La mañana atrapó a Shin leyendo información que Keyfour había conseguido en su llegada a la ciudad, no había nada nuevo en ella, pero tenía que hacer algo para pasar el tiempo. La única despierta era Władysława, que parecía ser la más atenta del grupo. Kacper estaba dormido entre sus brazos mientras que Myśliwy dormía abrazado a su rifle. La luz naranja de la estrella iluminó la ciudad para que él pudiera empezar a notar los detalles que necesitaba. Había un centenar de máquinas sobre esa plaza y se asomó con mucho cuidado a ver el extraño pilar negro que había donde solía estar el árbol. Tenía que ser una antena, ya que según su visor estaba repleto de energía. El Capitán patrullaba entre las máquinas con muchísima regularidad, tanta que estaba pensando en que nada estaba controlando esa particular máquina, solo estaba siguiendo un recorrido. Volvió a la trinchera para hablar con sus amigos, estos ya estaban despiertos y asomados para ver que hacía.
“Bueno, aquí estamos. Por lo que veo puedo rodear la plaza y llegar a la entrada esquivando la mirada del Capitán.” Dijo pensante Shin. “Gracias por todo…”
“¿Por qué te estás despidiendo?” Preguntó preocupado Kacper.
“He enfrentado peligros toda mi vida, Kacper. A veces solo tienes que despedirte por si no tienes la oportunidad después.” Respondió sonriente Shin mientras se ponía su máscara. “Pueden comunicarse conmigo a través de él, Keyfour instaló algo para que puedan hablar conmigo. Les ruego que no salgan de aquí, no quiero que los lastimen.”
“Ten cuidado, Shin.” Dijo con cuidado su amigo. “Vuelve a… solo vuelve.”
“Eso intentaré.” Dijo sonriente Shin. “¿Estás listo?” Agregó mientras Keyfour salía volando hacia él.
Keyfour siempre estaba listo.
“No tenías que alardear…” Dijo jocoso el gris. “Hasta luego.”
Shin se asomó con cuidado por la entrada para notar la espalda de la máquina que patrullaba. Empujó con cuidado a Keyfour para caminar por una calle lateral y ganar unos metros de distancia para no tener que caminar con tanto cuidado. El edificio era alto y era la base arquitectónica del resto de la ciudad. Parecía ser la trompa de una gigantesca nave apuntando hacia el cielo. Tenía una sola entrada que podía ver y la parte alta parecía ser completamente de vidrio. Caminaron por una calle paralela al frente del edificio para terminar en la esquina frente a la plaza. El Capitán pasó hacia su rutinaria patrulla para que ellos pudieran escabullirse hacia la puerta. Esta era gigantesca y estaba cerrada por completo. Keyfour se acercó a un panel a toda velocidad luego de que Shin lo levantara con su telequinesis para esquivar las escaleras. Estaban la vista de todos, pero el Capitán estaba lejos todavía. Shin estaba contando las máquinas mientras su amigo se conectaba al panel que abría la puerta. La nave no tenía ningún estilo que el pudiera reconocer, pero tenía alguna coincidencia con el misil de plata que habían usado para llegar hasta allí.
“Ya sé que son muchos…” Dijo divertido Shin a lo que decía su amigo.
Keyfour no quería que peleara.
“Eh, ahora quiero saltar a esa plaza para demostrar el poder del Primero de los Grises.” Dijo jocoso Shin. “Si pasa algo solo tienes que esconderte, yo me encargo del resto.”
Keyfour estaba ocupado.
“Solo digo, dentro necesitamos encontrar lo que puedas sobre la ciudad y estas máquinas…” Dijo al aire Shin.
Keyfour quería encontrar una manera de volver a casa.
“Eso también…” Dijo pensante Shin. “¿Qué estará haciendo Alara?”
Keyfour se preguntaba lo mismo.
“Debe estar peleando con el Imperio o salvando a alguien.” Respondió sonriente Shin. “Cuando volvamos tendremos que ayudarla, le falta su astromech favorito.”
Keyfour sabía que estaba usando el Cóndor.
