Con la vista fija en el kiosco había visto pasar tres semanas en la que se encontraba acompañada de Catriona, su fiel amigo canino y la ausencia de su esposo Sebastián, quién se marchó por cuestiones de trabajo a Buenos Aires y no era digno de llamar para dialogar como personas adultas pensó Sophia observando el calendario de su teléfono.
Estos días había pasado en citas con la ginecóloga, cuidando su alimentación e incluso corriendo todas las mañanas para ejercitar el organismo y estar en forma para quedar embarazada.
Sostuvo su cabello en una coleta y en dirección a los adentros de la casa vio las puertas abrirse de par en par y ante sus ojos vio a su esposo Sebastián quién no sostuvo mirada con Sophia, con su equipaje en manos subió las escaleras sin siquiera dar un beso a su esposa o decir algunas palabras terminó perdiéndose mientras caminaba por la segunda planta en dirección a su alcoba.
Sophia entrecerró los ojos y cruzó los brazos
-Si guerra quieres pues guerra tendrás, esposo-
Miró mal en su dirección y salió de la casa hasta donde su padre Eduardo.
Sebastián se encontraba sentado en la habitación pensando todo lo que había pasado entre ellos desde aquella boda, sus noches de peleas y por igual apasionadas, el característico sarcasmo de su esposa y aquella conversación que sostuvo con Pietro en Buenos Aires.
No podía seguir teniendo a Sophia cerca ya no era saludable tener que verla todos los días y solo disponerse a pelear además su esposa no era la mujer correcta para él, lo sentía y tenía que hacer lo correcto por primera vez en su vida, todo estaba listo para el divorcio, Sophia seguiría con su tratamiento y cuando pueda embarazarse lo harían a través de una clínica de fertilidad, había hablado con Olga Talassinos, una médica de importante prestigio que se dispuso a ser de gran ayuda.
Salió de su alcoba en busca de su esposa y está no se encontraba en casa , suspiro y ordenó a Catriona servir el almuerzo, tenía bastante hambre, tres meses fuera de casa sin degustar el sazón de su cocinera.
Sebastián levantó la mirada notando la presencia de Sophia acercarse al comedor y sin decir nada siguió comiendo pasando desapercibida la mujer que tenía en frente y a quién Catriona se disponía a servir el almuerzo.
Un hilo de silencio enmudeció el lugar haciendo que los esposos se sintieran incómodos, Sebastián levantó la mirada, dejó el cubierto a un lado y tomó un sorbo de zumo y sus ojos se quedaron fijos en la mirada de su esposa.
-Quiero el divorcio!- argumento logrando que los ojos de su esposa se abrieran en segundos.
Por primera vez en mucho tiempo había vuelto a ver la mirada sin emoción de Sebastián, su rostro perfectamente contraído mientras apretaba sus labios en una fina línea.
-Te quedarás con el niño cuando nazca, me encargaré de los gastos personales y de la alimentación y era gestado como habíamos acordado, no pienso volver a tener relaciones contigo Sophia-
Por una extraña razón Sophia contuvo las lágrimas para no verse débil ante el inmenso hombre ubicado ante sus ojos azules
-No podemos divorciarnos tenemos que esperar más tiempo hasta que nazca el bebé- hablo Sophia con cierta tranquilidad, tratando de esconder lo que realmente sentía, estaba devastada, Sebastián Méndez Di Reglero la había vuelto a destruir por completo.
-No deberíamos esperar pasaron seis meses, hemos vivido juntos el lapso de tiempo acordado solo falta el bebé y lo podemos tener por medio de una tratamiento donde el hijo sea de ambos y no tengamos que tener relaciones sexuales.
Sophia explotó mirándole enfadada
-No quiero tener un hijo de esa manera no hay necesidad-
-No agotes mi paciencia Sophia, Pietro vendrá mañana en la tarde con los papeles del divorcio, hablé con el Jurisconsulto y no hay ningún problema, analizó el testamento de mi abuelo y en ninguna cláusula dice que el hijo debe de ser gestado de forma natural, así que nada nos impide divorciarnos, no podemos permanecer juntos-
Sebastián se levantó de la butaca y subió las escaleras dejando a su esposa frágil y con las hormonas revolucionadas.
*****
Horas después
-¡Esposo!- Sophia subió las escaleras en dirección a la alcoba, se recostó en el pomo de la puerta viendo como él le miró perplejo ante su comportamiento, era evidente que su esposa traía algo entre manos.
Con voz dulce y una sonrisa le observaba embobada.
Sebastián quién te manera repentina se encontraba obsesionado con los papeles del divorcio no le corrigió como le había llamado, después de la boda no le había molestado en lo absoluto y en verdad todavía permanecían casados así que suspiro y dejó pasar lo que tenía en mente para decirle.
-¿Qué quieres Sophia?- le preguntó fulminándola con una mirada intensa y a la vez desafiante.
-He pensado y tienes razón, aceptaré el divorcio en son de paz con una condición- anunció Sophia recorriendo con los ojos la figura de su marido.
-¿Y cuál es esa condición esposa?-
-Quiero que me embaraces, quiero tener un hijo de forma natural-
Sebastián rodó los ojos y volvió a entablar conexión
-Hace una hora te expliqué cómo vamos a tener a ese bebé y ahora me sales con eso, no me digas que eres retrasada-
Con una media sonrisa Sophia vio como su abdomen descubierto dejando mostrar sus prefectos cuadritos, se tornó sonrojada al recordar las noches en la que solía tocar su piel y ver su anatomía por completo.
Sophia cálculo el tiempo que había transcurrido y la dosis que le suministrado le haría efectos en pocos minutos, la droga que le puso en el zumo estaba comenzando hacer
-Somos marido y mujer no veo nada de malo es lo más normal- con una media sonrisa seguía viendo el rostro contraído de Sebastián.
-Después de todo creo que lo más conveniente es sacar mi comisión, es lo más justo que considero que meresco-
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Editado: 04.03.2023