MATTHIEU
«No, no, no, no, ¡no!», era lo único en lo que podía pensar.
El corazón que palpitaba acelerado dentro de su caja torácica yacía roto en miles de pedazos. No daba crédito a lo que sus ojos habían visto, más bien, no quería creerlo.
¿Por qué? ¡Por qué!
¿Qué hizo él para merecer tanto sufrimiento?
Pero, a su vez, estaba consciente de que todo su dolor no tenía una base sólida ni justificable. Ellos no eran más que amigos, solo eso, amigos.
Suspiró.
Anneliese no sentía lo que él. Tenía que aprender a vivir con ello.
Sin embargo, no entendía nada. ¿Quién era el hombre que intentaba seducirla? Si tan solo le hubiera visto la cara al menos conocería la identidad de su rival.
Empuñó las manos y reprimió un gruñido.
¿Qué quería de ella? ¿Por qué a ella? De tantas chicas en el Conservatorio, tuvo que elegir a su musa inspiradora.
La impotencia y la ira se apoderaron de él.
Respiró profundamente, intentaba calmarse, pero sus pensamientos no ayudaban. El simple hecho de recordar esa funesta imagen le provocaba asco.
Su musa, aquella que inspiraba su arte, atraída por alguien que no era él. ¡No! Eso no podía estar pasando.
De pronto, sintió que todos sus esfuerzos por conquistarla habían sido en vano. Los dos compartían sus vidas como si de una misma se tratara, ambos sufrían por igual, ninguno era apreciado en esa mierda llamada mundo. ¿Por qué ahora?
Se llevó ambas manos a la cabeza y se mordió el labio. No soportaba el dolor que estrujaba su cráneo. Todo alrededor le daba vueltas, sintió náuseas y las ganas de sacar todo lo que reprimía en su ser comenzaron a hacerse latentes.
Una oportunidad, solo eso deseaba: una oportunidad de ser feliz por una maldita vez en su miserable vida.
¿Era mucho pedir?
«¡Si tan solo no fuera un cobarde! ¡Si tan solo se lo hubiera dicho!», se recriminaba.
Él quería a Anneliese, no soportaba que otro se la quisiera quitar. Ella era de él. Sus sonrisas, sus confidencias, su historia… todo le pertenecía ahora.
¿Por qué?
¿Por qué?
—¿POR QUÉ? —gritó.
—Uy, cálmate tantito —dijo la chica pelirroja sentándose a su lado—. Quién te escuche dirá que estás loco.
Pero sus palabras no hicieron efecto en él. Matthieu mantenía la cara oculta entre las manos, se le escuchaba gimotear.
—¿Qué pasó Matty? —preguntó con un atisbo de preocupación.
—¿Fio? —masculló el muchacho—. ¿Qué estás haciendo?
—Estar a tu lado, ¿fue tu padre?
Por más que quisiera decir que sí, terminó negando la situación.
—No. Es… una tontería —dijo secándose las lágrimas con el antebrazo.
Fiorella frunció los labios y sacó de su bolsillo un pequeño pañuelo rosa con la letra «F» bordada con un ornamento dorado en las esquinas. Le pasó la tela por el rostro, secando las gotas saladas que brotaban de sus ojos nebulosos.
—¿Entonces qué pasó? Tú no te pones así por nada. Vamos, dime —animó.
Matthieu se debatía entre confiarle sus sentimientos a su amiga o mantenerla alejada de Anneliese. Por más destrozado que se sintiera no podía permitir que Fiorella, su mejor amiga, entrase en una discusión con la extranjera. Ya bastante tenía con pensar en que era agredida por ella como para ponerlas en una verdadera batalla campal, en donde posiblemente, saldría perdiendo.
—Solo estoy algo estresado.
En la frente de la chica se marcó una arruga.
—Y yo nací ayer —confrontó—. Matty, somos amigos desde hace una eternidad. Sé que algo te pasó, pero no entiendo por qué no quieres decirme, ¿o es que nuestra amistad solo fue de papel y no cuenta en absoluto? ¿fue una farsa?
Matthieu negó.
—No puedo contártelo todo, Fio. —Desvió la mirada.
—Entiendo. Entonces me has cambiado. Debí suponerlo desde el momento en que me acusaste de atacarla. ¡Ella te ha lavado el cerebro!
—¿Qué? ¡No! Agh, Fio, somos amigos, y si te pregunté eso la otra vez fue porque… —Se mordió la lengua, no podía revelarle nada, no si quería evitar un desastre.
—¿Porque qué?
—Porque no quiero que haya malentendidos entre ustedes dos, ¿sí?
—¡Pero si nunca le he hablado! —exclamó agitando los brazos en el aire—. Ella dijo eso, ¿no? Okey, Matty, creo entender. Anneliese Beaumont es una chica muy extraña, ella está algo loca, ¿si la has visto no? Sale corriendo del salón porque dice que las voces y no sé que tanta tontería, además es una enferma mental ¡todos lo saben! Que no te hayas dado cuenta es diferente. Por otro lado, por más que lo intento, no logro hacerte cambiar de opinión al respecto, dime, ¿ella es más importante para ti que yo?
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Editado: 03.08.2022