A modo de respuesta, Aixa lo agarró por las solapas de la chaqueta y se arqueó hacia él, deseando apretar de nuevo sus labios contra los de Taehyung.
Él la besó con tal pericia, que la llenó de un impaciente deseo. Sus brazos se deslizaron sobre los hombros de Tae, al tiempo que con la punta de los dedos acariciaba sus negros cabellos. Taehyung gimió. A continuación, la agarró y apretó su pelvis contra su orgullosa virilidad. La sorpresa inicial de Aixa se vio sustituida por una extraña mezcla de satisfacción y repentino triunfo: Tae la deseaba. La encontraba atractiva. Ningún hombre podía fingir la atracción física por una mujer. Eso la llenó de un sentimiento de satisfacción muy femenino. Taehyung la levantó en sus brazos con tal rudeza, que le produjo un escalofrío en el espinazo.
–Me excitas mucho – susurró el, dejando que la punta de la lengua se introdujera entre los labios de Aixa.
Taehyung la llevó al dormitorio y ambos se acostaron en la cama. Desabrochó el cuello del vestido de Aixa y enterró su lengua en el precipicio formado por sus senos. Aixa emitió un gemido como respuesta. Una fuerte palpitación de deseo hizo que su pelvis se estremeciera. Se apoyó en el brazo de Tae, con los dedos hundidos en las profundidades de su cabello de ébano. Taehyung desató el último cordón del vestido de Aixa, destapando los montículos de sus pechos apenas cubiertos por un sujetador de satén.
–Eres maravillosa – dijo Taehyung mientras exploraba sus senos con respetuoso interés y deteniendo las manos de Aixa, con las que ésta intentaba cubrirse el pecho – No intentes esconderte.
El agradecimiento que Aixa sentía por el deseo de Tae la hizo consentir y retiró las manos. Taehyung masajeó los rosados pináculos que coronaban sus pechos y Aixa quedó al instante sin aliento. De repente, todas las partes de su cuerpo rebosaban sensibilidad. Tae inclinó la cabeza para besarla. Aixa dejó escapar un jadeo. Desfallecía bajo el ardor que sentía en el vientre y el martirizante dolor alojado entre sus muslos.
–Tae... – sollozó Aixa, abrumada por el torrente de sensaciones que envolvía su inexperto cuerpo.
–Lo sé. También yo lo estoy sintiendo.
Taehyung la tumbó en cama. Se desprendió de su chaqueta y la dejó caer a sus pies. Sin apartar los ojos de ella, se soltó la corbata y desabrochó la camisa, dejando al descubierto su broncíneo y musculoso pecho.
–Teníamos que haber hecho esto hace mucho, mucho tiempo.
A Aixa se le nubló la vista. Una serie de pensamientos delirantes la consumían y tiraban de ella, a ratos, en direcciones opuestas.
“¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Cómo había podido dejar que las cosas llegaran tan lejos?”
Pero ella sabía por qué lo había hecho. Tenía muy claro que lo deseaba. Después de todo, lo había deseado durante media vida incluso aunque sabía que no tenía ningún sentido. Dudaba que cualquier otro hombre pudiera hacerle sentir lo que Tae le hacía sentir. Así que, ¿por qué no iba a acostarse con su marido? ¿Por qué no averiguar lo que era el sexo antes de divorciarse? Una pequeña voz en el fondo de su mente le pedía que siguiera adelante y que se embarcase de lleno en su fantasía. Se trataba de una aventura sin riesgos, que, como mucho, le costaría tan sólo un pedazo de orgullo.
–Aixa... –murmuró Taehyung con su acento griego recortando cuidadosamente cada sílaba – No te preocupes, pethi mou. No hay problema que no pueda solucionarse.
Tae se inclinó sobre ella y liberó sus labios con un beso explosivo. Fue como si un estallido de energía se hubiera desatado en el interior de Aixa. Le latía el corazón como si quisiera salir de su pecho. Aixa se estremeció al notar cómo subía la marea de su deseo, haciéndole sentir cada centímetro de su cuerpo. Cuando las manos de Taehyung se posaron sobre sus senos, Aixa arqueó la espalda para sentir mejor la presión que las palmas de su marido ejercían sobre sus rosados pezones. Tae los rozó con la lengua y Aixa jadeó con apasionado abandono mientras él se disponía a quitarle la ropa que todavía llevaba puesta. Taehyung palpó la delicada joya que yacía en la entrepierna de Aixa. Ésta tembló, atormentada por el calor húmedo que abrasaba aquella parte de su receptivo cuerpo. El feroz estallido de excitación que vino después superó todas sus expectativas. De repente, era incapaz de seguir pensando. Sus caderas se retorcían al tiempo que Tae flirteaba con los dedos alrededor del punto más sensible de su cuerpo.
– ¿Voy a ser el primero? – preguntó Taehyung, separándose de ella para quitarse los pantalones.
A duras penas Aixa consiguió centrar en él su atención. Quería decirle que no, que él no era el primero, aunque se tratara de una mentira. Al prolongarse el silencio de Aixa, el cuerpo de Tae se puso en tensión: ¿había estado ella con otra persona? Aixa sumergió su mirada en el hermoso rostro de Taehyung y el corazón se le aceleró. Descubrió que no podía mentirle.
–Sí... – dijo Aixa finalmente.
Tae sintió tal alivio, que quiso dar las gracias al destino. Desnudo, a excepción de sus calzoncillos, regresó al lado de su esposa para acariciar sus mejillas con una ternura casi torpe, que a Aixa le resultó poco familiar.
–Sé que no tenía derecho a esperarlo... – dijo Taehyung, hablando en una mezcla de griego e inglés – Pero el que seas virgen significa mucho para mí.
–¿En serio? – Aixa cerró los ojos porque los tenía llenos de lágrimas.
–Por supuesto... Eres mi esposa y no conocerás otro hombre – musitó Tae casi sin aliento.
Taehyung terminó de desvestirse y Aixa no apartó los ojos de él ni por un momento. Su respiración se aceleró, entrecortándose cada vez más. La figura de Tae era espectacular: desde la vigorosa curva de sus hombros hasta sus largos y potentes muslos. Poseía el musculoso pecho, el torso de hierro y las estrechas caderas de un atleta. Tae se desprendió de sus calzoncillos y durante un breve momento la respiración de Aixa se detuvo. Estaba sobrecogida, ya que era la primera vez que veía a un hombre adulto en tal estado de excitación.