(dis) Enchanted

Recuerdos.

  Aun recuerdo el día en que decidí no practicar nunca jamas la magia suficiente como para que esta se anclara en mi y se atara a mi espíritu.

  Ya casi había cumplido trece, el cual era un numero importante para todas las brujas ya que es el momento en el su aprendizaje oficialmente debería comenzar. Quería crecer tan rápido para asi poder comenzar de una vez por todas mi enseñanza como futura gran bruja Kyteler.  Quien hubiera dicho que todo se podría ir a la mierda en tan solo un segundo.... 

  Ese día estuve practicando sin parar un simple hechizo de luz refractada, el cual es uno de los hechizos mas faciles del mundo pero para una niña de tan solo doce años que aun no habia empezado su entrenamiento era casi tarea imposible.  

  Casi.

  Luego de múltiple intento al fin lo logre, había mi primer hechizo. ¡Estaba mas que feliz de haberlo logrado! Corrí escaleras abajo en busca de todas, mostrándoles orgullosa una a una lo que había logrado yo sola.

 

—¡Eres increíble, solecito!-aplaudió mi prima Fanigan, haciendo tintinear sus múltiples brazaletes.

 

  No me detuve, repitiendo el hechizo una y otra vez cuanto sea necesario para que todos lo vieran, ignorando el pequeño golpe en mi pecho cada vez que lo ejecutaba.

 

—¿Donde esta la abuela Blair?-le pregunte a mi prima Constantine. Desde hace rato que veía a la abuela decaída, pero asumí que ella solo estaba un poco triste como Morgana y yo porque mamá aun no había regresado de su viaje.

—No lo se, debe estar estudiando en el sótano, renacuaja-respondio encogiéndose de hombros—Estoy segura que estará muy feliz por lo que haz logrado—me sonrió acariciando mi cabello.

 

  Corrí lo mas rápido que pude hacia el sótano. Intente ser cuidadosa al bajar las escaleras, siendo lo mas silenciosa posible dispuesta a sorprender a la abuela con un enorme arcoiris de luz, ella seguro estaba con su nariz metida dentro de sus tantisimos libros. Y no me equivoque.  La abuela estaba parada en el centro del gran sótano sosteniendo un libro con una mano y a su lado sus hermanas Charlotte y Amai, las cuales recitantaban palabras que no lograba oír.  

 Me disponía a salir de mi escondite pero una especie de ruido de cadenas me detuvo. Lentamente un cuerpo fue arrastrado hasta estar frente a la abuela, un cuerpo tan pequeño y frágil que nunca hubiera adivinado que le pertenecía a una de las mujeres mas fuertes que conocí.

 

—¡Ya sueltame, vieja bruja!—grito mi madre sacudiéndose como un perro rabioso.

 

  Estaba estática viendo como mi mamá, la mujer mas bonita del mundo estaba tan demacrada y avejentada, pareciendo vestir arrapos destrozados en vez de sus elegantes vestidos.

—Por favor dejame ayudarte—le rogó la abuela mirándola fijamente—Tan solo deja que ate tu magia—intento convencerla.

 

—Nunca podrás hacerlo, ¡nunca!—se carcajeó mi madre—Las voy a matar a todas, las voy a matar a todas—canturreaba alegre.

 

—Sabes que no hay otra solucion Blair—le dijo Helga tocando el brazo de la abuela.

 

—Lo se.

 

  Mi abuela parecía destrozada cuando avanzo un paso quedando cara a cara con mamá.

 

—Las mataré a todas, comenzando por ti, por esas dos viejas brujas y seguiré con las bastardas de mis hijas—siguio mi madre escupiendo—¿Deberia comenzar por la menor o la mayor?¿Ahogarlas, ahorcarlas o incinerarlas?—se debatio pareciendo pensativa.

  Para este punto yo ya estaba como la tia abuela Charlotte, quien lloraba en silencio mirando toda la escena.

 

—No le harás daño nunca más a nadie, Millicent Kysteler, porque hoy en esta fecha hemos decidido encontrarte culpable de actos atrozes que han corrompido tu corazón y han destrozado tu mente—declaro la abuela cerrando su libro y levantando su palma por encima de la cabeza de mamá-Tu castigo sera la muerte-sentencio solemne moviendo su mano hacia abajo.

 

  Corrí sin poder aguantar un segundo mas alli, subiendo las escaleras de dos en dos sin importarme si me oían o no, solo queria irme. Sabia lo que había sucedido abajo, no era tan tonta e inocente. Mi madre se había vuelto una bruja sapo, consumida por su magia demasiado anclada a si misma que destrozo tanto su mente como su espiritu.

  Ignore a todas que me preguntaban el por que estaba tan apurada y palida, bromeando si había visto a un muerto.

  Si tan solo supieran...

  Estuve aislada de todo el mundo por casi dos semanas, en las cuales casi toda mi familia intento convencerme para salir, negandome rotundamente. En esos días tampoco hubo ni rastro de mi abuela o de sus hermanas.  Lograba saciar mi hambre por los platos que aparecían magicamente, y siempre puntuales, sobre mi escritorio. Sabía que era obra de mi prima Fanigan,  ya que cada platillo solo era una combinación diferente de frutas y verduras con alguna flor como decoración.

  En la tercer semana, tres días previos a mi cumpleaños, se llevo a cabo el funeral de mamá. La versión oficial que se dio fue que era murió heroicamente, creando un hechizo muy poderoso para salvar las vidas de unos aldeanos de una catástrofe sobrenatural, pero que al final ella no pudo salvarse a si misma a tiempo. Por ello es que el cajón se mantuvo cerrado durante toda la ceremonia. Pero yo sabia la verdad, yo sabia que estaba cerrado para que nadie viera las evidencias en su cuerpo de como la magia la absorbió llevandose gran parte de su juventud y vitalidad.



#23687 en Fantasía
#5084 en Magia

En el texto hay: juvenil, misterio y crimen, crimen y amor

Editado: 31.03.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.