MATTHIEU
Miércoles, 14 de septiembre
En el anticuario Corenthin, Matthieu miraba su teléfono, revisaba sus redes sociales y de vez en cuando sonreía. Una bola de papel lo golpeó en la cabeza, rebotando en la mesa.
Él levantó la mirada y frunció el ceño, soltando una carcajada. Bastien Moncharmin lo miraba con desaprobación.
—Ponte a trabajar —ordenó.
El muchacho asintió guardando el teléfono.
—Y tira eso a la basura.
—Cómo diga, monsieur —respondió con un saludo militar.
Bastien refunfuñó, pero su cara de abuelito hacía más gracioso el gesto.
Matthieu tiró el papel a la basura y se acercó a los estantes a mover cosas de lugar sin un propósito específico. Todo estaba mal acomodado y para él, no tenía sentido reacomodarlo porque su jefe volvería a ponerlo como se le diera la gana.
Movía libros de aquí para allá, topándose con uno en específico que tenía las pastas desgastadas y las hojas arrancadas. La portada decía «Lost», en letras plateadas opacas.
—Oh, ese libro es el que tenían ayer esos muchachos —dijo Bastien por sobre el hombro de Matthieu.
El muchacho se sobresaltó.
—¿Cuáles muchachos?
—Ah, unos hermanos que entraron por la tarde y no sé a donde fueron después. La jovencita, Isabelle se mostraba interesada en Lost.
Matthieu asintió.
—¿Y se los tragó el libro no?
Bastien asintió.
—Será mejor que dejes el libro en donde lo encontraste. Esperemos no tarden en volver —sonrió con una pizca de picardía.
El chico siguió la orden y se estremeció.
—¿Qué pasa si no vuelven? —preguntó mirando a su jefe.
El dueño del anticuario se encogió de hombros.
—Lo harán.
No muy convencido por aquella respuesta, el muchacho prefirió no hacer más preguntas.
Volvió a sus deberes, escuchando después a Bastien hablarle.
—¿Sabes que París es mágica?
Matthieu se giró sorprendido. Negó y miró a su jefe con curiosidad.
La magia sí estaba presente en su vida. No sólo se trataba de su hermano mayor, un mago muy poderoso, ni siquiera por Kirill Novak, un gran cazador. Sino por todo lo extraño que sucedía.
Por un lado, agradecía ser un conocedor, pero a la vez, se sentía extraño al ser una persona común que se conformaba con solo observar sin participar.
Así que prefería escuchar las historias de Bastien Moncharmin, siempre llenas de magia, personajes interesantes y seres sobrenaturales.
Le dio un última vistazo al libro, «Lost», el libro mágico que suele «tragarse» a las personas que tienen problemas en sus relaciones fraternales y encerrarlos hasta el momento en que aprendieran a convivir entre ellos.
Se imaginaba qué era lo que estaban viviendo esos hermanos. ¿Qué locura estaría ocurriendo dentro de las páginas de ese libro?
Se encogió de hombros.
Aunque le parecía interesante, no era de su incumbencia. Aunque le parecía interesante, no era de su incumbencia. Pero eso sí, a él le gustaría vivir algo mágico, quizá de esa índole tan descabellada.
—Cuénteme, por qué es mágica.
—Oh, muchacho listo —respondió Bastien guiñando un ojo—. ¿Te he contado la historia de Rebecca Malinov?
El chico negó.
—¡Oh! ¡Pero de lo que te pierdes! —añadió agitando las manos en el aire.
Matthieu se acercó al mostrador donde Bastien limpiaba el polvo acumulado cerca de la caja registradora antigua.
—Rebecca es una chica que vivió toda su vida donde el Gran Missir gobierna, Passburg se llama esa ciudad protegida en el bosque de Beckov que según las antiguas leyendas… —relataba el anciano mientras Matthieu asentía.
Pero de un momento a otro, el joven comenzó a divagar. Veía a su jefe mover los labios, pero de ellos no profería sonido alguno.
La imagen del puente siendo destruido llegó a su mente.
Había pasado los últimos días pensando en lo ocurrido, por lo que estaba muy seguro de lo que alcanzó a ver, si no fuera porque no tenía conocimiento sobre cuánto tiempo pasó antes de despertar.
Estaba consciente de las artimañas que su hermano podía hacer para evitar levantar sospecha alguna, como la reconstrucción del Pont Alexandre III.
«Everett », pensó en su hermano mientras fruncía los labios.
¿Sería tan capaz de haber arruinado esa cita?
Negó. Él no buscaba nada con ellos dos, jamás destruiría una construcción a propósito, había sido un accidente. Quizás estaba persiguiendo a alguien, quería atacar a alguien. Sí, eso era.
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Editado: 03.08.2022