𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 9
ℰ𝓁 𝓈𝑜𝓁 𝓈𝒾𝑔𝓊𝑒 𝓈𝒾𝓃 𝒶𝓅𝒶𝓇𝑒𝒸𝑒𝓇 𝓅𝑜𝓇 𝒶𝓆𝓊í
_________! 66! __________
–Vamos chicas a trabajar…– dije mientras abría la puerta.
Nadie respondió
–¿Qué? ¿Ahora todas son unas flojas? –
–66, se que te esfuerzas mucho pero no es lo mismo sin CC– Flach habló mientras veía a la mesa del pequeño comedor
–Supongo…pero CC estaría decepcionada de ustedes si las viera así–
–Dijiste que volvería 66, ya han pasado cuatro días y no hemos sabido nada– Ámber pronunció enojada al levantarse de la silla.
–Y así va a ser– tomé aire para volver a sonreír intentando animar a las demás– Pero ahora ya váyanse…
Se levantaron y se fueron sin decir más, cerré la puerta metálica verde con más dificultad de lo usual. ¿Qué pasa? ¿Por qué no tengo fuerzas?
“¿Acaso el trabajo es mucho para ti?” – Repetía la voz de CC en mi cabeza
“Debes cuidar a las chicas hasta que yo vuelva…”–
¿Pero de verdad volverá?, no nos olvides CC, por favor.
Las cosas de las que se encargaba ella aquí eran muy complicada, el cambio radical que tuvieron las chicas fue duro. Aunque yo podía organizar muy bien todo y estaba dando lo mejor de mí para incentivar a las chicas, no estaba segura de nada y es que, la vida da unos giros tan imbéciles.
Con CC fuera, Espe…muerta, y 23 en cama enferma era difícil tener la cantidad que se requerían todos los días. Las seis chicas no podían más con los horarios matutinos y nocturnos que habíamos estado manteniendo últimamente.
Aparte de que ya se la razón por la que Rick y Dust nunca nos tocaban a nosotras, CC se disponía ante ellos para ese trabajo; procuraba que comiéramos bien pero que no nos excedamos, al igual que mantenía la casa lo más limpia posible.
Como no podía salir a trabajar por ser la nueva “líder”, mi trabajo era limpiar la casa, ver nuevas formas de ganar dinero sin sobreexplotar a las chicas y encargarme de Rick cada vez que se le antojaba venir. Era agotador.
…
23 llevaba sintiéndose mal desde hace varias semanas, pero no lo habíamos notado, ni siquiera CC; hasta que el mismo día que ella se fue se desplomó en la noche, en medio del baño con la temperatura muy elevada y temblando incontrolablemente, tanto que hasta llegué a pensar que estaba convulsionando.
Rogué a Rick para llevarla a un médico, pero el muy miserable se limitó a decir “Es un berrinche de niñata ridícula, no voy a gastar mi dinero ni tiempo en tonterías así, atiéndela tú”
Desgraciado
Lo único que pude hacer por 23 fue darle una ducha tibia y constantemente ponerle compresas frías para aliviar su fiebre; intentaba darle de comer, pero ella se reusaba, tampoco podía abrir mucho la boca y su voz sonaba débil. Ella pasaba todo el día en cama durmiendo, la mantenía hidratada y solía ir a hablarle, me preguntaba por todas; pero intentaba evadir el tema de CC, a ella no la quiero llenar de vagas esperanzas.
Como CC y yo éramos las mayores con 24 años, las demás siempre querían “seguir nuestros pasos”. Alagaba, pero no sentía que deberían tener esa percepción de nosotras.
…
–¿Recuerdas esa vez que Milly atoró su pie en este hueco del piso para que Ámber la fuera ayudar y hacer que ella también se atorara ahí? Fue uno de esos días libres en los que CC estaba fuera y se descontrolaban solo porque yo me mantenía al margen de la situación–
23 río un poco para después toser. Y con una gran sonrisa me dijo:
–Esa vez también nos ayudaste para que CC no se enterara de que habíamos roto más el piso–
–Es verdad, lo cubrimos con un periódico y cuando ella lo pisó se hundió–
–Reímos mucho–
Puse una de mis manos en la frente de 23 y noté que estaba fría, aunque todas habíamos donado una de nuestras cobijas para que ella estuviera mas cómoda no parecía servir. 23 se rehusaba rotundamente a usar las cobijas de CC, siempre decía “puede volver en cualquier momento, ella las va a necesitar también”
–Voy por tus compresas, espérame un rato– acaricié su cabello y la tapé hasta el mentón con las cobijas.
De vuelta en la cocina hirviendo un poco de agua en ese perol viejo me percaté que tenía el mango salido.
Se supone que CC le pidió a Rick otro
Necesitaré recordarle que, aunque ella no esté aquí, las necesidades siguen presentes.
Yo sabía mucho acerca de infusiones y plantas por eso CC me llamaba “nomo de jardín” para bromear a veces con mi estatura. Yo la llamaba “el mono de culo rojo” porque con las marcas de nalgadas que siempre traía y su cabello al despertar el apodo le quedaba como anillo al dedo.
Cuando era adolescente de uno 15 o 16 me gustaba pintar y dibujar, o hacer diferentes cosas con la arcilla. Me gusta leer historias diferentes o contemplar lo que el mundo me podía ofrecer. No se como terminé en este trabajo si ni siquiera me gustan los hombres.
Tengo una libreta que escondo entre el colchón y las maderas de mi cama, ahí dibujo ciertas cosas, caras de mujeres hermosas o cuerpos lo más proporcionados que aprendí a hacer. CC encontró esa libreta una vez, por accidente se le cayó un pendiente debajo de mi cama y lo notó; dijo cosas como:
“Estos dibujos son increíbles”
“Tienen un aire tan especial que me dan ganas de llorar del sentimiento”
“¿Desde hace cuento sabes dibujar? Me encantan tus dibujos”
Me rogó que le enseñara a dibujar, con lo intensa que es con las cosas que se propone no me quedó mas remedio. Consiguió su propio lápiz y hojas; emocionada un día me llamó al comedor para que empezara con la lección.
Le enseñé a tener figuras base y cual es el método correcto para dibujar una cara, donde deben ir las sombras y la anatomía del mentón, el cuello, los hombros; que trazos se deben hacer para marcar el cabello. Y después de unas horas dibujando terminó sus bocetos.