Dime...¿te espero o te olvido?

Capítulo 6: Otro día maravilloso.

Había pasado unas horas, para mí, inolvidables. A cada segundo las rememoraba y sentía una felicidad que jamás imaginé tener.

Eran las doce de la noche cuando escuché la puerta y ni tuve que preguntarme quién era, sin demorar fui abrir y al volver a verlo me derretí por completo. Lo que más me dejó por completa a su merced fue el beso que me dio en el momento en que estuvimos de frente.

Su boca me atrapó como si fuera su salvación y lo único que deseara. Al igual que él, me dejé llevar, lo deseaba como nunca antes desee algo.

Sin decir nada, nos separamos para luego entrar y volver a nuestro beso, cada caricia era una perdición y comencé a desear algo más que solo eso.

***

Al abrirme la puerta, lo único que pude atinar a hacer fue besarla. Después de pasar la tarde a su lado, las ganar de volver a sentir sus labios fue tan intensa que tuve que volver a verla.

Al estar con ella, todas mis barreras se desarmaron por completo, suavemente me separé y sin que dijera nada, me condujo a su habitación.

Su cuarto era tan delicado, los muebles era antiguos pero muy bien conservados, estaba pintado de color crema y la colcha era floral. Todo la definía a ella, dulce, inteligente, delicada.

Mientras miraba, noté que ella simplemente se había quedado apoyada con su sonrisa increíble. Me fui acercando muy despacio hasta donde se encontraba y apoyé mis manos a los costados de su rostro.

—Posees unos ojos tan hermosos —le susurré muy cerca de su oído para luego atraparlo en mi boca, al hacerlo sentí como se estremeció por completo.

***

Después de provocarme la sensación más placentera que hubiera probado, me llevó a la cama y me recostó muy suavemente.

A partir de ahí, todo fue... maravilloso e increíble. Aún recuerdo sus caricias, sus labios besando, saboreando y haciendo tantas cosas maravillosas que me cuesta mucho describir y cuando me hizo llegar a la cima, desee que lo hiciéramos una y otra y otra vez hasta que no pudiéramos ni siquiera movernos.

Al día siguiente, me sorprendí mucho de verlo aún recostado al lado mío. Tratando de no despertarlo, me lo quedé observando, era hermoso. Tenía un rostro relajado y tranquilo, muy despacio apoyé la yemas de mi dedo índice en su labio inferior y fui acariciándolo para luego continuar bajando. Poseía una piel tan maravillosa que podía dejarme, completamente, sin aliento.

***

—Sentirte es un sueño maravilloso —al escucharme, ella dejo de hacerlo y me miró. Ese día, sus ojos tenían algo mágico y estaba muy feliz de haber sido yo, el que hubiera logrado ese cambio.

—No es un sueño —se acercó hasta mi boca —, es una realidad que deseo disfrutar a pleno —cuando dejo de hablar, me besó pero tomando el control a la vez que se subía sobre mí y nuevamente volvimos a hacer el amor.

Después de ello, tuve que retirarme ya que debía volver a mi realidad. No me preocupaba lo que mi familia pensara, casi siempre dormía en otra parte y como jamás se preocuparon por mí, no les importaba.

Al llegar a la casa, fui directo a mi cuarto, allí estaba mi Jazmín levantada y eso era muy raro.

—Hola Jaz. ¿Qué haces levantada tan temprano? —Eran las ocho de la mañana.

—¿Puedo preguntarte algo? —mientras hablábamos me fui detrás del vestidor y me comencé a cambiar.

—Por supuesto que si pequeña. Sabes que me puedes preguntar todo lo que desees.

—¿Quién es esa señorita?

Al terminar me dirigí a la cama y me senté a su lado.

—¿Cuál señorita? —me había desconcertado su pregunta.

—Leí una de tus cartas —de inmediato bajo su vista avergonzada —. Por favor, disculpame. No quise hacerlo, solo tenía curiosidad — y sin previo aviso comenzó a llorar.

—¿Por qué lloras? —la abracé a la vez que ella lo hacía más fuerte.

—No...q...q...quiero...q...que...me...pegues. —al escuchar eso algo se detuvo y levanté su rostro para que me mirara.

—¿Y por qué habría de pegarte?

—Pa...papá...lo hace...cuando me porto...mal. —de todo lo que me pasaba jamás pensé que mi hermanita también sufriera y supe que esta ves, no se la iba a perdonar pero por el momento necesitaba estar con ella.

—Ella es una amiga que conocí —le dije mientras continuábamos abrazados, logrando que luego me mirara.

—Tiene un lindo nombre —sonrió tímidamente causándole gracia.

—Te contaré sobre ella, solo si queda entre nosotros. —al escuchar mis palabras, su sonrisa se agrandó por completo olvidando lo que le había pasado antes, pero yo no lo iba a olvidar.

A partir de allí, le conté sobre Lisi y a pesar de que me había dicho a mi mismo que no lo iba a hacer, me di cuenta que mi pequeña necesitaba algo diferente para alegrarse.

***




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