Donde nacen los lirios

Capítulo 4: Romper el silencio.

Trazaba líneas sin sentido con un lápiz en su libreta, desganadamente, mientras su mirada vagaba a través su ventana, al exterior donde se movían las hojas de los árboles. Una parvada a lo lejos llamó su atención. Cómo deseaba ser como una de esas aves que, llevadas por el viento se elevaban sin esfuerzo, trazando curiosas volteretas en el cielo... Así no tendría que preocuparse más ni sentirse como una marginada. Al menos tendría otras amigas aves que hicieran soportable su existencia.

−Hey, ¿qué haces?− escuchó la voz de su hermano, quien se asomaba por la puerta entreabierta, sacándola de sus tontos pensamientos.

−Tarea.

Al oírla tan desanimada ingresó a la habitación.

−¿Qué te pasa, Sarah?−se sentó a su lado, observándola mientras ella no dejaba de garabatear en una hoja, sin prestarle atención. Sus hermosos ojos color miel daban una mirada apesadumbrada y estremecedora que le encendían sus dudas.

−Nada−Su hermana alzó la mano que le quedaba libre y enroscó en un dedo un mechón de su largo cabello rubio castaño y luego lo dejó caer.

−No me digas que esos rayones tan horribles son tu tarea–comentó con espanto, tratando de hacerle reír.

−No−Sarah bufó, alzando los ojos. Esa era la clase de cosas que Megan entregaría a la profesora de artes, solo como parte de una de sus tontas burlas.

−Oye, de un tiempo para acá te he notado rara, callada. Ya ni siquiera pareces emocionada por ir a la escuela.

−No es nada Key, y sabes que nunca me ha emocionado tanto ir a la escuela− En realidad casi no tenía amigos y solía pasarse los recreos recluida en la biblioteca devorando algún libro.

−Dime qué te pasa.

−No me pasa nada−respondió con una sonrisa fingida, soltando el lápiz y jugando ahora con los bordes de la manga de su suéter. Como esperaba él le dedico una mirada que decía "no te creo ni pizca"

−No me vas a engañar ni en un millón de años. Sé que algo te pasa.

−Nada, en serio.

−Ya dime. No te dejaré hasta que me digas− Él la miró directamente a los ojos y se notaba preocupado por ella−Soy tu hermano mayor y no me gusta que andes con esa cara larga−Le advirtió con seriedad. Si podía hacer algo para cambiar eso que la ponía triste lo haría. Sarah se había vuelto muy reservada y casi no solía comentar lo que le pasaba, lo cual no le gustaba.

−Key no es importante. No es nada...−Trató de disuadirlo sin embargo él persistió inamovible.

−No entiendo esa manía que tienen las mujeres de responder "nada" cuando alguien les pregunta que les ocurre, ¿no pueden simplemente decirlo sin que les tengamos que rogar?

−Está bien−se rindió Sarah, sabía que él no se daría por vencido. Cuando una idea se le metía en la cabeza era muy difícil, sino es que imposible sacársela−Es Megan, ¿te acuerdas de ella?

−¿Quién Megan?−Preguntó tratando de hacer memoria, pero ningún rostro se le venía a la mente−No conozco a nadie que se llame así.

−Sí sabes de quien te estoy hablando. La chica a la que nuestro hermano bañó con un charco de lluvia.

−Ah, sí−Inmediatamente surgió en su cabeza el rostro bonito y frío de la peculiar chica, Keythan esbozó una sonrisa divertida−Ya me la he topado en el instituto y vaya que es insoportable−Añadió recordando cómo la había descubierto siguiéndolo y la discusión tan risible que había tenido con ella.

Sarah permaneció impasible, no podía entender o siquiera imaginar qué le causaba tanta gracia a su hermano.

−¿Y qué hay con ella?

−Pues lo que has dicho, que es insoportable. No la aguanto, de repente se le ha metido la loca idea de fastidiarme la vida−Su falta de amigos le hacía sentir peor, totalmente sola y denigrada, solo se tranquilizaba al llegar a casa, donde sabía que la apreciaban.

−¿Cómo dices?−Keythan arqueó una ceja, incrédulo al escuchar a su hermana. Ya había visto a Megan en los pasillos, demostrando su fama de abusona. Le había puesto el pie a un chico para hacerlo caer enfrente de todos, lo cual le había parecido una bobería de su parte, que pensara que podía pasar por encima de los demás era algo absurdo y totalmente reprobable, por demás. En cuanto se habían encontrado ya fuera por casualidad o porque realmente esa niña lo hubiera seguido no había desaprovechado la oportunidad de hacérselo ver, pero que ahora estuviera atacando a su propia hermana eso era inadmisible, sobrepasaba los límites. Nunca lo toleraría.

−¿Qué te hace?−preguntó entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño de una manera que ensombrecía sus facciones.

−Se pone insufrible, déspota como siempre−comenzó a relatar en un tono que dejaba ver lo mucho que le desagradaba, Keythan la escuchó atentamente, a cada palabra que ella decía él contraía cada vez más las cejas hasta que pareció que no era posible estar más enojado− Todo empezó porque me tropecé e hice caer un jarrón de agua encima de ella, ¡Todo fue un accidente! En verdad no quería meterme con ella, pero Megan lo tomó como una ofensa, no quiso escucharme cuando me disculpe. ¿No te parece exagerado?



#61 en Joven Adulto
#1668 en Novela romántica

En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.