Sábado, 20 de Abril.
Sonó mi celular...
Atendí la llamada— Maqui, ya estoy por salir. Me termino de arreglar y salgo. —hablé apurada buscando mis zapatillas que estaban abajo de mi cama. Me incliné un poco más en el suelo para estirar el brazo para agarrarlas.
- Hola, ¿Mía? —una voz grave me sorprendió. Definitivamente no sonaba como mi amiga. Me arrodillé de golpe con mi calzado colgando en mi mano libre mientras que con la otra sostenía el celular. Luego me puse de pie.
- ¿Ho-hola? —tartamudeé ante la sorpresa. ¿Quién era? ¿Mi amiga había sido secuestrada y yo estaba hablando con el secuestrador?
- Mía, soy Dante. —mi mandíbula cayó al suelo. O mejor dicho... mis zapatillas cayeron al suelo. Realmente no me lo esperaba.
- ¡Waw! No pensé que tuvieras la voz tan grave. —admití sin rodeos.
- Ew, voy a buscarte en cinco minutos, en la plaza de la avenida. Vos esperame en el banco que está ahí. —ordenó ignorando por completo mi comentario. Risas y voces se escuchaban al fondo.
- Dale. —acepté y colgué perdida en mis pensamientos.
¿Dante?
¿Esto es en serio?
¿Lo voy a conocer en persona?
¡¿Hoy?!
¡Wow!
¡Ni yo me lo creo!
Me puse las zapatillas, coloqué un poco de brillo en mis labios. Guardé mi celular en el bolsillo de mi pantalón y caminé hasta la puerta principal para salir.
- Mía... ¿Vos ya te vas? —mamá preguntó casualmente caminando hacia mí. Me di vuelta para mirarla.
- Sí, me espera Maqui en la plaza. Bueno, ya me voy. Nos vemos. Te quiero. —hablé abriendo la puerta de madera.
- Bueno, cuidate. ¡Avisame cuando llegues allá! —ordenó con su tono maternal levantando la voz luego de que cerré la puerta.
- ¡Sí! ¡No te preocupes! —grité desde afuera.
Me fui caminando despacio hasta la plaza...
Me quedé sentada en una hamaca balanceándome un poco en ella. Dante todavía no llegaba. De repente, me invadió la incertidumbre.
¿Cómo es él?
¿Será lindo?
¿Será feo como dice?
¡Ni siquiera tuve la oportunidad de ver tan solo una foto suya!
Y en eso, cuando giré la cabeza hacia mi derecha...
Un chico delgado y alto, venía caminando hacia mí... sus pasos eran lentos, con una apariencia pacífica... vestía unas zapatillas negras estilo skater con toques en blanco, un jean de color negro con una cadena muy fina que colgaba del costado, una remera negra lisa y su pelo negro ondulado tapaba parcialmente su rostro haciendo notar su piel pálida. Ah, y me olvidaba de mencionar los brazaletes metálicos en sus brazos, lo hacían ver con más estilo.
Me quedé completamente anonadada.
¿Es él?
¡Obvio que es él, tonta!
¡Es el chico misterioso!
Me gritó mi consciencia. Me puse de pie y caminé hacia él.
Yo vestía unas zapatillas negras con pequeños dibujos en fucsia, un jean de color negro, una remera estilo vestido corto gris oscura y una campera de jean color azul. Mi pelo largo parcialmente ondulado pelirrojo cubría gran parte de mi espalda mientras que un mechón caía sobre mi cara ocultando uno de mis ojos miel.
Todo sucedía en cámara lenta...
Cuando quedamos frente a frente...
- Hola Mía. —me saludó con una sonrisa tímida y se acomodó el flequillo. Me di cuenta de que tenía unos profundos ojos color verde amarillento.
- Hola. —respondí con voz baja mirando al suelo.
¡Miralo, idiota! Una vez en la vida que un chico lindo te habla, ¿Vas a arruinar el momento?
Nuevamente mi voz interna reclamó.
Nos saludamos con un beso en la mejilla.
- ¿Cómo estás? —preguntó expectante.
- ¿Yo? Bien... um... —hice una pausa para acomodar mis pensamientos— ¡Por fin el chico misterioso tiene cara en mi mente! —comenté soltando una risita.
- Ah, ¡Mierda! Debí ponerme algún sombrero para conservar el misterio. —soltó fingiendo estar ofendido y me reí. Él trató de mantener la expresión seria, pero luego se rió también.
- O tal vez una caja con dos agujeritos para ver. —le aconsejé bromeando.
- Eso no se me ocurrió... veo que sos muy ingeniosa —admitió pensativo— Mmm... bueno, ¿Nos vamos? Queda por allá la casa de Maqui —explicó señalando hacia el otro lado de la avenida— Y me dijo "andá a buscar a Mía, pero vengan enseguida" —trató de imitar la voz de ella. Hice una mueca conteniendo la risa y de nuevo miré al suelo.
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Editado: 27.02.2019