𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 47
𝒰𝓃𝒶 𝒽𝒾𝓈𝓉𝑜𝓇𝒾𝒶 𝑜𝓁𝓋𝒾𝒹𝒶𝒹𝒶 | 𝒫𝒶𝓇𝓉𝑒 3
___________! Sharon ¡___________
Entró al burdel sosteniendo con fuerza mi mano. Las luces rojas nos bañaron, estaba nerviosa. El corazón me latía muy rápido, y el sudor helado recorría mi cuerpo. Pasé entre la multitud soportando las caras de asco y desprecio redirigidas a la chica junto a mí
Abrí la puerta trasera encontrándome con Rick y sus características gafas negras. Estaba completamente ebrio a lado de las estanterías y el escritorio metálico con una lámpara de lava encima.
–Rick…–llamé la atención del hombre
–Sharon! – me abrazó contento– espera… ¿Quién es la peste que traes detrás? –
–La nueva trabajadora– conteste firme
–¿Ah sí? – dio un sorbo a su bebida– Pues fíjate que no aceptamos plagas– río
–Déjate de idioteces – lo quité de en medio buscando el contrato laboral para que ella pudiera firmarlo
–Aquí está– lo alzó y lo arrebaté de su mano– Bueno ahorremos las formalidades– le pasó un esfero a la chica junto a mí– Bueno léelo y cuando quieras firma…–
La chica pasó las hojas del contrato y firmó enseguida. Me quedé con la boca bien abierta. Rick emitió una risa ahogada
–¿Tan desesperada estás? – se burló– Como sea…Dust– el chico junto a él atendió– lleva a esta chica a la casa–
Dust tomó su brazo y ella no opuso resistencia
–Oh! – Rick se volteó sobre sus talones– Casi lo olvido…el nombre…– la examinó de pies a cabeza– Bueno tienes lindos se…se…– tomó aire– Hey ese es un buen nombre. Tú serás CC–
No creí que era enserio hasta que la chica asintió agradecida.
–Iré en un momento– me dirigí hacia la chica con rostro serio
Dust y ella salieron del cuarto cerrando atrás de ellos la puerta. La música se escuchaba baja, pero lo suficiente para saber que Rick no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando. Se balanceaba “al ritmo” de la canción, torpemente.
–Oye…– llamé su atención– quiero que quites la clausula 16 del contrato de CC–
–¿Qué? Claro que no– apestaba a licor– sin eso no puede trabajar–
–No me importa– azoté mi mano contra la mesa– más vale que la quites–
–Ella firmó ya…– se encogió de hombros
–Quítala– repetí
–No. Escucha Sara…– un frio me atravesó la espalda– esa es una de las reglas. No puedo, aunque quisiera–
–En primer lugar, no me vuelvas a llamar Sara– apreté los labios– y en segunda, ella no necesitará salir a la calle, será mi remplazo–
–¿Quieres retirarte ya, hermanita? ¿Con tan solo 27 años? – río– claro que puedes hacerlo, pero CC igual tendrá que salir a la calle…– se apoyó en la mesa– las cosas no son como en los cuentos de hadas, no va a pasar por más que quieras. Ya anda a prepararla…– movió su mano invitándome a salir de la oficina
Bufé delante suyo. Salí azotando tan fuerte la puerta, que algunos clientes me voltearon a ver confundidos. Alcancé a Dust y CC en el camino, pasando por el pasillo de ladrillos.
–¿Qué es la clausula 16? – preguntó apresurada una vez que Dust estuvo lo suficientemente lejos
La tomé de los hombros acariciándolos sutilmente. Maldita sea, escuchó mi conversación
–Lo sabrás mañana, no te apresures– seguimos caminando
–Tú eres Sara…– mencionó
–Qué lista– sonreí con culpa
–¿Por qué me llamaste por tu nombre antes? – regresó a verme seria
–Porque quiero que tú me reemplaces– suspiré– es muy poco probable que encuentres otra persona que te ayude CC…la gente siempre buscará algo de ti–
–Como tú– se detuvo en seco antes de llegar a la puerta
–Solo quiero que tomes mi lugar…– la empujé un poco– y tu podrás tener las oportunidades que quieras…–
…
Siempre detesté esperar, era sofocante y la angustia te carcomía. Además, el aire de los hospitales nunca me agradó. Las ventanas corredizas con esas persianas blancas y los pisos de baldosa con estampados de piedra me ahogaban. Las paredes con el mismo color celeste cielo me hacen dar la sensación de que todo el que esté en este lugar va a morir.
Me apoyé en el respaldo de la camilla esperando a que despertara. Me habían hecho esa cirugía hace años a mí, pero no la recordaba con claridad. Muchas de nosotras han muerto aquí por complicaciones o mala práctica médica.
Aun pienso que CC es una idiota por no oponerse a esto. Yo quería que ella tuviera todas las opciones, que pudiera decidir más adelante que hacer con el resto de su vida. Pero no, que cabeza terca es esta niña.
Emitió unos ligeros sonidos abriendo sus ojos con lentitud, la luz le molestaba por lo que me apresuré a cerrar las persianas de un solo tirón.
–¿Ya terminó? – balbuceaba un poco.
–Si…– me senté en la camilla junto a ella
–Así que ahora…– pidió explicaciones
–Bueno ahora…no tendrás tu periodo jamás. Ni podrás dar vida…– reproché
–Eso ya me lo dijiste– volteó los ojos
–Eres una inmadura– reí negando con la cabeza– Ahora…tendrás una recuperación un tanto larga y mientras tanto te enseñaré todo lo que debes saber…–
A ella no parecía importarle el proceso quirúrgico al que se había sometido previamente. Quería seguir con lo demás, esa actitud no me gustaba para nada, tenía que tomar su tiempo, pero le desesperaba no avanzar.
Sigo preguntándome si todo esto fue un error ¿Debí esforzarme más para evitar esto? Hice todo a mi alcance, lo juro, pero…ella no quería detenerse
Parece una loca en un auto sin frenos
…
Las semanas pasaron demasiado rápido para mi gusto. Las sonrisas de CC se volvían cada vez más frecuentes y duraderas, ella y 66 se entendieron a la perfección.
En cambio, yo iba de mal en peor con Flach. Los reclamos, los llantos, los gritos y las presiones eran el pan de cada día entre ambas. Intenté explicarle de una manera sutil que ya no quería seguir, pero simplemente me ignoraba o pretendía no escuchar nada.