“No puedes estar celoso de una nave, Keyfour.” Dijo divertido Shin. “Tienes como diez segundos, el Capitán está por venir, esa espada es como la que mató a Revan.”
La compuerta se abrió de repente para que Shin levantara al astromech y lo metiera a dentro. Su mecánico amigo tocó el suelo para acercarse al panel que estaba del otro lado y cerrar la puerta detrás de ellos. Shin se asomó para ver la hermosa escalinata que llevaba hasta el edificio y ver pasar al Capitán como si nada hubiera pasado. Dentro, el vestíbulo parecía estéril y plateado. Todo estaba iluminado por una fría luz azul y no había una sola decoración a sus alrededores. Solo monitores holográficos y un millar de pantallas. En el centro de la sala había un circular ascensor y un tubo de cristal que anunciaba su camino hacia arriba. Como Keyfour ya estaba ocupado, Shin se tomó el tiempo de llamar a Kacper.
“Amigos, estamos dentro. Esto parece ser un… no lo sé, una sala de monitores. Nada de esto parece ser construido por sus antepasados.” Dijo en voz baja mientras se agachaba junto a Keyfour. “¿El Capitán sigue su camino?”
“Nada que reportar.” Dijo con simpleza Myśliwy. “No hay naves en las cercanías tampoco.”
“Entendido.” Dijo pensante Shin.
Keyfour encontró un mapa del lugar, el cual subió a su traje mientras comentaba algunos detalles perturbadores.
“¿Es un mapa de los túneles?” Preguntó asombrado Shin. “Eso significa…”
Su amigo tenía miedo por los enon.
“Kacper.” Dijo apurado Shin. “Estas máquinas saben que viven en los túneles, tiene un mapa del bunker y lecturas de energía.”
“¿Qué?” Preguntó asombrado el escriba. “No puede ser…”
“Voy a subir, necesito llegar al final de esto.” Dijo con seriedad Shin. “Keyfour, si encuentras alguna manera…”
Keyfour necesitaba una terminal con más permisos.
“Entendido, creo que según este mapa la sala de controles está… arriba nuestro.” Dijo mirando hacia arriba.
El techo estaba pulcro y a unos cuantos metros sobre él.
“¿Podemos usar ese ascensor?” Preguntó mientras se acercaban a él.
Shin saltó tres metros hacia atrás llevándose a Keyfour con él cuando una cara se dibujó en el cristal que protegía al ascensor. La cara era humana y se clavó sobre él antes de que el tubo de cristal desapareciera para dejarlos subir.
“Bienvenidos.” Dijo una voz femenina sin cuerpo.
Shin no sintió nada, como venía pasando en ese planeta desde que había llegado. Keyfour estaba preocupado.
“Tendremos que subir.” Dijo con seriedad Shin.
Ambos subieron a la plataforma para que los llevara hacia arriba en completo silencio. Un hueco en el techo los dejó en una gran sala circular con ventanas a todo su alrededor. Shin dio un golpe de vista para notar pequeñas muestras de vegetación y pequeños animales que nunca había visto. Todo estaba ordenado y limpio. Keyfour se acercó a una para conectarse a una terminal. Su amigo anunció la fauna del planeta, su nombre Opiekun. Detrás había una cúpula de cristal con unos hermosos árboles azules y unos peculiares marsupiales colgados de ellos. A su lado había un acuario con una gran variedad de peces que nunca había visto en su vida. Cuando iba a preguntarle algo a su amigo una holográfica silueta se dibujo frente a él. Era gigantesca y parecía ser una mujer. Tenía un largo vestido y tenía todos los rasgos de una humana. Cada paso que daba la achicaba un poco y para cuando llegó a ellos era un poco más baja que Shin. El holograma miró con curiosidad al gris para luego voltearse. Sus manos estaban apoyadas contra su cintura. Shin no puedo contenerse y fue el primero en hablar.
“¿Quién eres?” Preguntó con curiosidad.
El holograma empezó a hablar en diversos idiomas hasta que se detuvo en común.
“Solían llamarme Madre, ahora nadie usa mi nombre.” Dijo con una suave y delicada voz.
“¿Qué eres?” Preguntó sin cuidado Shin mientras enviaba un mensaje a Keyfour.
