El agua caliente recorre mi cuerpo, son aproximadamente las ocho de la mañana y la chica del clima dijo que hoy será uno de los días más fríos de esta temporada, en lo personal odio esta época del año, porque siempre termino enferma y tanto mis padres como hermana se la pasan tras de mi como si fuera una beba que se puede lastimar en cualquier momento. Salgo de la ducha envolviéndome en una toalla blanca. Me toco con mi reflejo frente a mi espejo de cuerpo entero, mi piel bronceada se ve muy pálida, efecto del clima, y mi próximo refriado.
Me visto con mi pijama de lunares rosa, lista para bajar a desayunar. Escucho la voz de mi hermana mayor quien comenta sobre su trabajo con su clásico acento argentino, Gillian, ama los acentos y desde muy pequeña los practica en especial el argentino, uno de sus deseos secretos es que sus hijos sean argentinos y tengan ese acento que tanto ama mi hermana.
—Hermanita, ¿Cómo te sentís? — pregunta tocando mi frente con el dorso de su mano.
—¿Empezamos con las consultas? — pregunto de vuelta con una sonrisa fingida— Estoy bien, no es necesario que me hostiguen o que me encierren en casa, puedo ir a la escuela, no es como si fuera a caer muerta en algún lado.
Mamá me mira con desaprobación antes de colocar un plato de frutas y avena frente a mí, por otro lado, mi padre está de pie junto al tablero con cada una de mis prescripciones médicas, revisándolas detalladamente.
—La última vez si caíste media muerta en el gimnasio— comenta mi progenitor.
Un recuerdo de la clase de educación física pasa por mi mente, en la que la maestra nos obligó a correr por todo el gimnasio para entrar en calor, razón por la cual termine desmayada en una camilla de la sala de urgencias de uno de los hospitales de los Méndez, por supuesto que mamá la acuso con el comité de padres y docentes, por su “ineptitud” —sus palabras, no las mías— y por arriesgar la salud de una de sus estudiantes. Siendo esto uno de los principales motivos por los que, en esta época del año, se suspende mi asistencia a clases.
Yo me lo tomo muy a la ligera, pero mis padres al ser doctores saben perfectamente el estado en el que me encuentro y no quieren arriesgarse a nada, hemos tomado algunas medidas para arreglar el asunto de mi educación con este clima tan frio, con ayuda de mis amigas —en este caso de mi única amiga, Diana— y de algunos de mis maestros presento mis tareas en fechas asignadas especialmente por mi condición.
El resto de los miembros de esta casa se sientan junto a mi para desayunar en familia, cosa que no hemos hecho en algunos días, debido a sus trabajos, es la vida de los médicos, siempre listos para las emergencias y atender las vidas de sus pacientes. Conversamos por un rato, sin importar que ya no tuviéramos comida en nuestros platos. La conversación va desde nuestras ultimas actividades y una que otra cosa sin mucho interés hasta cotilleos de los miembros de nuestra sociedad.
En momentos como este olvido, muchos malos momentos que he vivido por culpa de mi apellido y legado familiar, sé que mis padres me aman y buscan lo mejor para mí, pero como lo demuestran no es la mejor forma, y eso hace que termine sintiéndome de la peor forma.
—Bueno… vamos a lo más importante de este mes ¡La gala! — chilla mi hermana mayor y no es la única, luego se le une mi madre que agita sus manos en el aire con emoción.
Esta gala es un evento muy esperado, no es solo un evento de caridad, es la primera gala de esta temporada, donde se hace la integración de los nuevos miembros de nuestra sociedad, los adolescentes.
—Tengo unos vestidos muy hermosos, para mi pequeña Nicole— comenta mi madre buscando algo en su móvil— vienen desde Italia, lo mejor para la integración de mi beba a la alta sociedad.
Este año todas las chicas y chicos de dieciséis y diecisiete años son presentadas oficialmente a la sociedad como futuras mujeres y hombres de poder. El próximo fin de semana me toca a mí ir a ese evento como la futura doctora.
—Si… que emoción— digo con falso ánimo, sin intención alguna de que se notara, pero no salió muy bien, mi madre se da cuenta de mi actitud borrando su sonrisa.
—Tenías que arruinarlo.
Deja el móvil sobre la mesa, hace a un lado su silla para ponerse de pie y retirarse. Como dijo ella arruine el momento familiar. Era demasiado bueno para ser real, en cualquier minuto nuestra pequeña reunión de familia feliz se acabaría, no esperaba que seria yo quien le pusiera fin, pero bueno lo hecho, hecho está.
Voy a la cocina a prepararme un poco de té, lo sirvo en una de mis tazas coleccionables y camino rumbo a cuarto a la pequeña habitación adaptada en la planta baja para momentos como este, donde algún miembro de la familia se enferma, preferiría estar en mi habitación, pero aquí están los instrumentos necesarios para tratarme, como es el caso de ahora. Me siento en un sillón grande y cómodo, enciendo el televisor y voy a YouTube para reproducir videos de influencers que tanto me entretienen.
—Molestaste a mamá, ¿Qué te costaba solo seguirle la corriente?
—Lo mismo que te costaba a ti no tocar ese tema hermana— Gillian no esperaba esa respuesta, intenta replicar, pero opta por quedarse callada y proceder a lo que venía.
Mi hermana mayor coloca el suero intravenoso en el porta-sueros junto a mí, luego coloca un pequeño catéter y un tubo en una de las venas de mi brazo para mantenerme hidratada. Luego coloca un termómetro en mi boca, esperando que mi temperatura sea menor a la de anoche.