Después de la magnifica noche se quedó deseando poder despertar así al lado de su esposo y por fin estaba llegando a creer que la vida comenzaba a sonreírle, lo deseaba tanto y por fin había llegado.
Sophia se apretó contra él, frotándose contra su erección, deleitándose con la sexual energía que había entre ellos.
-Quítate la ropa -dijo Sebastián con voz ronca, mientras tiraba de su camiseta.
Sophia cayó sobre el colchón, dejando escapar un gemido. De alguna forma, sus vaqueros y zapatillas desaparecieron a toda velocidad y, de repente, estaba desnuda y temblando. Sebastián abrió sus piernas y se colocó entre ellas, moviéndose con un ritmo primitivo que le ponía la piel de gallina.
El ritmo era cada vez más rápido, la cruda urgencia haciendo que Sophia envolviera las piernas en su cintura, desesperada por retener la sensación el mayor tiempo posible.
Nunca había sentido nada así. Los espasmos sacudieron su cuerpo unos segundos antes de que Sebastián se derramase en su interior; los músculos de su espalda y hombros relajándose por fin mientras los acariciaba.
En ese momento de silencio, cuando los dos estaban saciados y agotados, sintió que la coraza que cubría su corazón caía como si un escultor la hubiese arrancado con un cincel.
Al otro día Sophia se levantó y bajo a la sala al ver a Catriona de acercó y llamó su atención
-Buenos días Señora-la mujer se giró la vio con un vaso con agua tomando un sorbo
-Y mi esposo? - pregunto tocando su cabello
Catriona volvió a picar zanahorias mientras suspiraba
-Salio muy temprano y no dijo nada- Sophia rodo los ojos ya que era normal que Sebastián saliera más temprano de lo habitual y menos sin avisar o dejar alguna nota
Subió a la alcoba y después de darse un baño se visto y tomó su móvil viendo una llamada perdida de su madre.
Al llegar al pomo de la puerta busco la llave de uno de los autos y se encaminó hasta casa de su Sara.
Aparcó el auto en la entrada entrando con las llaves de repuesto que tenía. Entró buscando a su madre con la mirada caminando hasta llegar al centro de la enorme sala, vio a la empleada limpiando y ella le sonrió con la mirada
-Cuando vas a salir embarazada, necesitas ese hijo-
Sophia suspiró y la empleada le miró con tristeza
Recordando las palabras de la doctora Sophia sintió como si estómago se encogía
-Tengo ovarios poliquístico, fui donde la doctora y ella me habló de tratamientos-
Sara le miró mal mientras seguía recorría con la mirada que nadie haya escuchado la confección de su hija
-Eres una buena para nada, ni para tener un hijo sirves- colocó las manos en las caderas fijando la vista de lado.- No le puedes decir nada a Sebastián, iniciaste con el tratamiento?-
Sophia asintió sin dejar de sentirse mal.
Había estado ingiriendo una píldora llamada Clomifeno este medicamento oral antiestrógeno se toma durante la primera parte del ciclo menstrual y así ayudar a quedar embarazada junto a la Gonadotropinas estos medicamentos hormonales se aplican mediante inyección.
-Tengo que llevar una dieta estricta además de interacciones u píldoras para regular mis hormonas-
Bajo la cabeza mirando al suelo y luego con la vista de su madre puesta en ella se encaminó hasta su antigua habitación. Observando cada detalle, las alfombras y los tonos de colores.
Ahora que tenía la responsabilidad y el deseo de tener un hijo de Sebastián sentía cierta ansiedad que se juró controlar para no complicar su afilado tratamiento.
-Todo por mí hijo- y colocó la mano en su vientre con añoranza.
Tenia todo el día sin ver a su esposo así que al ver la peluca roja y el acostumbrado gabán que solía utilizar se viste y sale de la casa de sus padres sin hacer ruido, sale en su auto en dirección a la empresa, le gustaba ir a menuda cuando estaba Ulises después de su muerte todo había cambiado.
Bajo colocando unos lentos mientras ponía el seguro al auto, camino hasta la entrada sin ser reconocida por nadie, se adentró al ascensor en dirección hasta la oficina de su esposo.
La puerta se encontraba entreabierta y Sophia pudo ver a Sebastián que estaba pensativo
-Si ella no puede no vale la pena que continúes- escucho la voz de una mujer
Sebastián se paró de la butaca y se giró mirando por el ventanal, la mujer dió dos pasos para acercarse pero este le hablo y ella se detuvo
-Estoy pensando que es lo mejor-
La pelinegra rodó los ojos y se cruzó de brazos
-Yo no juré cumplirte, tu aceptaste esto y te dejé muy claro la situación.
Sin poder creerlo Sophia tapó la boca con sus manos sin dejar de llorar, Sebastián sabe lo de su problema de fertilidad, quizás siempre lo a sabido, debería de estar furioso con ella por mentirle pero aún así ella estaba furiosa con él por estar con esa mujer.
Él se lo había prometido.
Se alejó lo más que pudo sin dejar de llorar, vio a su padre salir de la sala de juntas y se encondió detrás de una planta decorativa para que esté no la viera.
Al llegar a casa se quedó en su habitación el resto del día hasta que la puerta de su alcoba se abrió
-Por qué no me dijiste la verdad? -
Entró sin su acostumbrado saco ejecutivo con el cabello revuelto y la cara sin nada de humor
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Editado: 04.03.2023