꧁dipsomanía꧂

Capítulo 49

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 49

𝒟𝑒𝓈𝓅𝑒𝒹𝒾𝒹𝒶𝓈 𝒶𝓂𝒶𝓇𝑔𝒶𝓈 

_________! Gal ¡__________

 

Solté el agarre en su muñeca lentamente. Ella no despegó su mirada del camino hasta que la chica se perdió de vista. Mi mente estaba tan llena que sentía que las emociones se me saldrían por los oídos.

Después de que subiera al auto se la veía más desconcentrada que de costumbre los últimos días. Desde la muerte de Amber la veía más cabizbaja pero ahora la veo sombría. Es como si todo en su mente se aclarar de golpe, otra amiga se le fue ¿Seguirá con su mismo plan de irse? Muy en el fondo no quería que sea así, deseaba que se quedara junto a mí. Que a lo largo de este tiempo pudiéramos encontrar la manera de hacerlo funcionar. De hacernos funcionar.

 

 

Los días pasaron con normalidad recurrente. Los juegos y las actividades que acompañaban nuestras mañanas se hacían más frecuentes. Ángel se quedó a vivir con nosotros después de que esa noche casi me diera una paliza, su departamento seguía en remodelación y no quería estar ahí ya que, según él, eso lo hacía extrañar aún más a Miranda.

 Mi amiga pelinegra no me llamó más. Pero si llamó una mañana a CC, indicándole que estaba bien y que no nos preocupáramos, consiguió un nuevo empleo en la empresa de su prima y ahora vivía con ella igualmente. 

Por mi parte, yo trataba de ignorar las constantes pláticas que CC quería entablar conmigo, siempre se mencionaba el futuro y yo no quería hablar de eso. Solo disfrutar mientas ella siga aquí ¿Me arrepiento? Un poco, porque sin darme cuenta cada vez nos íbamos alejando más.

La alerta se encendió cuando Cock mandó una solicitud a mi oficina solicitando una nueva asistente personal, al parecer ella renunció y no se presentó más ahí. Por lo que extrañé ir con ella en el auto cantando canciones viejas mientras se arreglaba el cabello o la blusa para ir a trabajar.

Extrañaba la manera tan tierna en la que aparecía por las puertas de ascensor esperando por ir a casa a ver a Arti. No aceptaba que nos distanciábamos poco a poco.

 

Ella tocó mi hombro haciendo que la regrese a ver. Estaba con sus cejas arrugadas y una sonrisa débil en sus finos labios. Transmitía tanta cercanía que pude haberme puesto a llorar al instante.

–Gal…– su dulce voz 

Vaya… ¿Cuándo fue que me empezó a llamar por mi nombre? No lo recuerdo bien, pero se siente ameno.

–¿Ya va a escucharme? –se agachó haciendo que sus mechones castaños oscuros cayeran sobre sus sonrojadas mejillas.

–Dime…– di una calada al cigarrillo

Los dos teníamos la costumbre de pasar tiempo en el jardín, con las flores bien cuidadas y el aire fresco invadiendo nuestros rostros. Gastando el tiempo al hablar de pequeñeces y anécdotas viejas que no conllevaran dolor. Recuerdo haberle contado esa vez que mi madre me mandó al colegio con una maqueta del sistema solar para el proyecto de matemáticas, claramente reprobé. Y recordaba que ella me contó que la primera vez que fue de pesca con su padre, se cayó del bote haciendo que las sanguijuelas se adhirieran a sus piernas.

Aún tenía esa adorable foto donde aparece sonriendo con la inocencia de una niña de su edad, con sus lindas coletas y los ojos grandes. 

Pero eso algún día quedará olvidado, por más que me resista, ya no importará más.

–Debo decirle algo muy importante– continuó la chica a la que mi mente quería ignorar.

–Te escucho…– 

Sabía lo que iba a decir. Ella me diría que iba a ir a la universidad, en una ciudad lejana donde sería muy complicado que nos veamos, donde ya no podría disfrutar de sus sonrisas mañaneras o el café bien cargado que hacía. Donde Arti no podría disfrutar de las caricias en su lomo por esas suaves manos. Ni podría verme con la misma dulzura como lo estaba haciendo ahora.

No habría más de eso

Y morirá en mis recuerdos

Por más que me duela este momento. No me arrepiento de nada. No me arrepiento por ese día haber sido un pervertido impulsivo que solo deseaba el placer carnal. No me arrepiento de haberte escogido a ti. Y no me arrepentiré nunca de haberme enamorado tanto de esa hermosa mujer.

–Estos días he estado tratando de decirle que en unos días me…– 

–Espera…– la interrumpí

–¿Ugh? ¿Qué ocurre? – esos ojos negros destellantes me miraron

–Ven…– tomé su muñeca. Levantándome de la silla de jardín para caminar hacia la puerta de salida

–Gal esto es enserio... – soltó una risa nasal 

–Esto también– abrí de un tirón la puerta metálica gris para salir de mi casa a la calle. Ella reforzó el agarre de mi mano siguiéndome si refutar más. 

Caminamos unas cuadras, en completo silencio. El frio estaba empezando a hacerse presente y el sol se metía por el horizonte dejándonos lentamente rodeados por la oscuridad.

Estaba harto de ser tan meticuloso, de querer planificar todo a el mínimo detalle. Porque tú…solo tú CC fuiste lo único impredecible en mi aburridamente monótona vida. Y si actuando como un loco logro conservar la esperanza de que digas que permanecerás a mi lado, me volveré el sujeto más desquiciado de la tierra.

 No quiero escucharte decir que me dejarás 

No quiero verte partir ahora

No quiero despertarme en las mañanas sintiéndome miserable porque ya no estás. Ya no estarán tus sutiles caricias ni la manera tan peculiar que tienes en demostrar afecto. No estoy listo para dejarte ir, porque al irte, te llevarás todo en lo que me he convertido.

Jadeaba sin cesar, pasando por el pavimento logrando divisar por fin a los lados algunas casas cercanas. Di la vuelta en la esquina viendo por fin el parque en donde nadie estaba. Mayo se llevó a la gente, mayo se llevó a CC.

Miré las bancas metálicas blancas y la pileta chispeante con luces rojas y moradas. Me recordó al burdel. Todo, cada maldita cosa, me hacía recordar a la chica que encontré por casualidad.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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