Capítulo 60.
Ornella.
Hoy es mi cumpleaños número diecisiete. Se supone que es el mejor día de mi vida. Ya que mis papas se pusieron la diez.
Nos hicieron para mí, y mi hermano, una de las mejores fiestas. Creo que la llegada de Alexandra, los tiene muy contentos. ¿A quién no? Esa pequeña pelinegra, compite con mi ahijada. Por ver quién es más adorable y hermosa.
Miro mi disfraz de Supergirl, si mis padres hicieron una fiesta de disfraces. Pablo es Super Man. Era más que obvio que estaríamos vestidos iguales o combinados.
Aunque el disfraz es magnífico, un top azul con la letra S de color rojo. Perfectamente ajustado. Una pollera roja igual a la que usa Melissa Benoit, interpretando dicho personaje.
Mi cabello cae en perfectas hondas hechas por mi mejor amiga y cuñada.
Pero a pesar de que todo estaba perfecto, mi disfraz, la casa, la fiesta y el día, ya que al ser veintidós de noviembre no hace mucho calor. Pero algo me falta, o más bien dicho alguien.
Él, Nicolás, no podía creer que todo se había terminado así como así. No me llamo, no me hablo, no me busco. En el recreo era como antes, ni siquiera me miraba. Tampoco se juntaba con mi hermano o sus amigos. Fue como si estar cerca de los Ambroni sea como estar al lado de una planta radiactiva o algo así.
Suspiro triste duele. Mierda como duele querer y que no sea reciproco. Es decir ¿Qué tan mal estaba?
¿Los te quiero no fueron sinceros? ¿El amor era mentira? ¿Solo quería acostarse conmigo?
Porque no entiendo. No entiendo como alguien puede decirte “Te quiero” y dos horas después te saca de su vida. Sin explicación o motivo, aunque motivo había. Nunca pensé que, yo soy tan poco para él. Como para no luchar un poco por lo que tuvimos.
— ¿Me quieres Ornella? —pregunto mirándome.
— No, te amo Nicolás.
Una estúpida lágrima cae por mi mejilla. Rápidamente la borro, no quiero arruinarme el da.
— Hijita ¿Estas lista? — cuestiono mama. Entro a la habitación, estaba vestida como Mera la novia de Aquaman. Tenía su cabello pelirrojo suelto y lacio, estaba hermosa.
En sus brazos traía una hermosa bolita pelinegra, disfrazada de pez.
— Pero mira que hermosa que esta mi pequeña Alex — chillo. Quitando le a mi hermana de mis brazos. Es tan pequeña para tener dos meses.
—Sí, igual que mi súper chica — dice mama. Acariciando mi mejilla. — ¿Cómo estás?
— Estoy bien mama.
— No me mientas.
— No estoy miento.
Ella me da una mirada escéptica. Agg, odio que mi mama me conozca.
Intento hablar, pero no sé porque. De pronto siento un nudo en la garganta, las palabras no sale. Pero las lágrimas y el llanto no tardan ni medio segundo en salir.
Mi mama me abraza con cuidado para no aplastar, a una curiosa Alexandra. Apoyo mi cabeza en su hombro, ella me guía hasta la cama. En donde dejamos a mi hermana.
Dejo que me rodee con sus brazos.
— Sácalo pequeña — dice sobando mi espalda.
Sollozo con fuerza.
— ¿Por qué me duele tanto mama? — pregunto llorando.
— Porque avecés amar duele. Duele cuando no es correspondido o cuando te lastiman.
—Es que no es justo, ¿Por qué siempre me tocan los malos? — pregunto herida. — Los que lastiman, los que mienten… Estoy harta de esto, harta de querer.
Siento tanto dolor.
Me toma por los hombros y me acomoda. Para mirarme, sus ojos cafés me ven con amor.
— ¿Te duele? — asiento con la cabeza. — Bien, así se siente alguien que enserio amo. Alguien que dio todo y espero recibir lo mismo, pero lamentablemente no te toco. No puedes cerrarte a la idea de amar. Solo porque alguien te lastimo, existen personas buenas en este mundo.
— ¿Y que si me tocan todos iguales? ¿O peores?
— Yo pensaba lo mismos — dice mirando a mi hermana. Quien mueve sus bracitos de forma cómica. — Hasta que conocí al hombre más insoportable e idiota, que me cautivo y me dio tres hermosos hijos.
Suelto una pequeña risa al escuchar como llamo a papa.
—Eso fue suerte.
— O el destino, hija yo tenía tu edad cuando conocí a quien pensé, que fue el amor de mi vida — su mirada se torna oscura. — Pero no era un príncipe, era un monstruo. Él me lastimo de muchas formas. Pensé que mi destino era estar sola y ser la tía millonaria — ambas reímos. Ella limpia una lágrima de mi cara. — A lo que quiero llegar, es que la persona indicada. Llega cuando tiene que llegar.
— Hasta que llegue.
—Hasta que llegue, puedes seguir besando sapos.
Suelto una risa. Ella igual.
— Gracias mami.
—Sabes que estaré aquí siempre, me tienes. Soy tu mama y tú eres mi pequeña.
— Mas te vale — digo abrazándola. — Sera tierna y hermosa Alexandra. Pero la nena de la casa soy yo.
Ella aprieta mis mejillas.
—Claro que si — dice. — Ahora vamos a maquillarte. Que tienes que estar hermosa, porque mi bebe cumple diecisiete.
Brandon.
— A ver pequeña no te muevas — digo. Mientras intento ponerle su disfraz de hadita. Ponerle los zapatitos con pompones. Es mucho más difícil de lo que creí.
De pronto ella empieza a llorar con locura. Un llanto agudo y chillon.
— ¿Qué paso hija? — pregunte meciéndola. —Claro, no puedes hablar.
La mezo por la habitación. Recién acaba de comer, ya le quite los gases.
¿Qué le pasa?
Su llanto seguía siendo igual de fuerte.
—Vamos pequeña, no está la bis abuela para que me ayude — pido casi llorando. — Dile a papi ¿Qué tienes?
Y como si fuera magia o mi hija dándome una señal, empiezo a sentir un olor feo. Sigo el olor hasta su parte trasera.
— Así que te hiciste caca — digo mirándola.
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Editado: 17.09.2021