Hace semanas que no tenemos clases teóricas, por lo tanto, hace semanas que no veo a nuestra profesora. Sí, sé lo que estáis pensando. Sigo sin saber cómo se llama. Por alguna razón de la que no era consciente hasta hace bien poco; el no haberla visto desde hace un tiempo no me gusta.
Llevo veinte minutos desplomada en mi cama pensando en ella; Dioses, parezco Thomas; pero es que vosotros no la conocéis. No habéis visto lo buena que está. Ni lo guapa que es cuando sonríe, las pocas veces que lo hace.
No es nada nuevo para mí que una mujer me resulte atractiva o que me guste, tampoco sería la primera vez que salgo con una chica. Hace dos años empecé a salir con una compañera que estaba un curso por encima de mí en la academia, la cosa no terminó bien del todo unos meses después.
El tema es que me gusta una mujer cuyo nombre no conozco, a la que hace semanas que no veo y a la que no sé si volveré a ver en mi vida. Y todo eso me está volviendo loca.
Estoy ensimismada hasta que un brazo me envuelve la cintura para estrecharme contra un cuerpo pequeño y delgado. Hace unos meses que conocí a esta chica, pero nunca había hecho nada con ella hasta hace un par de días, cuando me harté de pensar en mi maestra. Hoy he ignorado el sentimiento de culpa que se instaló en mí desde nuestro primer encuentro y he vuelto a estar con ella.
Ayer me desperté con la ropa interior húmeda fruto de un sueño en el que una cabellera pelirroja se fundía en el espacio entre mis muslos, cosa que no me pasaba desde que tenía dieciséis años. Supongo que es porque a partir de entonces no ha habido nadie que revoluciones tanto mis hormonas como esa mujer.
La chica a mi lado se remueve en la cama, se sienta y por último estira los brazos, lo cual hace que la sábana que antes la cubría se deslice por sus curvas hasta caer sobre la cama, dejando así al descubierto los pechos en los que me derretí anoche. La culpa vuelve a instalarse en mí. Sé que no estoy saliendo con ella, lo más seguro es que ni siquiera recuerde quién soy, sin embargo, el hecho de que me guste una persona y que me haya acostado con otra no me hace sentir nada bien. A pesar de que en su momento vi a la chica objetivamente atractiva que tengo ahora a mi lado y no me pareció del todo una mala idea en estos instantes, sé que un clavo definitivamente no saca otro clavo.