Donde nacen los lirios

Capítulo 29: Incomodidad.

Capítulo 29: Incomodidad.

Al principio se cuestionó a si misma y creyó que se trataba de una broma. Pero no. Todo era real. Sacudió la cabeza, perpleja. Y pensar que hace tan solo unas horas se había alegrado al escuchar que Ian había sido sentenciado y ahora tenía el estomago revuelto y unas intensas ganas de vomitar.

Ian asesinado. Sonaba como una locura. No pudo procesarlo los primeros minutos. Keythan parecía estar tan conmocionado como ella.

Los invitados fueron despidiendose poco a poco, anonadados por la noticia. Y toda la calidez, todo el animo acogedor y festivo, fueron reemplazados por el desconcierto y la indignación.

La policia no tardó en contactarlos y cuestionarlos como parte de la averiguación previa. Tenían a Keythan en la mira como un potencial sospechoso; una vez había atentado contra la vida de Ian, pero no encontraron ni una sola huella incriminatoria, nada concordaba y tenía una coartada creíble y comprobable. Estuvo junto a su familia, celebrando.

¿Qué estaban haciendo? Celebrando en una pequeña e inocente reunión de amigos. A Megan le dolió usar ese argumento. Le parecía asqueroso y desagradable. Mientras ella brindaba y reía, en alguna parte, Ian había agonizado en sus últimos segundos de vida.

El asesinato había sido cometido esa tarde. En el informe preliminar la policía llegó a la conclusión de que Ian había sido secuéstralo después del juicio, cuando se dirigía a su casa junto a su padre. Él contó que pararon en un restaurante de comida rápida y no volvió a saber de su hijo, como lo vio tan molesto y afectado después del dictamen del juez, pensó que querría estar solo y no le dio importancia a su desaparición repentina.

Entre las posibilidades, aventuraron que podría tratarse de un crimen pasional de una ex novia celosa. Kim en realidad no era su pareja oficial, solo se veían de vez en cuando y tenían intimidad. No descartaban que pudo haber tenido algún romance con otra chica. O que el mismo Keythan contratara a algún matón para encargarse de Ian mientras él celebraba su victoria.

Pero, por la forma en que había sido asesinado, con tanta saña, los policías conjeturaban que podría tratarse de algo más serio.

Pisar nuevamente la comisaría fue agotador y desgastante para Megan. Las preguntas de los policías hasta ofensivas. Fue como si intentaran sonsacarle una verdad que no poseía. Culparla de un crimen del cual no era responsable. Porque, después de que Ian la intentara violar, creían que tenía motivos de sobra para odiarlo y querer matarlo.

Matar a una persona. Eso jamás se le había pasado por la mente y menos a Ian, por más canalla que hubiese sido.

Cuando se cruzaron por el pasillo, el padre de Ian les clavó una mirada, inundada de recriminaciones y una aversión abismal. Se abalanzó contra Keythan.

—¡Maldito! ¡Fuiste tu!—Bramó cegado por la rabia, con los ojos llenos de lágrimas.

—No—El padre de Ian comenzó a zarandearlo con violencia y Keythan no hizo amago de detenerlo. ¿Cómo responder a un hombre destrozado que acababa de entrar a la morgue a identificar el cadáver despedazado de su hijo? Su cara estaba marcada un dolor tan grande que las palabras no abarcarían para encerrarlo.

Dos agentes tuvieron que desprenderlo de su agarre y lo apartaron.

—Estarás feliz, perra, bruja venenosa y maldita—Escupió hacia donde estaba Megan.

Eileen puso una mano en su hombreo y Keythan tuvo que usar todo su auto control para no correr hacia él y romperle los dientes. Respiró profundamente y cerró sus puños. No soportaba que insultaran a Megan pero tampoco podía dejarse llevar por el enojo. No con todos esos policías viéndolo como uno de los potenciales sospechosos del asesinato, sobre todo porque sí llegó a amenazar a Ian con matarlo después de lo que hizo. A su favor solo podía argumentar que había actuado en un arranque imprudente, pero no menos satisfactorio.

Después de que la cólera dejó de hervir y sus sed de venganza se aplacó recapacitó y se avergonzó de su proceder. Le inundó la alegría cuando el juez sentenció a Ian, aunque deseaba que lo encerraran, se contentó con que pasara sus días con su expediente marcado por agresión sexual.

Kim también se presentó en la comisaría, con negros manchones surcando su rostro y los ojos marcados por la tristeza y el desconsuelo. Entonces supieron que después de que Ian desapareció del McDonald's ellos dos se encontraron. Ella fue la última persona que lo vio con vida.

Kim aseguró que estuvieron juntos alrededor de una hora, caminando sin rumbo en la ciudad, y después ella se marchó a su casa. Eso fue todo. Cuando los policías le preguntaron, contó que habían hablado de cosas sin importancia. Del juicio, de que Ian se sentía arrepentido, de que planeaba mudarse a otra ciudad en cuando el juez le autorizara su libertad, que quería comenzar de nuevo y olvidarse de lo sucedido. Que había actuado mal y lo sabía. Y que no estaba enamorado de Megan, que la había odiado, pero que eso quedó atrás y que ahora, durante el resto de su vida, tenía que llevar a cuestas un error garrafal. Y Kim había llorado cuando él se lo dijo, porque lo quería y no soportaba que hubiese arruinado las expectativas que tenía de ella con él en el futuro. Pero sonrió, reconfortada porque aunque él estuviera lejos, al menos podría tener una vida relativamente normal, fuera de las rejas. Y ahora nada.



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En el texto hay: adolescente, romance, drama

Editado: 19.03.2019

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