Dime que te Iras (amor a lo Escoces #2)

Capítulo 41

Trotar era un deporte que se practicaba en solitario, pero hacerlo con tu pareja era simplemente algo más. No hablábamos, ni siquiera nos mirábamos o nos tocábamos, pero estábamos juntos en un momento en el que él y yo compartíamos con nuestra naturaleza, sin audífonos, escuchando solo nuestras respiraciones, el sonido de las hojas, de los pájaros, del viento y de nuestros pasos chocando contra el asfalto. Era una forma de conexión y de pasar nuestro tiempo juntos tan diferente y al mismo tiempo tan única y especial como cualquier momento que pasaba con Aiden.

El placer que se escondía en trotar en horas de la mañana cuando la ciudad se despertaba era una de las cosas que aprendí de Aiden y que compartía con él.

Nosotros compartíamos diversas tradiciones y una de esas, además de trotar, eran nuestros croissants en la panadería del señor Mackenzie. En esa panadería hace tantos años atrás, él y yo forjamos una amistad, desayunando, conversando y compartiendo momentos que fueron sumándose hasta crear esta conexión entre él y yo.

Aiden entró primero a la panadería mientras yo me quedé afuera un instante apreciando las mesas vacías y rememorando desayunos anteriores con él, cuando entré unos segundos despues Aiden estaba hablando con el matrimonio Mackenzie

—Quiero presentarles a alguien —lo escuché decir con su espalda hacia mi

— ¿A alguien? —preguntó la señora Mackenzie con sorpresa— ¿una muchacha?

—No solo una muchacha. A mi esposa

Los sonidos de asombro de los dos señores llenaron la panadería.

— ¿Te reconciliaste con Hilka? —preguntó la señora con sus manos en su boca

El señor Mackenzie fue el primero en notarme, su expresión se volvió algo alarmada, miró de Aiden a mí y sacudió con suavidad su cabeza

—Quizá debamos conversar de eso luego. Tenemos tiempo — comentó con preocupación, pensando que sería incómodo para mí escuchar sobre la nueva esposa de Aiden

Su actitud me conmovió y me dio ternura.

—Pero por... — la señora Mackenzie empezó antes de callarse al notarme— Oh. Si bueno...

Aiden miró sobre su hombro hacia mí y guiñándome un ojo imperceptible para el matrimonio, me sonrió.

—Buenos días —saludé—Hola Aiden

—Hola Fabiola.

Los señores Mackenzie estaban silencioso sin saben cómo actuar o que decir.

—Como decía, quiero presentarles a mi esposa — Aiden continuó

El señor Mackenzie tosió incómodo y miró al suelo. Me acerqué hasta Aiden, él pasó su brazo por encima de mis hombros

—Les presento a Fabiola. ¿Se acuerdan de ella?

No era capaz de describir las expresiones de ambos señores, sus bocas se abrieron, sus ojos iban y venían de uno al otro.

— ¿Cómo? —preguntó la señora Mackenzie

Alcé mi mano mostrando mi alianza y sonreí

— Aiden y yo nos casamos.

Gritos y felicitaciones vinieron a continuación, ninguno de los dos se podía creer la noticia, pensaron que bromeábamos, no entendían en qué momento sucedió o cuando nos reconciliamos, la señora Mackenzie lloró y nos abrazó y luego el señor Mackenzie buscó una botella de champagne para brindar, desayunaron con nosotros, nos sentamos a comer y a explicar en palabras cortas nuestro compromiso. Reímos, comimos y ellos dos, como unos padres, se alegraron y emocionaron por nosotros.

Nos volvieron a abrazar, nos dieron su bendición y nos auguraron un matrimonio feliz y duradero.

— Esa es la reacción que de seguro mis padres hubiesen tenido —dijo Aiden cuando caminábamos de vuelta a casa.

—Me hubiese gustado conocerlos —susurré

Aiden me acercó a él y depositó un beso en mi frente antes de asentir

—A ellos les hubiese encantado conocerte.

El walking closet en el penthouse era lo suficientemente grande para albergar mis cosas, que la verdad, no eran tantas, pero igual tan solo logré traer una pequeña maleta de casa de Nancy, las demás cosas tenía que buscarlas y empacar.

Las mudanzas, a decir verdad, eran terribles, aun así, como era por una muy buena razón, se hacía con gusto, como decía mi mamá "sarna con gusto no pica" y mudarme con Aiden no era algo que me imaginé que sucedería, pero aquí estábamos. Mudados y casados

Aiden entró al closet, observando cómo estaba parada mirando a la nada.

Mi esposo tenía diez veces más ropa que yo.

—¿Sabes que deberíamos hacer? — preguntó colocándose detrás de mí

Sacudí mi cabeza sin responder, su respiración en mi cuello me ponía los vellos de punta y lograba que me temblaran las piernas.

—Terminar con la decoración de la casa y mudarnos para allá.

Cierto, la casa. Ese era un tema que quería discutir con él

—No he terminado con la decoración

—Lo sé. Entiendo que antes pudo ser algo.... complicado.

Asentí, aun dándole la espalda

— No fui capaz de terminar de diseñar la habitación principal o alguno de los cuartos del piso de arriba porque me pareció demasiado personal y era difícil alejar mis sentimientos personales al respecto.... No tenía el corazón para poder diseñarlos

Aiden apartó el cabello que caía por mi cuello y apoyó su barbilla en mi hombro

—¿Lo que diseñaste lo hiciste pensando en Hilka o pensando en ti?

— No te mentiré. —susurré— Diseñé todo pensando en ti y en mí. En una vida juntos que pensé que nunca sucedería, pero al menos en mi imaginación, por esos instantes, fue real.

Un beso se hizo sentir en mi cuello que me electrificó el cuerpo, me giré hacia él y sonreí.

— Discúlpame por ponerte en esa situación... Fue egoísta de mi parte

— Está bien. Yo también pude decir que no y no lo hice. Nadie me obligó.

Me giré por completo de modo de poder quedar frente a frente.

— Aiden, todavía no tenemos que mudarnos para allá

Aiden frunció el ceño y me dio esa mirada, la mirada en la que me hace saber que puede leer lo que estoy pensando.



#1069 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 19.04.2022

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