El camión va dando tumbos por la calle, cayendo en cada bache que se encuentra en su camino, es blanco con la imagen de un cerdo aparentemente feliz por estar a punto de ser destazado, el nombre de la carnicería se encuentra pintado debajo de la imagen caricaturesca y aunque el camión es blanco tiene manchas de barro, se ha mantenido bajo la lluvia más de una ocasión; dentro de este vamos seis personas en silencio, cinco hombres y yo, ninguno hace contacto visual, simplemente nos mantenemos en silencio, sabiendo lo que tenemos que hacer. Cuando el calor empieza a volverse insoportable uno de ellos arroja un poco de agua en un bloque de hielo seco haciendo que nos refresquemos, pero no es lo suficiente.
Llegamos a la zona indicada, pasamos por calles estrechas, entre rastros y obradores, el olor es desagradable, huele a excremento de animal, sangre y se llegan a escuchar chillidos a lo lejos; los trabajadores arrastran canales de animales o cajas con vísceras por el suelo para subirlos a los diferentes camiones que esperan para llevar a las carnicerías o tiendas para su venta; el manejo insalubre que tienen con los derivador cárnicos es asqueroso, digno de vergüenza, pero no es por eso que estamos aquí.
La única persona que conozco bien es quien conduce el camión, se trata de Emerich Ullman, Capitán y director de la academia de policías situada en el distrito 13 de Hungría. Después todo lo sucedido en la academia, después de enfrentarme a quien había matado a tanta gente y no solo eso, después de todo lo ocurrido con el doctor Aiden Meyer las cosas se volvieron diferentes, por no decir “difíciles”. Busqué asilo en la milicia, trabajé para el Coronel Kaspar, pero parecía que lo sobrenatural me seguía persiguiendo, no pude durar mucho tiempo a su servicio, así que busqué un lugar donde pudiera seguir persiguiendo humanos y no monstruos y aquí estoy, trabajando para Emerich, pero no en la academia; formó un grupo elite para capturar a la escoria de la escoria, en su lista de presas se encontraba el afamado capo Burak que fue uno de los que arruinó de cierta forma mi vida y por supuesto el prófugo doctor Aiden Meyer, así que la oferta fue tentadora y en cuanto me llamó me volví parte de su grupo.
La camioneta entró a una de las bodegas, el pitido del camión entrando en reversa me hizo levantar la mirada y ver los rostros de los hombres que están a mi alrededor, aunque hemos trabajado bastantes veces juntos, el estrés de la misión nos impide poner una cara más agradable, estamos concentrados y pensando en lo que sucederá. Cuando las puertas de la bodega se cierran las del camión se abren; veo a Emerich pasando la mirada en cada uno de nosotros con interés, está tan estresado como nosotros.
Vestidos de civiles bajamos uno por uno y caminamos por el amplio espacio, no hay mucha luz, pero podemos ver cada detalle del lugar, la luz del día aun entra por las ventanas llenas de polvo y cebo. La bodega está prácticamente vacía, al contrario de las demás, esta no cuenta con refrigeradores ni mesas amplias donde colocar la carne, tampoco hay contenedores de acero, lo que si hay son cadenas pesadas, con ganchos para colgar las canales, vestigios de lo que alguna vez fue, de para que sirvió antes.
—¿Cuánto tiempo llevamos haciendo esto?— Me pregunta el capitán acercándose a mi lado mientras esperamos a la policía local, las unidades especiales de esta región, claramente los altos mandos deseaban que su gente participara, que no fuéramos solos, pero yo lo veo como una forma de entorpecernos.
—Demasiado, no lo suficiente— me cruzo de brazos y siento el peso de mi arma sobre la cadera.
—Ha pasado casi 1 año desde que todo acabó— dice Emerich creyendo que así fue.
—Un año y apenas pudimos dar con “Tin-Tin”— volteo hacia él, me siento frustrada pues no puedo comprender como hemos tomado tanto tiempo para encontrar a ese truhan, uno de los lacayos de Burak.
—No estamos contra un amateur, Cárter… sabes perfectamente bien que Burak no es ningún primerizo y mucho menos sus hombres más cercanos…
—¿De eso querías hablar mientras llegan los “refuerzos”? ¿En serio? No es alentador— lo volteo a ver con media sonrisa y entonces noto ese rostro serio.
—De hecho no— voltea totalmente hacia mí —a decir verdad quería hablar contigo algo más personal— de pronto me siento incómoda, doy un paso hacia atrás.
De un tiempo a la fecha he notado ciertas diferencias en Emerich, su forma de tratarme no es la misma que cuando recién nos conocimos, me procura de forma especial y no solo eso, busca aconsejarme desinteresadamente y tener momentos a solas conmigo para platicar de cosas más personales y aunque no es un hombre que me lleve muchos años, yo no solo lo veo como una figura de autoridad o como mi superior, es como si fuera un padre en esta familia que se llama “policía”.
—La vida es muy corta Cárter y no siempre la valoramos, no siempre hacemos las cosas por temores injustificados, el miedo a salir de nuestra zona de confort, el miedo de dar un paso más allá de lo que conocemos que funciona, ese temor se aferra a tu corazón y te incapacita, no te permite poder salir y experimentar cosas nuevas, arriesgarte a vivir situaciones que incluso podrían mejorar tu vida.
—¿Cuál es el punto, capitán?— En verdad siento la necesidad de que lleguen los refuerzos para empezar con la misión, anhelo que interrumpan toda su palabrería.
—El punto es que llevamos mucho tiempo conociéndonos Cárter y todo lo que he visto en ti es la responsabilidad hacia tu trabajo, no tienes pareja, no tienes familia y me entristece pensar que yo sea tu único amigo— sus palabras salen al principio tímidas, pero con forme las dice va sacando valor para continuar mientras yo me quedo sorprendida.
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Editado: 19.05.2021