꧁dipsomanía꧂

Capítulo 20

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 20

𝒫𝒶𝓈𝓉𝑒𝓁𝑒𝓈 𝒸𝑜𝓃 𝒶𝓏ú𝒸𝒶𝓇 𝒾𝓂𝓅𝒶𝓁𝓅𝒶𝒷𝓁𝑒 

______________! Gal ¡_______________

 

–Debes de poner las cantidades correctas o saldrá mal– reprochaba mientras señalaba el recetario que tenía en mi mano.

–Gal, he vivido sola, sé que es poner una cucharada de sal para que el arroz quede insípido– ella seguía poniendo un poco más de sal a la olla con el arroz

–Creí que aprenderías a cocinar– 

– Y eso estoy haciendo– 

–No, solo estas adivinando como se hace– 

–¿Ósea qué no se va a comer mi comida? – se cruzó de brazos y levanto una ceja.

–No dije eso…–

–Bueno entonces seguiré– 

El mal sabor de boca que me había causado la discusión con Miranda esa tarde, se había ido, ahora estaba expectante a la poca atención que CC le ponía a la revista de cocina que había conseguido para ella.

–No le pongas eso…– la detuve antes de que siguiera poniendo ingredientes al guiso

–Solo es tomate señor…–

–Por eso– 

–De acuerdo– dejó el tomate a un lado mientras me miraba con los ojos entrecerrados.

 

Al cabo de un rato ya tenía en frente de ella un burbujeante guiso de carne en una olla. Con la cuchara de palo tomó un poco y lo probó, sonrió para después pasarme la cuchara; le di un ligero sorbo y no estaba mal.

–Es diferente a los otros guisos que he probado– 

–Bueno debe ser porque los otros guisos llevan tomate señor– 

–Deja de decirme señor. No sé cuántas veces tengo que repetírtelo– 

Puse los individuales en la mesa, los platos blancos y vasos de vidrio. Ella se apresuró a poner la olla en la mitad de la mesa, a un lado me senté yo y en el otro ella.

Vi como Judith se dirigía a la puerta para irse a su casa, ya era muy noche. CC le sonrió y le preguntó si nos quería acompañar a comer.

–¿Lo cocinó el señor Walker? – le preguntó la señora mientras abría la puerta

–Indirectamente– respondió CC. 

–No señorita, no quiero morir por intoxicación– entrecerré los ojos debido a la respuesta que había dado.

Finalmente se fue y nos sentamos a comer. Para ser completamente justos no se cocinar y no podría juzgar el primer resultado de alguien quien tampoco sabía de cocina. 

–No está mal…pero podría estar mejor–

–Bueno, ya le dije que yo sé de repostería, no de cocina– revolvía un poco con la cuchara para que se enfriara.

–De todas maneras, necesitaremos un postre– regresó a verme con intriga y le sonreí. Fue involuntario, un pequeño gesto que salió de mi al ver ese rostro tan bonito, vi como desvió la mirada a lo que hice lo mismo– me debes una clase de repostería ¿lo olvidas? –

Ella asintió mientras se recogía el cabello con una liga. 

–¿Tiene premezcla? – me preguntó

–Un paquete, creo que es pastel sabor a naranja…–

Después de lavar los platos y recoger la mesa. CC sacó la batidora y puso los ingredientes sobre el mesón; prendió el horno para precalentarlo

Ella podría ser algo indiferente, pero al menos tenía predisposición

 Aplaudió frente a ella antes de tomar un tazón para mezclar los ingredientes. 

–¿Qué fue eso? – pregunté refiriéndome al aplauso previo

–Es una especie de ritual que tengo…mi padre me lo enseño– 

Era la primera vez que hablaba de su familia conmigo, no estaba seguro de seguir preguntando, pero no podía perder la oportunidad.

–¿Él te enseño repostería? – 

–Si, hacíamos pasteles o diferentes cosas todos los fines de semana– estaba pesando la margarina para ponerla en la mezcla

–¿Y tu madre? – 

Se detuvo en seco, regresó a verme como si se hubiera dado cuenta de que estaba hablando conmigo y no con alguien más. Frunció un poco el ceño para apartar la mirada.

–Nunca la conocí– 

Ahí había muerto, me pasé de imprudente y preguntón. Tragué saliva seguido de un pequeño “lo lamento”, ella negó con la cabeza mientras soltaba una risa nasal.

–Falleció cuando yo nací. No es de importancia– 

Claro que sí, sí importa tu vida. Importa el hecho de que quieras compartir cosas sobre ti, pero no con alguien como yo.

–Mi padre también falleció– 

Su mirada se posó en mí, puso su mano en mi hombro con un rostro inexpresivo y soltó un pequeño “lo lamento” justo como yo la había hecho. 

–Necesitaba un baipás cardiaco, solo que para cuando nos enteramos fue tarde– Era verdad, mi padre trabajaba demasiado y hace seis años su corazón no soportó.

Encendió la batidora poniéndolo en el nivel más bajo. El ruido que emitía la máquina no fue impedimento para sentir el silencio que nos rodeaba a ambos, el silencio de la incomodidad constante. 

El ambiente es pesado 

Y ninguno de los dos trata de mejorarlo

Después de un momento el pastel ya estaba en el horno y puse mi temporizador para que nos avisara dentro de una hora cuando estuviera listo.

 

–Voy a salir al jardín un momento…–Se puso su saco blanco y abrió la puerta.

Vi cómo se acomodó en medio del jardín, se recostó en el césped verde mirando al cielo oscuro en tono azul marino. Había una ligera brisa por lo que tomé una bufanda marrón muy calientita. Salí también y me acomodé a su lado izquierdo sentándome en el césped.

–Creí que no le gusta el frio…–

–Eso es solo porque soy enfermizo…–

–Entonces ¿Por qué esta aquí? – tenía su brazo cubriendo sus ojos

–Me aburro. Creo que es mejor aburrirse en compañía…– alcé un poco la bufanda para que alcanzara a cubrir mi nariz.

Su respiración era lenta y con ritmo, no se movía. Estaba como congelada en un recuerdo, encerrada en su propia mente, cautiva de sus pensamientos.

Y yo también debería estarlo

Hice tanto daño sin darme cuenta, tomé una mala decisión que acabó con el mundo de esta pobre chica. Me convertí en el antagonista de su historia y eso no lo podría cambiar ni con toda la amabilidad del mundo.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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