─Entonces tu nombre es Luisa, ven─ Rebeca uso un tono indiferente para hablar con la que supuso, era su sobrina ─Debes darte un baño, mira nada mas como estas. Te prestare ropa, pero no creo que nada de lo que estes usando ahora sea rescatable. En especial por...─ Señalo la baba verde ─Eso─
─Si, esta bien, gracias, señora─ Luisa se levanto del pequeño escalo ─¿Me puede prestar su baño?
─... Esta es una cabaña, querida, no esperes que sea de los mismos baños que a lo mejor estas acostumbrada─
─No se preocupe, no se preocupe─ Había estado atrapada en ese bosque por días, cualquier tipo de baño era mejor que hacer lo que necesitaba en medio de un lugar abierto donde cualquier animal pudiera atacarla.
─Umar─
─Si, yo lo hago─
Recogiendo la ropa, Umar camino a la pequeña chimenea que había en la entrada, abrio la compuerta y lanzo la ropa al fuego. Luego uso las tenazas para poner un par de troncos ardientes sobre la ropa para asegurarse que fuera consumida por el fuego. Debía ser consumida por el fuego.
Los slimes eran cosas molestas que rastreaban a su presa con la baba que se les adhería al cuerpo.
Rebeca acompaño a Luisa al baño. No era exactamente un baño parecido a los de su mundo, parecía mas bien una letrina con sistema de tubería y todo, lo único diferente era el asiento. A lado de la letrina estaba una regadera. Las regaderas en este mundo le recordaban a los baños que se veían en el anime de la tierra. Aunque uno también pensaría que era como un sauna.
─Te puedes dar un baño aquí─ Abrió la puerta corrediza del área de baño. Debajo de las tablas de baño estaban las estufas con las piedras para mantenerlas calientes ─Solo necesitas tomar esto y echar un poco de agua aquí─ El cuenco tenía un mango. Le enseño donde echar el agua y pronto el vapor subió a la superficie ─Las cosas de baño son estas─
─Muchas gracias, señora─
─No te preocupes. Te dejare la ropa en la mesa de aquí─ Le dio un asentimiento saliendo del área de baño ─Y cuando salgas, hablaremos de regresarte a tu casa, parece que llevas una mala temporada aquí─
─Muchas gracias─
Rebeca salió del baño y cerro la puerta. Avanzo unos pasos y luego se detuvo. Inhalo profundamente y exhalo. Cerro los ojos y penso por un momento en la familia que eligió dejar atrás ¿Se había arrepentido? No mucho. Había dejado atrás el mundo que conocía y todo eso.
No fue porque estuviera profundamente enamorada de Umar. Al menos, no en ese momento.
La primera vez fue para salvarlos del loco de Herian que de alguna manera se las arreglo para cruzar atrás de ellos. Umar pudo haber muerto si ella no hacía nada.
Rebeca no estaba segura de vivir con el hecho de que un asesinato ocurrió por su culpa.
La segunda vez, fue porque ya habían pasado treinta años desde que se había ido. Muchas cosas habían cambiado y Rebeca no quería lidiar con eso, no con todos los cambios del otro mundo, no con separarse de su hija, no en todo el escandalo que podría armarse si ella se quedaba.
Rebeca era una persona cobarde, cobarde
Que prefirió huir del problema y cortándolo de raíz de su mente en lugar de quedarse y afrontar las cosas, fue una persona que prefirió su propia felicidad y comodidad en lugar de quedarse y luchar por su familia. Rebeca había elegido a los que en ese momento eran... solo conocidos.
Y quizá, solo quizá, lo hizo porque no quería volver a la familia que alguna vez le dio la espada.
Que mezquina era.
Tal vez el resentimiento hacía su madre influyo en su toma de decisiones, tal vez fue el hecho de que su padre solo fuera un ser humano decente pero no un excelente padre, tal vez fue su hermana, cuando se canso tanto de que su madre la comparara con ella.
Pero Rebeca sabía mejor.
Un hijo es el reflejo de sus padres. Rebeca era el reflejo de lo que sus padres y familiares habían sido con ella. Rebeca había tomado sus decisiones basándose en el ambiente que creció.
─¿Mamá?─
─¿Que pasa, corazón?─ Pregunto mirando a su hija, demasiado grande como para cargarla como antes. Si lo hacía, le dolería la espalda por mucho tiempo.
─¿Quien era ella?─
─Una persona que pidió ayuda, esta bien─ Avanzaron a la habitación de Rebeca, que comenzó a buscar ropa en el armario para prestarle a Luisa ─No quiero que te acerques a ella ¿Entiendes? Quédate en tu cuarto o voy a castigarte─
No era un castigo serio, pero Rebeca no quería ni que las primas se cruzaran, muchos menos intercambiaran palabras.
13 años lejos de su familia, si no es que 40 para ellos y de alguna manera, Rebeca no tenía intención de restablecer ningún lazo familiar de nuevo.
Regresaría a Luisa al mundo al que pertenecía. Y que se considere que hizo mas de lo que debería.
Mariana estaba en el mejor de los casos, frustrada con todo lo que llevaba tener a su madre viviendo con ella. No es que Susan fuera una mala madre, pero Mariana estaba acostumbrada a vivir sola. Por muchos años.
Si bien estuvo en una pensión durante los años que estudio en la universidad y compartió el cuarto con otros tres. Aprendió a poner sus cosas bajo un candando para evitar que las agarraran, cosa que no podía hacer en este lugar por tres motivos:
1 Esto era la casa de Luisa
2 No trajo un candado
3 Su madre iba a super mega ofenderse si Mariana se atrevía a poner sus cosas bajo llave e iba a tener que escuchar a Susan en un discurso de veinte minutos de diferentes temas.
A veces era de confianza, a veces preguntas de que si se drogaba, entre otras cosas. Mariana entendía las preocupaciones de su madre: La tía Rebeca había desaparecido de la nada. Los policías les habían dado un montón de excusas para no investigar el caso, entre los miles casos de desaparición de mujeres en México.
#1694 en Paranormal
#585 en Mística
#13825 en Fantasía
#5255 en Personajes sobrenaturales
Editado: 28.10.2022