El calor estaba asando mi piel, mi cabello y de seguro mis huesos, pero como persona caribeña, acostumbrada y amante del sol, no me quejaba, en cambio, a diferencia de las personas a mi alrededor, yo lo disfrutaba.
Con diez capas de protector solar encima por supuesto, porque del sol, había que cuidarse. Estar en tanto calor como el que hacia ahora, ese calor de Ibiza que te sofoca pero que adoras, me hizo darme cuenta de cuanto en realidad extrañé el calor, porque vamos que en Escocia, hay un día de calor cada eclipse solar.
Amaba Edimburgo, amaba sus calles, sus paisajes, me encanta el ambiente y la gente, pero de algo a lo que quizá nunca me acostumbraré era al clima. El clima gris, lluvioso, nublado y frio. Cuando el sol salía resplandeciente, justo como ahora, en el cielo de Ibiza, en Edimburgo era el día más bonito del mundo. Lástima que el sol no saliese tanto como me gustaría.
Miré hacia el cielo, deseando que las horas del día se alargaran porque según mi reloj, la noche empezaría dentro de poco y yo aun no veía a Aiden.
Fruncí el ceño, miré entre la multitud que vino para el concierto benéfico que Aiden junto a otros artistas organizaron en esta ciudad, las personas detrás de mí, separadas por unas barandas estaba alegres, saltando, bailando, y tomando. En mi lugar, donde solo estaba la gente VIP, y yo era VIP gracias al pase que Aiden me dejó en el hotel, estaban pocas personas, en su mayoría staff y personas de seguridad que evitaban que gente borracha o drogada saltaran hasta acá.
Suspiré y balanceé mi peso de un pie al otro.
Aiden se fue del hotel muy temprano en la mañana para ajustar detalles aquí y no me despertó, cuando llegué, lo busqué, pero la gente parecía no saber en donde se metió el hombre, fue como jugar a las escondidillas.
"Aiden está allá, Aiden está por acá, Aiden está a la izquierda." pero cuando llegabas al sitio, Aiden ya no estaba. Las llamadas fueron directas al buzón, así que me resigné luego de una hora buscándolo, y me dirige al lugar donde estoy ahora a disfrutar, sola, del concierto.
En algún momento aparecería y le jalaría las orejas por dejarme sola. Pudo despertarme y así vendríamos juntos, pero mi esposo estuvo tan ocupado estos últimos días por este evento que se lo perdonaba. Gracias a Dios el evento solo duraba un día.
El cantante que estaba en la tarima terminó su actuación y el presentador volvió arriba para anunciar al siguiente artista.
— Espero que no se estén aburriendo porque la noche apenas está por comenzar y quedan varias actuaciones que disfrutar. —dijo el presentador — quiero anunciarles ahora a uno de los organizadores de este concierto. Sin su dedicación este evento benéfico no hubiese sido posible. Con ustedes, Aiden Strachan
Los aplausos no tardaron en hacerse sonar y los gritos me retumbaron el cuerpo, mi vista se quedó en la tarima para ver aparecer, por fin, al hombre que estuve buscando toda mi vida. Mi esposo, mi novio, mi mejor amigo, mi compañero y mi confidente.
Aiden le dio un abrazo al animador antes de alzar su mano y saludar con su palma a las personas. Y ahí arriba, con los últimos rayos del sol abrazando su cara, con su rostro fresco, radiante, su sonrisa enorme con esos hoyuelos que me derretían y su pelo rojizo que estaba corto de nuevo y lucia perfectamente despeinado. Ahí, en ese momento, me volví a enamorar de él.
— Buenas tardes, Ibiza — Aiden saludó— gracias a ustedes y su apoyo, las entradas han sido agotadas. ¡Gracias! ¿Continuamos con el show?
Las personas siguieron gritando y Aiden comenzó su actuación, el sol fue desapareciendo y las luces del escenario iluminaron a mi esposo, haciéndolo el centro de atención.
Aiden estaba detrás de los mezcladores, sonriendo, alzando su mano, alentando a las personas a saltar. Viéndolo ahí me volví a sorprender de observarlo así, de esta manera. Eran contadas las veces en las que veía a Aiden encima de un escenario y cada vez me sorprendía esta parte de él.
Aiden podía ser los dos hombres, el hombre relajado, juvenil, con actitud de veinte años que estaba ahí encima del escenario, sonriendo, con pantalones rasgados y una simple camisa de algodón pero también podía ser el otro hombre, el adulto, el serio, el que vestía con ropa elegante, formal y tomaba las cosas con la importancia que se requería. Quien no conociera el otro lado de Aiden, el lado familiar y responsable pensaría que este chico que estaba aquí montado en el escenario, extasiado por la adrenalina de tocar, era uno de esos típicos Dj que lo único que hacía en su tiempo libre era hacer fiestas descabelladas, beber y fumar.
Como, por ejemplo, su amigo Devon.
La música dejó de sonar y de inmediato las personas empezaron a pedir otra
— Si, sí, viene otra, pero para esta, necesitaré de su ayuda. — comentó Aiden cuando otro sonido, mucho más suave se hizo sonar a través de las bocinas.
Aiden se alejó un poco de los mezcladores y unas personas comenzaron a subirse al escenario desde el backstage.
— Se ve super guapo, ahí arriba, ¿no? —dijo alguien a mi lado logrando que diese un salto del susto
Me quedé petrificada cuando vi quien era la persona que habló
— ¿Ethan?
— No, el lobo feroz. Por supuesto que soy Ethan —respondió poniendo sus ojos en blanco
Ethan quien debía estar en otro continente, de pronto estaba aquí, salté encina de él y lo abracé con toda la fuerza que pude por la alegría que no podía contener al verlo.
Miré detrás de él pero venia solo
— ¿Qué haces aquí?
Ethan suspiró como si de nuevo, yo acabase de hacer una pregunta estúpida
— Viendo el concierto, como todos los demás. ¿Que otra cosa estaría haciendo en un concierto si no soy cantante, ni organizador, ni bailarín, ni....
—Ya, ya entendí — lo corté— es que no me dijiste que vendrías
— ¿Y por qué tendría que decirte?