Damián.
Me quedé en la puerta hasta que el auto donde envié casa a la señorita Rachel desapareció de mi vista, luego suspiré y pensé en mis adentros en lo largo que iba a ser ese día para mí, debía esperar hasta el otro día, cerré la puerta y se me ocurrió ir a su casa a hablar con ella, pero de inmediato abandoné la idea, meterme en el territorio de la enfermera sería otro error, me dije que lo mejor sería vestirme de paciencia y esperar hasta el otro día.
Me dirigí hacia las escaleras, de repente papá y mi tía aparecieron en el rellano.
—¿Y la señorita Rachel? —preguntó mi tía.
—Se marchó.
—Pero si tú padre la iba…
—Ella no quería importunar, les dejó saludos y dijo que la disculpen.
Puse serio el rostro y les pasé por un lado, sabía que me estaban juzgando con sus miradas entre ellos, pero no me importó, lo que quería lo había logrado, sacar de mi casa a esa enfermera.
Busqué a Lana en su habitación, ella se estaba alistando para salir, debemos viajar en helicóptero a Burlington, mi hija pasará el día con su familia materna, cada vez que puedo la llevo a compartir con los padres de mi difunta esposa, ha sido así desde hace tres años desde que ella no está.
Entré a su habitación, Sabrina, mi hermana veinteañera la estaba peinando. Les dije que iba a alistarme.
Después regresé a mi habitación, me encontré con el desorden que Rachel y yo habíamos dejado, recogí el edredón del piso a un lado de la cama y las almohadas, lo hice como un modo de no dejar indicios de la acción que hubo, aunque deseaba borrarlo de mi mente, desgraciadamente lo recuerdo todo, y demás, aún siento las sensaciones de placer que me produjo su cuerpo.
Basta de tonterías, —me dije en un instante—, Rachel no es la única con la que he experimentado placer, ella solo es un plato más.
Fui a ducharme, me alisté y bajé a la sala, Lana ya estaba esperando con ansias visitar a sus abuelos, nos despedimos de mi tía y mi hermana, luego salimos de la casa. Minutos más tarde estábamos en el helipuerto, el piloto ya nos estaba esperando y viajamos a Burlington.
Rachel.
El chofer de la familia Sánchez me dejó frente al edificio donde vivo con mi amiga Patricia, ella también es enfermera y forma parte del equipo del piso siete.
Al igual que yo, ella también tenía su día libre. Desearía poder contarle lo que me pasó, pero estoy segura de que ella no podría guardar ese secreto, sería el chisme más fascinantes del año y querría contárselo a los demás en el hospital, más aún que ella y nuestros compañeros, detestan al doctor, conocer que tuvo un resbalón conmigo, lo pondría en desventaja frente a ellos.
Mejor me quedo callada y hago de cuenta de que nada de eso sucedió.
Entré al apartamento, todo estaba silencioso, me asomé a la habitación de Patricia, ella estaba tendida sobre la cama, acostada boca abajo, deseé ser ella, estar durmiendo y no estar tan agobiada por lo que me pasó con el doctor.
De repente sentí que la cabeza me comenzó a doler, era de esperar, después de haberme embriagado y la manera como empecé el día. Me preparé un té y tomé una píldora, después me fui a mi cuarto y me acosté, intenté dormir, pero no pude ni cerrar mis ojos. Me dio rabia sentirme de ese modo y pensé:
“No debería preocuparme, ni siquiera recuerdo nada, solo la escena de las uvas, nada más, además el doctor no desea que esto se sepa, él está incluso más preocupado que yo.”
Me dije a mi misma para darme tranquilidad, aunque no estaba mintiendo, el doctor no quiere saber nada de lo que pasó.
Pasaron varias horas en las cuales me mantuve encerrada en mi cuarto, después preparé almuerzo para Patricia y para mí.
En todo ese tiempo no pude dejar de pensar en lo que había sucedido con el doctor, a pesar de que lo intenté. Lo peor era no recordar casi nada, solo tenía unas pocas imágenes en mi cabeza, donde los dos estábamos en el asiento trasero de un auto, nos divertíamos, él tenía una hermosa sonrisa y una mirada tierna sobre mí.
Si me pusieran a escoger, me quedaría con ese hombre con quién salí anoche, pero estoy consciente de que él no existe, solo era el doctor ogro con unos cuantos tragos en su cabeza, esta mañana demostró que ah vuelto a ser el de siempre, no puedo esperar lo contrario, solo espero que esto no traiga consecuencias negativas para mí vida laboral.
Serví mi almuerzo, aún tenía que llevar todo al comedor, de repente él celular sonó, era un timbre característico, el que yo había programado para reconocer cuando se trataba del teléfono del puesto de enfermería del piso siete. Es extraño que hoy domingo Alison, la jefe de enfermeras me esté escribiendo, y desde el hospital.
No podía ignorar el mensaje, entonces tomé el celular y leí lo que decía el mensaje.
«La doctora Grace la necesita urgente en el hospital»
“¿Qué habrá pasado?”
Me pregunté, enseguida le escribí a la señorita Allison.
«¿Qué sucede?»
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Editado: 31.07.2024