-¿Mi corazón?-repitió la Oni con una sonrisa de circunstancia-¿Es algún tipo de propuesta, Kouro?-su comitiva se rio.
-Impertinente, no es que espere más de un ente como tú.
-Te oigo y escucho a la vieja Shizen, esa mujer en verdad te arruino.
-No te atrevas-por primera vez se mostro irritado-no eres digna de pronunciar el nombre de mi abuela.
-Shizen-lo dijo despacio, siseando como una serpiente-a mí me criaron las geishas pero todos sabemos quién era la verdadera zorra aquí.
-Suficiente-se cuadro-esta multitud no vino a vernos discutir.
-Ven entonces, pruébame que esa anciana te enseño algo más que palabras envenenadas.
El Uni no la hizo esperar, apareció una espada de la nada y cargo contra ella, Lady Sheng por su parte atajo la garrota que uno de su escolta le lanzo y fue a por su atacante, en el medio se encontraron, el impacto de ambas armas producía un prodigioso sonido similar al de un gong.
-Algo no está bien…-dijo Hakai-están demasiado parejos.
Koguchi no comprendió a que se refería hasta mirar con más cuidado, el calculado estilo de Kouro le daba una agilidad extra que le salvaba de muchos ataques pero que no le aportaba ventaja en nada más, pasados los primeros minutos quedo de manifiesto que su estrategia era mantener al margen a Sheng, frustrarla, tal vez cansarla, aunque le estaba costando demasiado y en un instante de distracción la Oni logro darle un golpe en el costado, los ogros vitorearon.
-¡Vamos, Kouro!-le permitió reponerse-me lo pones demasiado fácil, ¿quieres hacerme enfadar?
-Apenas he comenzado-giro su espada y fue por más.
-¿Ella podría ganarle?-pregunto Koguchi, procurando no sonar esperanzado.
-No se…no, trama algo, él siempre trama algo.
El chico asintió y no dijo más, su relación con el general se había vuelto distante desde la noche que convirtieran a Haku, comprendía porque lo había hecho pero no conseguía darle el perdón.
Desatendió la lucha para examinar el ánimo general, los Oni disfrutaban del espectáculo, los Uni obedecían imperturbables la orden de no interferir, junto a la jaula de Okata, Haku vigilaba a la espera de cualquier indicación, por su parte Rin se encargaba de mantener tranquilos a los cadetes inquietos, por la marcara no pudo leer su expresión; otro grito de los Oni, Lady Sheng se anotaba otro tanto, en su fuero interno agradeció que su hermana no estuviera presente, si Kouro perdía no sería capaz de disimular su alegría.
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Kouro había indicado expresamente que no quería que ni Kiori ni su sobrina estuvieran en la explanada hasta concluir su asunto con los Oni, ¿Dónde estaban entonces?, en las cocinas, vigiladas por Yuna y el cocinero Uni, únicas personas en la ciudadela para quienes todo aquel asunto carecía de importancia.
-¿Qué es todo ese ruido?-pregunto Kiori.
-Suena como si papá se ejercitara-dijo Tara.
-Sea lo que sea no nos incumbe-dijo Yuna-¿Por qué no dibujas algo como tu amiga?
-¿Te parece que tengo diez años?, estoy aburrida.
-Eso no es mi culpa.
Kiori bajo la cabeza y se hizo la desatendida, odiaba oír a la gente pelear; en ultimo año Tara había “dado el estirón”, aparentaba unos catorce o quince y había abandonado definitivamente la niñez para convertirse en una adolescente mimada y con aires de princesa a las que no le gustaba verse encerrada.
-Estoy aburrida-repitió.
-Bueno, hay mucho que hacer aquí-Yuna no parecía dispuesta a ceder a sus caprichos-¿Qué tal si dejas de quejarte y vienes a ayudar?
-Que insolente, ¿No sabes quién soy?-se levanto-¿para qué discuto con una sirvienta?
-¿A dónde vas?, tu tío dijo…
-Sé lo que dijo mi tío, solo quiero salir de aquí.
Yuna, cuyo carácter desafiante podía ser considerado un fenómeno en el palacio, estaba a punto de replicar algo más cuando reparo en que Kiori parecía a punto de llorar, se olvido de Tara y puso su cara más dulce para ofrecerle una galleta, después volvió a lavar los platos junto al cocinero, quien afilaba sus cuchillos completamente ajeno al alboroto en el exterior.
Editado: 11.08.2018