Distinction

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Maratón 5/6

Los días han transcurrido sin noticias de los chicos. Creo que ya son 2 semas sin saber de ellos, vuelvo a sentirme sola. Sé que soy rara, un día estoy molesta y al otro los extraño, pero a pesar de que me ocultan información son los únicos con los que pueda conversar.

He estado pensando la mejor forma de sonsacarle información a Tristan y ninguna idea buena se me ocurre, ya no sé qué hacer. A veces creo que cuando sea el momento sabré que decir, y es allí que me cuestiono… ¿Qué sucede si nunca llega?

Y por otro lado están las pesadillas, no tengo idea de lo que ocurre. Últimamente todas son iguales, el mismo escenario diferentes reacciones, siempre con el mismo fatídico resultado. Por más que intento no puedo hacer que cambie el sueño.

Estoy sentada en el sillón viendo la pared contraria, pintada de un aburrido blanco, mientras pienso en opciones. No puedo quedarme todo el día encerrada sin nada qué hacer. No obstante, cada que salgo a distraerme termino sin la mínima idea de cómo divertirme, termino vagando sin rumbo y solitaria. Aunque me cueste admitirlo echo de menos a los fastidiosos de Tristan y Declan.

Busco el relicario y lo examino por milésima vez, llevo todos los días intentando abrirlo. Normalmente esta clase de colgante se puede abrir para mostrar fotos, en cambio el que tengo en mi mano necesita de una pequeña llave. No sé en donde pueda encontrar la llave y eso realmente me preocupa.

No entiendo como todo se conecta, a veces creo que tengo la información completa, solo que aún no he podido develarla.

Intento escribir todo lo que sé, por lo momentos, en una libreta y así ordenar mis ideas. Entre tanto pensar y escribir las horas se van pasando, el día se había pasado rápido, ya era muy entrada la noche y mis ojos se cerraban de nada. En una de esas mientras intentaba terminar la última suposición el sueño me ganó, por lo que me quedé profundamente dormida en el sofá.

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Por primera vez, en las pasadas dos semanas, el sueño había cambiado. Ya no me encontraba encerrada en lo que parecía ser un hospital, este escenario era todo lo contario. Estaba frente a la fachada de una rustica y pequeña casa, tenía un aspecto a cabaña bastante pronunciado, se veía mal elaborada, como si la hubieran hecho sin ganas.

La puerta era de madera caoba bastante tosca y descuidada, unas cuantas astillas eran visibles desde mi posición, sin contar que estaba doblada y no podía cerrarse por completo. Las ventanas eran antiguas y desprolijas, algunas partidas por la mitad, mugrientas por la falta de limpieza. El caminillo de piedra estaba opaco repleto de tierra, el material del que fue elaborado casi no se lograba distinguir ni apreciar.

Sin importar la horrenda perspectiva que generaba la morada, me llené de valor y entré en un arrebato de valentía. La puerta era bastante pesada, costaba abrirla por completo, el crujido se escuchó a media cuadra a juzgar por lo estridente sonido que lastimó mis tímpanos.

La primera estancia era oscura y fría, llena de muebles cubiertos por largas lonas blancas, las lámparas eran de un singular modelo de mal gusto, las paredes estaban curtidas con algunas manchas negras y otras amarillentas; seguro en su momento eran de un impecable blanco.

El suelo era de una cerámica barata, algunas agrietadas y otras completamente inservibles, algunos pequeños pedazos de vidrios, provenientes del espejo cuerpo entero colgado en una de las paredes, estaban dispersos por todo el área de manera discreta.

Camino sin hacer ruido, intentando no llamar la atención. Resbalo con un líquido espeso que se encontraba disperso cerca de la entrada, viscoso y putrefacto, el olor no me dejaba respirar las arcadas eran inminentes.

Salgo rápido de la sala entrando en la puerta de fondo, en donde se ubicaba una pequeña cocina, también deteriorada como  toda la casa. Menos mal el fregadora servía y pude deshacerme del líquido grisáceo, fue algo difícil pero lo logré.

Una vez libre de tan espantoso olor, sigo mi rumbo. En la cocina no había nada relevante, solo insignificantes ollas quemadas y uno que otro cuchillo perforando un envase de plástico débil. Sin perder más tiempo me encamino a la siguiente puerta que llevaba a un pasillo.

«No entiendo porqué siempre me consigo un pasillo», me quejo internamente.

Otro pasaje estrecho y oscuro, esto se está volviendo muy predecible, pero para mí consternación no era así. El pasadizo solo constaba con una puerta, ubicada al fondo, rodeada de algunos adornos elaborados en madera tallada.

Al abrirla se percibe un pequeño espacio con algunos muebles y unas tres puertas, dos ubicadas en la pared central y otra rezagada a un rincón de la derecha. Entro en las dos primeras encontrando exactamente lo mismo, unas camas y dos mesitas a cada lado, nada extravagante simplemente lo indispensable.

La tercera puerta llevaba a un sótano, sacado de película de terror. Para acceder a él debías bajar por una escalera y encender un foco de luz amarilla. No era tan grande, sino de un tamaño digamos que adecuado, aunque obviamente estaba en el mismo estado de toda la casa.

En las escaleras se encuentra regado el mismo líquido de la entrada, pero mi curiosidad es mayor, por lo que sigo sin importar nada. Me tropiezo con un metal y caigo de bruces al suelo raspándome las rodillas, el ardor era soporte así que pude caminar hasta una cama pequeña, en donde me senté un instante.



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En el texto hay: experimento, suspense, suspense amor

Editado: 13.09.2021

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