Domain

Capítulo 7.

Amelie König.

Si ser un títere no es suficiente, hay que añadirle actuar como un maldito modelo a seguir ante todos. Ropa lujosa, rostro impecable, buen peinado y maquillaje, buen tono, buena voz, buenos modales. Las apariencias son tan ridículas como tomar sopa en el calor.

Sé que estoy en el centro de todo, el abuelo no perdonará que cometa algún error; no soy Jenks, no soy Aarón y no soy Alana, por mucho son los favoritos de la alianza y por lo tanto los favoritos del viejo decrépito. Desde que tengo consciencia de mí misma y mi entorno he estado bajo la mirada del abuelo, o soy perfecta o me muero, ese es básicamente el mensaje.

–¿Dónde está tu prometido?

Fabricio, con su rostro de político mentiroso, me da la sonrisa más falsa posible y me ofrece una copa de vino, la cual rechazo. No mostraré esfuerzo en llevarme bien con el resto, sus intentos inútiles de alcanzar la cima me asquean, en esta vida solo sobrevive el más despiadado, no el más lame bolas.

–¿Terminaste de presumir a tu prometida como si fuese un cachorro? –su ceja se eleva.

Tomo un vaso de whisky de la bandeja de uno de los lacayos. El idiota italiano junto a mi ríe sin gracia.

–No seas tan pretenciosa –mis ojos chocan con los suyos– a los amigos hay que mantenerlos cerca.

–¿Amigos?

–Soy igual de ambicioso que tú, los dos tenemos el mismo objetivo y lo mejor será respaldarnos –da un sorbo a su copa– Cuando la verdadera competencia estalle habrás lamentado no aceptar mi ayuda.

Los delirios de grandeza de este tipo me marean, vive para él y por él, no entiende que hay algo más grande que él o yo, más grande que la alianza. Esto no es un reality show o un concurso de belleza donde demostrar tus talentos, no es un complot, es la mafia.

De forma cautelosa, sin llamar mucho la atención de los invitados y por lo tanto de los líderes, me acerco a su pecho, nuestra diferencia de estatura no es muy notable, sus ojos me miran expectantes, dejo mi mano en su barbilla y el vaso que sostenía ahora lo sostiene él con su mano derecha, sonrió.

–Cuando la verdadera competencia llegue, Fabricio. Tu sangre será la primera en manchar mis manos, me aseguraré de darte ese privilegio. –mi voz es casi como un susurro.

Nuestras miradas se sostienen, de forma intensa. La iluminación se apaga abruptamente, lo que lo distrae y me da la oportunidad de salir sin ser vista.

Intentando pasar desapercibida en la oscuridad me escabullo hasta el lateral de la mansión, los lacayos se ponen alerta y veo a algunos empleados intentando averiguar qué sucede, si esto dura mucho será una noche movida. Recibo la camioneta que estaciona a toda velocidad, las puertas se abren bruscamente y el cuerpo del idiota con el que compartí vientre es llevado por dos hombres hacia la mansión. Sus acompañantes me miran con sospecha y en silencio me siguen.

–¿Qué haces aquí, Amelie?


—Cierra tu maldita boca, Kravchenko. –la energía vuelve a restablecerse– si dices una palabra de lo que sucedió esta noche, amaneces sin lengua.

La mirada de Yuko se siente como fuego en mi frente, pero ignoro todo y voy hacia la habitación de las mucamas. Tirado como un costal de papas dejan el cuerpo encima de la cama diminuta, incluso moribundo se ve intimidante este imbécil.

–¿Qué sucedió? –pregunto.

Uno de los chicos corta su camisa, dejando ver algunos moretones en su torso y la gran herida de su abdomen, parece que ha perdido mucha sangre.

Miro a los tres inútiles esperando una respuesta.

–Las cosas se descontrolaron un poco –Alana es quien habla– asesinó al jefe de los Yakuj, eso desató un enfrentamiento que terminó con una catana casi atravesando su cuerpo entero.

–El maldito plan era hacerlo luchar, no que estuviera apunto de morir –revuelvo mi cabello– lo único que necesito es que recuerde, no está mierda.

–Espera, espera. ¿De qué demonios me estoy perdiendo? –el rubio idiota habla– ¿Tú hiciste que nos llevarán ahí?

Su voz se escucha afectada, puedo ver cómo su cuerpo tiembla, quizá por el miedo o la adrenalina. Estos dos han vivido siempre en una burbuja, vendas de autocompasión que no los dejan ver más allá, no me sorprende que no entienda nada de la situación. Tampoco me interesa explicarlo con detalle.

–¿Por qué no me dijiste que estabas trabajando para ella? –su tono ha subido un poco y se nota su decepción al preguntarle a Yuko.

–No trabajo para ella, trabajo con ella. –Sus ojos fríos no cambian aún al mirarlo a él– Si lo sabías no accederías a ir con nosotros. Jenks es una herramienta necesaria.

Miro el cuerpo de mi fotocopia sacudirse por la fiebre, parece que la herida ha sido profunda. Luhan intenta bajar su fiebre, mientras cura su herida lo más rápido posible, esto puede significar un contratiempo para mis planes. Necesito que recuerde.

–Si algo malo le sucede a mi amigo –el enojo en su voz es notable – todos ustedes se arrepentirán de esto, me encargaré de cortarles el cuello uno a uno.

Sale de la habitación dando un portazo. Yuko se sienta a un lado de Jenk mirándolo con desaprobación y Alana solo se queda en un rincón, admirando todo, como siempre.

–Muévete.

La mano de Aarón me aparta bruscamente y luego se arrodilla junto al cuerpo del grandote.

–No vas a morir por algo como esto –habla como queriendo que solo sea Jenks quién escuche– Has sobrevivido a cosas peores.

Sus ojos me miran con enojo y decido no darle importancia a sus palabras. Sé porque lo dice, de hecho todos lo saben. Pero en lo único en lo que puedo pensar es en qué es completamente cierto, aunque no sea la misma razón en la que todos piensan, sé lo fuerte que es este bastardo, no morirá solo por una inútil puñalada.


Ha salido del infierno.



#2543 en Joven Adulto
#8368 en Otros

En el texto hay: familia, mafia, mafia amor odio violencia

Editado: 18.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.