Necesitaba que su amigo siga revisando el lugar en busca de soluciones y respuestas.
“Soy una inteligencia.” Dijo mientras volteaba a seguir con la mirada a Keyfour. “Estaba esperando por este día, orgánico. Eres el primero en sobrepasar la barrera de mis creadores. Pronto podré esparcirme por la galaxia a completar mi directiva.”
“¿A que llamas inteligencia? ¿Inteligencia artificial?” Preguntó con seriedad Shin.
“Ah, eres muy primitivo para entender lo que soy.” Dijo con seriedad la mujer. “Me han creado para estudiar la vida en esta rama de la galaxia. Aquí están mis resultados.” Agregó mientras levantaba las manos.
“¿Tú controlas esas máquinas?” Preguntó con seri4edad Shin.
“Yo soy esas máquinas, ellas son mis manos y mis ojos en el cúmulo IJ-5034.” Dijo mientras se acercaba a él. “Tú debes ser descendiente de los primates del centro de la galaxia.”
“¿Cuál es tu directiva? Estudiar la vida de este lugar no te da derecho a destruirla.” Dijo con seriedad Shin.
“Es cierto, mi vieja directiva a sido reemplazada.” Dijo con seriedad la mujer. “Esta estación espacial fue encontrada por una organización de orgánicos.” Agregó mientras caminaba hacia él. “Se hacían llamar Brujos. Los primitivos encontraron una manera de manipular mi directiva y la reemplazaron por otra. Mi trabajo es entender la Fuerza.” Terminó con simpleza.
Shin sintió un escalofrío atravesar su cuerpo. El eco lo golpeó sin aviso y al pestañar estaba en esa misma sala, pero en lugar de tener la ciudad a su alrededor, tenía un campo de asteroides y el resto del sistema. La estrella era lo más brillante en el horizonte y los Brujos estaban a su alrededor. Podía sentir la desesperación en sus voces, incluso cuando no podía entender una sola palabra. Cayó de rodillas al suelo para encontrarse con el holograma a su lado.
“Ellos fueron los primeros en ser estudiados. La Fuerza requiere un lado biológico y fueron necesarios para sintetizar la primera tanda de experimentos.” Dijo con seriedad la inteligencia. “Su ADN no fue suficiente. El siguiente paso fue seleccionar a los más sensitivos de los wat’ennon. Los druidas tampoco alcanzaron, ya que ninguna de mis creaciones ha podido sentir la Fuerza como ellos podían hacerlo en el pasado.”
Shin no podía creer lo que estaba escuchando.
“Me esparcí por las estrellas, asimilando a los orgánicos, mejorando mis creaciones en vano, ya que la Fuerza es un misterio que no he podido entender.” Agregó mientras lo miraba de cerca. “El siguiente paso era estudiar el resto de la galaxia. Los orgánicos que nos cruzamos podían usarla, pero nunca tuve oportunidad de estudiarlos. Derrotaron a mi primera tanda de creaciones y para cuando llegó la segunda usaron un desestabilizador hiperespacial para encerrarnos en este lugar. Desde ese entonces he estado esperando a que se degenere. Esas criaturas no saben como emplear la tecnología de los Arquitectos.”
Shin estaba seguro de que había peleado con los rakata.
“Esas máquinas…” Dijo en voz alta el gris. “¿Las creaste con su información genética?”
“Los he mejorado para sentir la supuesta Fuerza.” Dijo con seriedad la Madre. “La conclusión de la directiva es que la Fuerza no existe o está fuera de los parámetros de los Brujos.”
La gente de la Cascada había muerto por la desesperación de los brujos, por su necesidad de volver a sentir la Fuerza.
“¿Por qué no has acabado con los enon?” Preguntó con seriedad.
“Su ADN es irrelevante para mí.” Dijo con seriedad la inteligencia. “El tuyo, en cambio, será útil para mi investigación.”
Shin no podía creer que todo era culpa de una inteligencia desquiciada por una directiva que no podía cumplirse. Apretó sus sables para que el holograma se fuera de repente. Keyfour estaba sacudiéndose para llamar su atención.