Dos: Fuego

Nunca más

La luz de la ventana hizo que se despertara. Nunca se había alegrado tanto. Su padre estaba allí. — Tres días. Desde luego es tu récord — dijo mientras le abrazaba y sonreía. Su hermana también se unió. —  Vístete y ven a comer algo — le dijo mientras salía. — No me des estos sustos nunca más, tonto — Hara abandonó su habitación antes de que Dorn pudiera decir nada. No comprendía cómo había llegado allí. Su último pensamiento fue que no lo había conseguido. Que todo terminaba ahí. La mesa estaba llena de comida. Se dio cuenta de que tenía mucha hambre. — Los salvaste. Nadie sabe lo que hiciste. Tras desmayarte, el agua fluyó por las calles como si de un caracol se tratara aunque terminó haciendo pequeños riachuelos. Mucha gente del puerto se salvó gracias a la gente que enviaste. No todos pudieron hacerlo. Un tercio de la ciudad ha quedado arrasada aunque los muros han resistido mayormente. Belfor y casi todos sus hombres se ahogaron. Las víctimas civiles se cuentan por miles. Los guardias han visto su número reducido a la mitad. Los Registradores están a salvo aquí. Insistieron en quedarse en la misma casa en la que tú estuvieras. No sabemos si el conde ha sobrevivido pero su ejército se ha reducido a poco más de un centenar. Todos están bajo arresto. Pero eso a mi me da igual. Estás aquí, eso me vale — terminó diciendo con tono quebrado. Largo rato hablaron. Dorn recibió ese día todo tipo de atenciones. Esto duró cuatro días más cuando harto de tanta gente se dijo estar bien e irse a su torre. Aún se notaba cansado pero no quería ni más visitantes agradecidos ni la atención constante de su padre y los criados. Disfrutaba jugando con su hermana como cuando eran niños pero esos ratos eran pocos. Lo primero que hizo fue visitar las zonas afectadas. Las murallas eran gruesas y fuertes y solo tenían desperfectos los parapetos y saeteras. Pero los edificios ya eran otro tema.Todos estaban destruidos o eran inseguros. En su ausencia habían retirado los muertos e intentado enterrarlos a todos para evitar enfermedades. No todos eran reconocibles y era raro no tener a alguien desaparecido. Había gente buscando entre los escombros. — Manda guardias por toda la zona y que vigilen que no haya robos y que ayuden a buscar — le dijo a un guardia sargento cercano. Tras unas horas analizando, llegó a la conclusión de que la elevación que partía la ciudad y el norte que se elevaba también había salvado a gran parte de la ciudad. La ciudad a vista de pájaro era un círculo que no se cerraba por el mar. El norte se asentaba sobre una montaña muy vieja que hacía que pareciera una colina, pero tan alta como lo que era. El este se escondía tras esta y terminaba en la gran colina donde se asentaba la Torre del Lobo. Pero la mitad del sur y todo el puerto estaban arrasados. La gente del puerto más al norte había huido bien. Los campos estaban inundados y las cosechas de lo que fue una tierra cultivable en invierno ahora era un pantano lleno de muertos de metal. Los días siguientes llevaron mucho trabajo y las tensiones internas por el la muerte de El Protector le dificultaron sus labores. La corte se había reinstaurado y su padre tenía más trabajo que nunca. Desde la creación del cargo, la función principal era la de crear el censo para las elecciones. Luego iría ganando más poder e influencia hasta ser pequeños gobernadores de las cuatro zonas de la ciudad. Saber quién vivía era una prioridad para unas elecciones que parecían inminentes.

 

Al margen de la ciudad, el resto del reino estaba sumido en una guerra civil. Nadie les auxiliaría. De hecho era al contrario. La costa desde allí hasta el sur estaba devastada. Además la guerra no era plato de buen gusto para nadie. Todos los días venía gente nueva buscando refugio. Dorn había ordenado dejarles entrar y a los que vinieran de la costa, darles asistencia. Las historias eran en su mayoría terribles. Una mujer contó que el hermano del rey muerto había esclavizado a todo un pueblo por no recibirle como él creía correcto. La esclavitud era algo hasta entonces prohibido. Otro que venía del sur contaba que su casa flotó como un barco y por eso se salvaron. Pero la mayoría contaba como pueblos y ciudades eran barridos por el agua.

 

