Dlv (devuélveme la vida) (libro I)

Las mentiras siempre salen a la luz

Hay veces que la vida te pone a prueba para que notes la resistencia y supervivencia que tienes, a veces basta con una disculpa de quien te hirió para dar vuelta a la página y continuar, y hay veces en las que ese mismo perdón no vale nada. Nunca podré entender a Hannah por poner a su novio antes que a mí, y lo peor de todo, antes que a ella y creo que nunca la perdonaré. Lo último que recuerdo es que quería llevármela y tratar de hacerla entrar en razón, no sé cómo pasó, no sé cómo fue que caí por las escaleras ni qué ocurrió después. Cuando abro los ojos veo todo borroso y la cabeza me duele mucho, trato de enfocar un poco mi vista y, primero pienso que estoy alucinando cuando veo a mi padre al pie de la cama, pero después se acerca y toca mi frente y es entonces cuando me doy cuenta que no es ninguna alucinación, está aquí conmigo.

—Gracias a dios despertaste, no sabes lo preocupado que estaba por ti —se le quiebra un poco la voz y sonrío.

—Estoy bien ¿qué haces aquí?

—Anastasia me llamó, estuviste muy grave, pequeña.

No lo creo, pero para que él esté aquí seguramente fue peor de lo que puedo imaginar.

—Vamos a ver cómo sigue la enfermita —dice el doctor.

Me revisa un poco y después alega que me harán estudios y si todo sale bien podré irme a casa.

—¿Qué tengo, doctor?

—Sufriste una contusión por el golpe en la cabeza, estuve preocupado porque no despertabas y tuvieras algo más.

Anastasia entra a la habitación y cuando me ve se echa a llorar.

—¿Qué les pasa, por qué tanta preocupación? —pregunto con voz ronca.

Además de todo mi cuerpo también me duele la garganta.

—Estuviste inconsciente tres días, ¿te parece poco?

¿Tres días? Por dios, yo me siento como si me hubiera quedado dormida profundamente. No imaginé que fuera para tanto, ahora entiendo por qué mi papá está aquí. Se ve tan cansado y ojeroso, se nota que no ha dormido y hay mucho alivio en mi alma por saber lo mucho que se preocupó por mí, eso significa que sí me ama. Le sonrío y le agarro la mano.

—Estoy bien, deberías ir a descansar.

—Voy a ordenar que te hagan nuevos estudios, con permiso —dice el doctor y se va.

Hasta suspirar me duele, prefiero que en vez de estudios me den algo para el dolor de cabeza. Y además estoy muy incómoda, toco mi cabeza y siento una gasa en la sien y además traigo un collarín, estuvo fuerte la caída. Miro por el rabillo del ojo cosas muy coloridas, hay flores y globos por todas partes.

—¿Quién estuvo aquí? —pregunto.

Mi tía suspira y se sienta en la esquina de mi cama.

—Estuvieron tus compañeras del trabajo, Daniel y Sara y Ariel que no se quería despegar de ti ni un segundo. A penas hace unas horas lo mandé a descansar un poco y a regañadientes aceptó. Oh, y ese amigo tuyo… Mason. Y casi lo olvido, Zac también estuvo muy atento contigo.

Levanta las cejas y sonrío un poco, mi papá mira hacia abajo incómodo y ella lo codea. Tengo una sensación rara en el pecho al saber que Ariel estuvo aquí mientras estuve inconsciente.

—En cuanto me dijeron que despertaste corrí a verte, estoy de turno, cualquier cosa que necesites házmelo saber —se acerca y me da un beso en la frente—, te quiero muchísimo, hija.

Le da un pequeño golpecito en la espalda a mi papá y se va, él me sonríe y aprieta mi mano.

—También deberías ir a descansar, te juro que estoy bien.

Asiente y antes de irse me da un beso en la frente.

Afuera se detiene y veo que conversa con alguien, manotea y después voltea a verme, le sonrío y cierro los ojos. Acabo de despertar y me siento muy cansada. Tres días, no lo puedo creer, ya va siendo hora de sacar a Hannah para siempre de mi vida y que haga con la suya lo que quiera, no pienso seguir solapándola y hablaré con sus papás. Alguien toca mi mano y abro los ojos de golpe. Primero me mira serio y después jadeo y se me abraza a mi cuerpo. Tiene la barba crecida y también está ojeroso y con la mirada cansada.

—No tienes idea de lo que sentí cuando te vi tirada en el suelo inconsciente, llena de sangre y sola. Pensé que… —levanta la mirada y me mira fijo a los ojos—, me di cuenta que si algo te pasara yo me moriría. Te lo juro.

Sus bonitos ojos se humedecen y los míos también, besa mis manos y trago saliva. Dijo sola, me encontró sola al pie de las escaleras, Hannah me dejó ahí. ¡Pude haber muerto desangrada! Y me dejó sola. Esto duele más que un gancho al hígado, duele más que la caída y que todo.

—No quiero estar lejos de ti, lo sé, casi te pierdo y no quiero ni un segundo más de mi vida sin tus besos. Te quiero Emma, y me siento tan estúpido por decidirlo hasta este punto, pero soy un cobarde.

Pongo un dedo en sus labios para que guarde silencio, no sé por qué si lo que más quería era escucharlo decir que me quiere.

—¿Qué estás tratando de decir?

—No sé qué pueda pasar después, pero de lo que estoy seguro en este momento es que quiero compartir mis días contigo sin pensar en las consecuencias. Emma ¿quieres intentarlo?




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