedido que me presentara a ese amigo suyo, al menos así, sabría con quién estaba.

—¿Ya tiene amigos? Eso es bueno ¿No? Oye, deberíamos de presentarle a mi primo.

Hice una mueca pero no respondí, ¿Por qué tardaba tanto en llegar a su casa? Y ¿Cómo es que Nancy y Bodric estaban de acuerdo en que saliera con un completo desconocido? Debí haber sido un poco más insistente en que se viniese conmigo.

Miré hacia mi celular otra vez. Ningún mensaje. Ninguna llamada. ¿Y si había pasado algo?

—¿Le gustó Medialuna?

Solté un suspiro y asentí.

—Sí. Me dijo que le encantaría conocer al decorador.

Sus cejas se alzaron y una sonrisa creció en sus labios.

—¿En serio? ¿Y le dijiste que ya lo conocía?

Lamí mis labios y volví a observar mi teléfono

—No. No lo creí necesario. —me removí en el asiento inquieto queriendo cambiar de tema— preguntó por ti también. Creo que le agradas.



#927 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 19.04.2022

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