Ha pasado una semana y Ariel no deja de disculparse por no haber llegado a la cena que tontamente le preparé, no mencionó nada del beso porque cree que estaba demasiado dormida para no darme cuenta. Si tan solo supiera que desde ese día no he vuelto a verlo de la misma manera, recuerdo y recuerdo ese maldito momento y me pregunto ¿por qué lo hizo? Quizá estaba tomado y tampoco lo recuerda, pensar en eso último no me gusta, además no olía a alcohol. Mi maldita cabeza es un lio.
—¿Qué te pondrás en la noche? —pregunta Sara.
Rueda una calabaza por la mesa y la sostengo antes de que caiga al suelo.
—No creo asistir, además no tengo pareja.
—Eso es lo de menos, yo seré tu acompañante.
Levanta las cejas y me hace reír, llevamos toda la mañana tallando calabazas y siento que tengo hasta en las malditas uñas de los pies, Daniel está sentada en otra mesa con Mario, su nuevo novio. Toda esta semana no me ha hecho caso por estar con él y me siento un poco decepcionada, no pensé que ella era de esas chicas que dejan todo por su pareja; hasta a sus amigas.
—Creo que se está vengando por lo que le hice, jamás lo va a superar —dice Sara poniendo los ojos en blanco.
—¿Por qué te alejaste de Hannah?
Deja el cuchillo a un lado y se acerca a mí, mira hacia todos lados cuidándose de que mi prima no ande por ahí.
—Ella nos manipula a todas a su antojo, aunque diga que no o se burle. Tenemos el mismo carácter y si hacía algo conmigo y no me parecía no me dejaba de ella, al final terminó por echarme de su grupito.
—No lo creo, Hannah no es así.
—Contigo quizá todavía no, pero todos en esta escuela saben lo perra que es Hannah Miller.
Me parece difícil creerlo, Hannah puede ser lo más chillona pero no la creo manipuladora. Levanto la mirada y veo a Ariel acercarse a nosotras con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, me pongo roja y miro hacia otro lado haciéndole creer que no lo he visto pero se pone frente a mí.
—¿Cómo van? —pregunta desviando su mirada a nuestras malvadas calabazas.
—Después de hoy no quiero volver a ver otra calabaza en mi vida.
—O por lo menos hasta el próximo año —dice Sara.
Él me pide con la mirada que me acerque, me pongo nerviosa y sé que nadie va a pensar mal al verme platicar con Ariel. Ya todos aquí saben que es mi primo. Me levanto y nos alejamos un poquito de Sara y los demás.
—¿Estás lista para esta noche?
—Sí, Sara será mi pareja de baile.
Muevo los hombros y se ríe.
—Dale la mala noticia a Sara, tendrá que conseguirse otra pareja porque tú serás mía esta noche —dice Mason detrás de mí, me abraza y me junta a su cuerpo—, a menos que el profesor Miller diga lo contrario.
Ariel lo quiere asesinar con la mirada por cómo me abraza y besa mi mejilla. Se rasca el puente de la nariz y se aclara la garganta, y yo siento la necesidad de alejar a Mason de mi lado y explicarle que solo es mi amigo.
—Nos vemos después, y por favor deje los arrumacos. Aunque no hay clase aún hay reglas aquí, señor Marinn.
Tristemente veo cómo se va alejando y hago puchero.
—¿Qué te pasa? —pregunta Mason y lo dejo atrás.
Regreso con Sara a continuar con las estúpidas calabazas, necesito de una vez por todas olvidar lo que pasó esa noche o voy a volverme loca. Mason alega cosas que no puedo escuchar por estar pensando en qué estará haciendo Ariel, o qué estará pensando de mí. Seguro va a pensar que Mason y yo tenemos algo, como en su clase no me deja sola ni un segundo. Quiero aclarar eso con él solo para que no haya malos entendidos entre nosotros, nada más.
Terminamos con los cientos de cajas de calabazas como a las cinco de la tarde y voy a casa de Sara a arreglarme, afortunadamente no hay nadie en su casa así que podemos estar con mayor libertad. Sara no tiene hermanos y no puedo estar más identificada con ella, sus padres trabajan casi todo el día y siempre está sola, me recuerda a mi antigua yo. Después de arreglarnos se mira por varios minutos al espejo.
—Se supone que debe dar miedo, es Halloween.
—Te lo dije cuando escogiste los disfraces sin preguntarme, aunque me veo sexy.
Me paro a su lado y le doy un empujoncito para verme bien al espejo, hace una semana compró los disfraces de Superman y la mujer maravilla alucinando en que seriamos pareja, pensé que solo bromeaba hasta esta mañana. Me acomodo bien la diadema y me volteo un poco, parece que solo anduviera en calzones y me siento incomoda, espero que no haga mucho frio o solo pasaré vergüenzas. Mientras espero a que mi Superman esté completamente listo me acuesto en la cama y saco mi celular, como si mis dedos se movieran solos busco el número de Ariel y le mando un mensaje.
*Mason es solo un amigo*
Dudo en enviarlo porque no sé si le importa con quien salgo, pero al final lo hago, espero a que responda y para mi sorpresa lo hace rápido.
*Me alegra saberlo, no es hombre para ti*
#17834 en Novela romántica
#3359 en Joven Adulto
primer amor, profesor alumna mentiras amor, relaciones prohibidas
Editado: 08.05.2022