Antes de que fuese consciente de lo que hacía o de mis pasos, ya estaba completando la distancia de centímetros que nos separaban
¡Centímetros! No miles de kilómetros
— ¡Hermana! — Alicia gritó al reconocerme antes de correr a mi encuentro
Mi madre y mi hermana estaban aquí.
Era tan irreal que las lágrimas se desparramaron sin control, eran lágrimas de alegría, de tristeza, de felicidad y de sorpresa, eran lágrimas que abarcaban desde lo más profundo hasta lo más pequeño, no podía controlarlas, ni pararlas. No quería pararlas
Mi madre lloró en mis brazos y las tres nos fundimos en ese abrazo que esperé por meses, en un abrazo que me recompuso y me unió, que me levantó y me inyectó la energía y la esperanza que tanta falta me hacia dentro. No supe cuando tiempo nos abrazamos, cuanto lloré, cuanto mi cuerpo tembló, nos abrazamos tan fuerte. Mi madre, Alicia, yo.
A veces cuando estabas lejos de tus seres amados no podías ser consciente de lo mucho que los anhelabas hasta que te reencuentras con ellos, hasta que están al frente de ti, junto a ti.
Y con ellas a mi lado yo podía soportarlo todo.
— Están aquí — repetí como una boba
No se suponía que estarían aquí, todavía faltaban semanas para su vuelo.
— No me despedí de mis amigas — Alicia lloriqueó— pero no me importa porque prefiero estar contigo, con mi tía Nancy y con mi primito. Mamá dijo que nos teníamos que venir
Me agaché hasta alcanzar a mi hermana que para sus nueve años era altísima, casi competía por mi estatura
— Estoy tan feliz de que estén aquí ahora. — le llené el rostro de besos salados— pero no entiendo ¿cambiaste tu boleto?
Mi madre abrió su boca y la cerró de nuevo. Se secó las lágrimas con sus palmas
— Se podría decir... — dijo vagamente— cuéntame, ¿cómo está Nancy?, me dijeron que entró en labor de parto
Fruncí el ceño sin entender su explicación y asentí
— La ingresaron hace un tiempo pero han tardado muchísimo — expliqué— tenemos que esperar
Mi madre suspiró, sacudió su cabeza
— Cuando le dije que tenía que esperar a que yo estuviese aquí no me refería a esto.
Lamí mis labios recordando la conversación por teléfono del otro día
—¿Quién te dijo que estaba en labor de parto? — pregunté quedándome con esa duda, eran pocas las personas que sabían que mi tía estaba dando a luz.
¿Cómo sabia en primer lugar que seguíamos en el hospital si a Nancy le iban a dar de alta?
Mi madre hizo un gesto con la mano, restándole importancia
— Deberíamos preguntarle a una enfermera cómo va el parto — ella miró alrededor buscando a una enfermera a quien preguntarle e ignorando mi pregunta
— Mamá —insistí— ¿cómo consiguieron un avión tan rápido? La última vez que revisé no existían vuelos directos.
Aunque cambiasen su vuelo, era casi imposible que estuviesen aquí, eran más de diez horas de vuelo, y eso sin contar las escalas de horas interminables en otros aeropuertos.
— No nos vinimos en avión, el señor de nombre raro me dijo que se llamaba jet, no avión. ¿Puedes creer? — Los ojos de Alicia brillaban de emoción— pero es un avión, solo que más pequeño y cómodo. Viajamos como princesas, hermana. Mi mamá, el señor y yo teníamos el jet para nosotros solos. ¡Como en las películas!
Parpadeé, alejando las lágrimas por la confusión. ¿La falta de oxígeno en el viaje había atrofiado el cerebro de mi hermana?
— ¡Alicia! — Mamá regañó a Alicia y le dirijo una de esas miradas que dan a entender que mi hermana habló más de la cuenta
— ¿Qué señor de nombre raro? — pregunté sin comprender ni pe
Alicia mantuvo sus labios cerrados, sus ojos gritaban que quería seguir contándome, miró a mi madre y antes de que mi madre pudiera decir algo más, Alicia respondió
— Mick, Minch. Su nombre es difícil — soltó. — No sabía hablar español pero me enseñó a jugar ajedrez. Dijo que era amigo de....
Alicia no tuvo que terminar la frase, mi vista se desplazó sobre su cabeza, a una persona que estaba en el pasillo, a unos pasos de nosotras pero que no había notado hasta ahora
Aiden.
Su mirada se encontró con la mía por unos segundos antes de que él rompiera el contacto. Traía la misma ropa que en casa de Rupert, su cabello esta vez estaba peinado, ordenado, aunque seguía viéndose cansado, desde aquí podía notar las bolsas debajo sus ojos por agotamiento y falta de sueño.
— ¿Aiden? — pregunté hacia mi mamá. Necesitaba su confirmación
Ella hizo una mueca, como si esa era una información que yo no debía tener.
— Sí, contactó conmigo ayer, no sé cómo lo logró, sé que no tuvo que ser fácil pero había un jet esperándonos en el aeropuerto y gracias a eso, ahora estamos aquí.
Me quedé en pausa, con el corazón en la boca, sin terminar de creerme que Aiden planeó todo un vuelo para traer a mi familia hasta acá.
— ¿Y Mitch estaba con ustedes? — recapitulé
— ¡Eso! Mitch, —mi hermana soltó un chillido de emoción— ¿Tú también lo conoces?
— Sí —mi madre respondió interrumpiendo a Alicia— ese pobre hombre debía estar cansado pero fue muy atento con nosotras. Hizo todo el viaje desde Escocia hasta Venezuela y de vuelta en un día.
Se me secaron los labios, Mitch hizo todo ese largo viaje para buscar a mi familia porque Aiden se lo pidió y por eso él no estaba ayer en Glasgow.
Ese fue el imprevisto que Aiden dijo que le surgió y yo.... no le creí.
— pero... ¿por qué no me dijiste que venían?
— Aiden me pidió que no te comentara nada. Quería que fuese una sorpresa
Y vaya que era una sorpresa
— ¿Vinieron con él? — pregunté
Mi hermana asintió repetidas veces
— Sí, nos buscó en el aeropuerto y nos dijo que ya mi primito venia en camino. Ya quiero conocerlo
Sonreí y aparté el pelo de su rostro