Estaba llegando a la casa de mis padres, seguía como la recordaba en toda mi infancia; era una casa grande parecida a una mansión y todo estaba hecho al estilo de mi madre, ella siempre ha tenido un buen gusto para decorar y ha hecho un gran trabajo con su casa sin duda. Estaba subiendo los escalones cuando sin previo aviso una chica joven abrió la puerta y me recibió con un gran abrazo.
—¡Por fin nos vemos!— dijo la pelinegra.
—Te extrañé tanto Karen— respondí mientras le devolvía el abrazo. Unos minutos después una señora de cuarenta y algo de años me recibió emocionada.
—¡Harper, hijo, que bueno que estés aquí!— solté a mi amiga y envolví a mi madre en un abrazo lleno de amor, ha sido la mejor madre que la vida pudo darme y recordar que entre mi padre, su esposo, y sus hijos le regalaremos un hotel a su nombre es algo que me hace feliz, ella se merece el cielo y todo lo mejor del mundo.
—Hola mamá— hablé —¿Cómo has estado y porque Karen esta aquí?— cuestioné. No me molestaba, sin embargo, me sorprendió que estuviera aquí.
—Sin duda estoy feliz porque cenaremos en familia después de mucho tiempo— respondió —Y Karen esta aquí porque es como la hija que nunca tuve pero es parte de la familia— añadió. Tenía razón, Karen ha estado con mi hermano y conmigo durante toda nuestra adolescencia a la actualidad, pero mi madre tenía razón; ella deseaba tener una niña y cuando se enteró que tendría otro hijo dejó de intentar, y cuando conoció a Karen la adoptó como una hija más y muchas veces la invita a comer y se van por horas hasta regresar en la noche, y me atrevo a decir que quiere más a Karen que a Christian y a mi.
—Acabo de regresar de Paris y no podía sentirme en casa sin visitarlos— habló mi mejor amiga.
Karen se había ganado una beca para estudiar diseño de modas y expandir sus diseños con grandes marcas de Europa, no sabíamos cuando regresaría pero si ha sido bueno verla después de mucho tiempo.
(...)
Todos estábamos en el comedor degustando el platillo estrella que hace mi madre:
Pollo bañado en crema y verduras.
Mi padre mis ha contado que cuando la conoció era una chica que le gustaba mucho estudiar, en especial las leyes. Con el paso del tiempo él se dio cuenta que tenía esa chispa que la hacía especial y sabía que no habría otra mujer en su vida que no fuera ella. Poco a poco todo se fue dando hasta que se hicieron pareja y él la apoyó para ser la mejor abogada del país. Y así fue. Ambos lograron sus metas y a dos años de casarse me tuvieron a mi y dos años después a Christian. Al pasar los años decidió, por voluntad propia, dejar su trabajo para encargarse de la casa y de la familia que había formado y ella dice que fue lo mejor que pufo haber hecho.
—¿Qué les pareció la cena?— habló mi progenitora de pronto.
—Esta deliciosa cariño— respondió mi padre.
—Esta muy buena tía— comentó Karen, mi madre le dijo que podía llamarla tía o por su nombre, Christina, y desde entonces ella la llama así.
—Que bueno que les gustó— dijo —Además, me alegra tenerlos a todos juntos después de tanto tiempo.
—Y también extrañabas a tu hijo favorito— dijo Christian con una sonrisa socarrona y reímos.
—Claro que sí— respondió —Extrañé mucho a Karen— sonrió alegre mirando a la mencionada y mi hermano empezó a hacer sus dramas.
—Pones triste a tu bebé— empezó a fingir tristeza.
—Se te quitará con el postre que preparé— como por arte de magia dejo el sentimentalismo y una sonrisa partía su rostro en dos.
—Así, si se quita la tristeza— respondió y todos volvimos a reír. En verdad extrañaba tener noches así.
(...)
La cena había sido grandiosa y ahora estaba dejando a mi mejor amiga en su casa.
—¿Y como te fue en París?— pregunté mirandola mientras conducía.
—trés bien— dijo en un acento frances perfecto —Todo fue increible y conocí a mucha gente. Además, había muchos hombres guapos.
—¿Asi que te divertiste?— sonreí dejando en claro de que hablaba.
—Claro que sí— respondió orgullosa de ella misma y el resto del camino nos la pasamos escuchando una canción que pusieron en la radio. Cuando estaba llegando a su casa estacioné el auto enfrente, le ayudé a bajar y caminamos hasta la puerta de su casa.
—Dile a tu mamá que muchas gracias por la cena— dijo la pelinegra y le dí un abrazo de despedida.
—Sabes que siempre serás bienvenida— hablé y ella rió levemente. De pronto escuchamos un ruido, inmediatamente nos separamos y cuando observamos de donde provenía el ruido, yo me quedé boquiabierto.
—Lamento interrumpir— habló el chico enfrente de nosotros.
—Te dije que me dijeras cuando llegabas, hermanito.
Y así mi cabeza explotó de confusión.
—¿Patrick es tu hermano?
HOLA GENTE BONITAA
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NOS LEEMOS EN EL SIGUIENTE CAP, LOS TKM <3