Los días ya no eran como antes. Pasó un mes y la ciudad empezaba a recobrar su movimiento. Moses había sido elegido Protector para sorpresa de todos. Había cambiado desde aquel día y se mostraba distante con los que antes compartía el tiempo y aficiones. Ahora se parecía más a los gordos acomodados en sillas que a un hombre honesto y alegre. Mucha de la gente que antes vistiera de azul en su casa ahora lo hacían con el negro. De los cincuenta, solo quedaban quince. Pita para su sorpresa se había quedado y ahora era quien mandaba. Sis también, pero a Dorn le parecía que debía vestir una capa púrpura pues siempre estaba con él. Esto complicaba el trabajo a su padre además de tener que buscar gente nueva. Las desapariciones habían empezado de nuevo. Dorn no tenía gente suficiente para todo. Había que vigilar las zonas más afectadas y la gran cantidad de gente nueva hacía imposible investigar. Los comerciantes venían en menor medida. La reconstrucción del puerto iba por buen camino. Esto era importante pues la comida hasta pasado un tiempo iba a ser del mar pero más importante fue para lo que vino después. Dos barcos misteriosos llegaron del sur. Aunque no eran barcos de ningún astillero del sur. Dorn ya sabía de su existencia cuando unos seres altos desembarcaron. Aun así trató de mostrar sorpresa. Los barcos eran un poco más grandes que un balandro. Tenían dos mástiles, uno delante con una vela pequeña que parecía actuar como foque y otra más grande a poca distancia como vela mayor. Del primer barco salieron muchos. Estaban la mayoría enjutos y deshidratados cubiertos por sal. Dorn había ordenado no agredir a nadie. No hizo falta ninguna orden para que les ayudaran. Todos se sintieron conmovidos por su aspecto. Del segundo salieron solo 5 personas. Todas parecían fuertes y bien alimentados. Los murmullos de la gente creaban un ambiente de misterio. El último de los cinco habló. — Hola venimos oeste. Paz —. Dorn se presentó ante aquel hombre y le invitó a la torre. — Perdón por el desorden — se disculpó. El visitante empezó a ojear la sala. Empezó a decir cosas que no comprendía y fue a la estantería de los libros de cuentas. Cogió el libro de Kalz. — ¿De dónde? —  se limitó a preguntar. —  Estaba aquí antes de que yo naciera —. — Pertenece a Meguel Kalz —. Tiró el libro y agarró a Dorn por los hombros. — ¿Sigue vivo? —  su rostro era una mezcla entre temor y deseo. — Según el libro, lo más probable es que lo esté —. — Mi padre fue— dijo. — Pero decía que habías sido asesinado—. —  No pequeño. Padre volvió loco. Vio madre apupunalada. Cuenta qué pone—. Largo rato estuvo contándole la historia del libro. A veces ladeaba la cabeza y otras asentía. — Padre … Nunca morí. Terrible historia —. Era poco hablador para lo que Dorn creía era hablador. — Puedo ver letras. También hablar. Padre enseñó poco. Material para libro ser único pero no original. Barco hay libro idioma —. Discutieron sobre el alojamiento y el pago. Tenían oro y plata pero la piedra azul que ellos tanto valoraban no se la cambiaría nadie. Dorn preguntó el motivo de su llegada y si tenía relación con lo ocurrido. Su respuesta era siempre negativa a hablar de eso. Dorn quería saber más y le ofreció las habitaciones de la torre. Se alojaron los cinco. Dorn había conseguido el diccionario como agradecimiento y mucha piedra azul. También le dijo que su nombre era “Me”. Pasaban mucho tiempo juntos desde ese momento aprendiendo y Dorn a veces descuidaba sus labores. La ciudad no había recibido a los visitantes de la misma forma. Unos les querían fuera, otros matarlos. También había gente que poco a poco se relacionaba y reían. Habían pasado tres meses y medio desde el desastre. El equilibrio de poder era muy fino y la tensión entre las facciones de la corte iba en aumento. La guardia no había aumentado su número y la seguridad era poca. Muchos acusaban a Dorn de incompetente. Aun así el pueblo le consideraba un héroe, cosa que le generaba más enemigos. Me enseñó a Dorn durante un tiempo a concentrarse para dominar el fuego del mundo. — Mal. Olvida oido, pájaro no está —. Los días pasaban y las noticias decían que Jar Boreaz había tomado la delantera a Bizus Runo y su madre, la hija de Malmon. La fama de la ciudad en el exterior no era buena. Se decía que extraños seres se alojaban allí y habían hechizado al comandante y los censores. Los malos rumores al menos hacían llegar a menos refugiados cosa que la ciudad agradecía, pues no conseguía recuperarse del todo. En el sur había noticias de más avistamientos de estos seres que la gente empezaba a llamar elfos al entender belfars mal. Poco a poco fue mejorando y Me consideró contarle lo ocurrido. — Visteis luz esa noche. Fue nuestro antiguo emperador. Era tirano. Los sakendii nos rebelamos. Él usó poder con gran piedra imperial. Robarnos nuestras. Yo estaba con familia en ciudad natal. Usar para matar su ciudad. Muerte crea desequilibrio. Muerte da poder. Muerte volvió loco a padre. Gran explosión. Todo poder concentrado demasiado, o fue deseado, creó luz blanca y gran honda. Yo podía proteger mi ciudad pero no toda. Muchos murieron pero resto ir en barco —. El pájaro silbó más fuerte y se fue volando. — Lo lamento —. — Ton Arie, debió salvar gente en sur —. Muchos miles vivían allí. Montañas altas como cielo y grandes como mares —. La vuelta a casa fue dura. Dorn no sabía qué hacer o decir. — Ven aquí. Aprende —. Me movió las manos como un cuento en una flor. Esta se marchitó en un instante. — Yo tengo mayor tolerancia y no necesito casi por sangre de madre. Padre usaba demasiado para seguir ritmo. Tú ves runas de libro. Tienes alta tolerancia como padre, pero no hagas como él. Mano poco verde también. Elige correctamente —. — ¿Y qué cosas debo elegir?— Dorn no obtuvo respuesta. 



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En el texto hay: magia, epica, criaturas magicas fantasia y poderes

Editado: 21.02.2022

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