Keydrien
pasado
Quisiera decir que nos enamoramos, que nos llevamos bien, que mi último año escolar fue escuchando hablar a Carmen como un perico, quisiera decirle que probé sus finos labios o decirles que somos novios
Pero no puedo, porque nada de eso pasó, al ser mi último año escolar me enfoqué en mis estudios, ella estaba en segundo año y no coincidíamos mucho aun dentro del plantel, nuestros hobbies eran distintos ella era dada a las fiestas y yo a dormir, mis amigos y yo nos íbamos a escalar a las montañas o al río a pescar los fines de semanas y ella patinaba con sus amigas en el muelle y nadaba en la playa.
El año transcurrió solo con unos cuantos holas, con sonrisas que por lo menos a mí me dejaban en las nubes y con miradas que decían más de mil palabras
Ese verano su familia decidió pasar las vacaciones en un país del caribe, pensé que sería mi oportunidad por lo menos de establecer algo más que un “hola”, pero el destino siempre nos tienes jugadas que no es para nada la que teníamos en mente.
Llegó un día antes de mi partida a la universidad, pero no tenía una excusa, ni el valor para ir a verla o a despedirme, me conformé solo con verla de espalda entrando a su casa y con darle zoom a las fotos que subió a las redes.
Al día siguiente me despedí todos, iniciaría mi faceta de universitario, cerré mi habitación, mire por todos los lados, algo que me faltaba, no sabía que era, pero tenía ese presentimiento, en el auto sentado en el lado del copiloto, mirando por el cristal el muelle del que estaría lejos por lo menos 2 o 3 meses, supe que era lo que me hacía falta, su sonrisa, que como si de un imán se tratase, nuestras miradas se buscaron y se encontraron, esa sonrisa que se quedaría grabada en mis retinas, me dijo adiós batiendo sus manos, pero para mí ese adiós fue un “hola bienvenido a mi vida”.
-te gusta el lorito eh- me pregunta mi padre al volante
No contesto, porque no era necesario por el brillo que tenía en los ojos y la sonrisa bobalicona que lo decían todo
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Los meses en la universidad transcurrieron lentos, llegaron las fiestas navideñas, regresé al pueblo con la esperanza de ser recibido con la misma sonrisa con la que fui despedido, pero su familia había decidido pasar vacaciones en casa de su abuelo paterno en Dajadi, lo supe porque en este pueblo nada era un secreto
Pasadas las fiestas, de camino a la Universidad desilusionado y decidido a dejar a un lado su sonrisa y sus ojos verdes que me estaban volviendo loco y dedicarme a buscar algo más en los planteles de la universidad, sin saber que el destino tenía planificado algo diferente, que me dejaría en el mismo estado en el que me encontraba, me detuve a echar combustible y comprar chucherías para el camino.
-US$9.50, ¿en efectivo o tarjeta? - me dice el joven de la caja registradora
-efectivo-
Sacando el dinero de mi billetera siento uno dedos finos tapar mis ojos, me volteo y quedo frente a frente a Carmen, imagen que me roba el aliento
-Hola universitario-
-Hola Carmen-
- ¿te vas? -
-sí y tu llegas-
- tu lógica es irrefutable-
Pago mientras Carmen se pone a mi lado contándome de sus vacaciones en Dajadi e interrogándome sobre mi experiencia en la universidad, todo en un lapso de 3 o 4 minutos, el chico de la caja registradora la mira levantando las cejas y negando, su madre que no sé en qué momento llegó a nuestro lado, paga y con un movimiento de cabeza me dicen adiós y estoy tan embobado siguiendo cada movimiento de los labios de Carmen que olvido pedirle su número telefónico y la veo marcharse en el auto de sus padres en dirección contraria a la mía diciéndome adiós con las misma sonrisa y con el mismo significado que la anterior.
La seguí pensando, ninguna chica llenaba mi expectativa, mi mente, mi cuerpo, mi piel, mi corazón y mi alma, se dispusieron a serle fiel a Carmen, aunque ella no tenga ni la menor idea de este sentimiento que tengo hacia ella.
Intenté escribirle por las redes, pero las manos me sudaban demasiado, solo le daba me gusta a todo lo que ponía, sea o no de mi agrado, no sé qué Carmen había hecho conmigo, pero hasta por las redes los nervios me traicionaban
Confieso que llegué a presentarla como mi novia a chicas que estaban interesadas o a compañeros que insinuaban que era gay.
Llegadas las vacaciones de verano, ya había terminado formalmente mi primer año en la universidad y Carmen comenzaría a cursar su último año en el instituto.
Llegué al pueblo cargado de nuevas ilusiones, decidido a que Carmen sea mi novia si o si, ella no podía seguir dando vueltas en mi cabeza sin yo obtener ningún beneficio.
La primera noche en casa se la dediqué a mis padres, principalmente a la dramática de mi madre que hace alusión a que he ganado peso por comer comida chatarra lejos de ella
-es masa muscular mamá-
-grasa, tiene llantitas-
-Por Dios mujer, el chico está hecho una roca, deja de buscarle la quinta teta a la vaca- me defiende mi padre