Donde nacen los lirios

Capítulo 8: Incipiente pasión.

 

Capítulo 8: Incipiente pasión.

Cuando Gustaf y Erick se enteraron que Zack y Sarah estaban de novios el desconcierto fue latente en sus rostros, sus mandíbulas cayeron y los miraron desorbitados. Fue la noticia del año, porque a ese paso estaban seguros de que Zack jamás sentaría cabeza con ninguna chica y descubrir que Sarah, precisamente, era la dueña de su corazón, les descolocó. Sucedió tres semanas y media después de que establecieran su lazo formal. Un día después de que Sarah enfrentó a su hermano tras verlo platicando con Megan.

Zack dejó que su mirada vagara. Paseaba con Sarah por una de las calles del centro de la ciudad, sujetando su mano. Platicaban de todo y de nada, y sus miradas se encontraban con la más mínima excusa mientras reían. Cómo no, se entendían y su sentido del humor congeniaba a la perfección, por lo que bromeaban por cualquier tontería y sin embargo tenía todo el sentido del mundo para ellos.

Tenían una vista espectacular. El sol acababa de ocultarse detrás de la montaña, dejando manchones anaranjados y dorados en el cielo. Los árboles de la avenida exhalaban su espléndido aroma a hojas verdes y en cualquier jardín tallos y pétalos brotaban.

La ciudad parecía más brillante y colorida debido a la temporada. Los días eran más luminosos y los cielos despejados se pigmentaban de variadas y profundas tonalidades azules. Por las mañanas el clima solía ser tibio, por la tarde caluroso y al atardecer el viento enfriaba el ambiente. Aquella noche primaveral la atmosfera era fresca y perfecta para caminar y olvidarse de todo. Sin embargo había algo que le inquietaba.

No había parado de darle vueltas a un comentario que Keythan le hizo un par de semanas atrás. Día a día se proponía preguntarle directamente a Sarah a cerca de ello pero sabía cómo. En primera porque tenían muy poco tiempo de relación y en segunda porque le daba miedo la respuesta. Solo hazlo, se dijo.

—Sarah—Empezó, con voz suave, buscando las palabras—Keythan me contó que vas a ir a estudiar a la Universidad de Artes.

—Es verdad—Asintió ella.—Cumplí 18 años, así que también viviré sola.

Ninguno de los dos mencionó nada por algunos segundos. Zack sintió una dolorosa opresión en el pecho.

—¿Por qué no me habías dicho nada?—La pregunta emergió teñida de tristeza. Ella le gustaba mucho pero también se percataba de lo que sentía por ella era superior a eso—¿No confías en mí?

—Claro que confió en ti, no te lo había dicho porque, aunque quiero ir a estudiar a la universidad de artes, aún no es una realidad―Contestó con tranquilidad― Todavía me falta poco más de medio año de todos modos. No he hecho los trámites para presentar el examen y cuando lo haga tampoco está asegurado que me acepten—Ahí solo ingresaban los mejores, después de ser evaluados por expertos.

—Claro que pasaras ese examen, debes verlo como una realidad desde ya—Expresó con convicción—Eres una artista. Tu creatividad es asombrosa, pequeña Picasso—La abrazó, aferrándola a su cuerpo, con una apremiante necesidad de tenerla muy cerca suyo y sentir su corazón latiendo.

Sarah se mudaría a estudiar a la universidad de Artes. Porque además de tener el talento tenía la humildad suficiente como para admitir sus flaquezas en el ámbito y por tanto mejorar al máximo sus habilidades. Él estaba seguro de que así sería. Eso se traducía en muchas cosas. Distancia. Dolor. En esas circunstancias, no sabía a ciencia cierta si podrían continuar con su relación.

—Mientras eso sucede, los días que pasemos juntos serán los mejores—Zack colocó sus manos a ambos lados de su rostro y besó su frente, ignorando el nudo amargo en su garganta y las ganas de llorar que le atacaban. Estaban decididos a que pasara lo que pasara lucharía por mantener a flote.

—Lo prometo—Los ojos de Sarah se llenaron de lágrimas, dolía solo pensar en que tendrían que despedirse e ir cada quién por su camino. No se imaginaba la vida viéndolo en una pantalla virtual y platicando con él por Skype, extrañando todo el tiempo su cuerpo cálido y sus abrazos. Parpadeó y sonrió. No tenía caso amargarse de forma prematura—¿Y tu, lo prometes?—Elevó su dedo meñique.

—Lo prometo—Zack lo entrelazó con el suyo, mirándola con intensidad.

Una brisa revoloteó a su alrededor y un mechón rebelde del cabello de Sarah voló de su sitio, Zack lo atrapó y jugueteó con él, lo acarició entre sus dedos y lo examinó con interés estudioso, deleitándose con su tacto de hebras de miel suave. Cuando Sarah tenía el cabello largo le volvía loco y ahora que lo tenía hasta la mitad de su cuello, cayendo en suaves ondulaciones, le encantaba más. Le hacía ver hermosa y sofisticada. Es que esta chica tenía el poder de fascinarle se hiciera lo que se hiciera. Y pensar que había sido Megan quién la había llevado a cortárselo. No dejaba de ser indignante pero tampoco le quitaba méritos.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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