De nuevo estoy aquí, a lado del camino hacia ninguna parte, entre la carretera y el bosque, el frío es cada vez más fuerte, eriza la piel de mis piernas y aun así sigo caminando hacia la gasolinera que está a unos metros, todo se repite, todo está en su lugar, veo ambos carros, el challenger y el cobra estacionados y busco a mi alrededor, intento encontrarlo, giro una y otra vez hasta que de pronto aparece frente a mí.
—Cárter… es bueno verte de nuevo— su sonrisa arrogante me eriza la piel y al recordar que es un sueño no puedo evitar arrojarme a sus brazos.
—Dime que no eres tú, dime que no eres el que está matando a esas mujeres inocentes— le pregunto mientras tomo su rostro entre mis manos y lo obligo a verme directo a los ojos.
—Creo que la verdadera pregunta que quieres formular es otra— sonríe de lado, me toma por la cintura y me aleja de él.
—Dime que no fuiste tú quien mató a Lexy— cuando le pregunto la voz se me quiebra y siento que me doblo de dolor.
—¿Crees que fui yo? No… en el fondo piensas que no y tienes miles de motivos para no adjudicarme esos asesinatos, menos el de Lexy… entonces ¿Por qué sufres?— Vuelve a acercarme a su cuerpo y me envuelve en sus brazos con cariño, acaricia mi cabello y recargo mi rostro en su pecho. —Solo tú puedes resolverlo… confío en que encontrarás al culpable.
De pronto abro mis ojos y veo directamente el techo de mi habitación, estos sueños donde estoy con Aiden en ese paraje perdido entre el bosque y la bruma se vuelven cada vez más constantes, es como si los fragmentos que quedaron de él en mí se proyectaran en mi mente, una forma de no soltarlo del todo, ¿será que el escuchar su voz en el panteón o ese beso en el callejón fue producto de lo mismo? ¿Todo es una ilusión en mi cerebro solo porque quiero de alguna manera sentirme cerca de él? Me estoy volviendo loca.
Salgo de mi casa bien abrigada, el viento es fuerte y frío, los árboles tiran sus hojas al suelo y varios vecinos ya han salido a rastrillarlas con cuidado antes de que se pudran. Entro a mi auto y me dirijo hacia la estación.
*****
Me dirijo directamente hacia la morgue dispuesta a ver de nuevo los cadáveres, toco un par de veces para no llevarme la sorpresa de ayer y una voz diferente a la de Karime me pide que entre. Al abrir la puerta me doy cuenta de que la Dra. Opal está revisando con minuciosidad el cuerpo de Lexy, toma algunas fotos, revisa las uñas y pasa una pequeña punta intentando obtener alguna muestra.
—Las uñas están limpias, es claro por las marcas que hubo pelea, forcejeo, pero el asesino se esmeró en no dejar ni una sola pista— dice sin voltear a verme.
—Un asesino minucioso.
—Un asesino incomprensible… es lo suficientemente torpe para pelear con sus víctimas, pero lo suficientemente detallista para no dejar huellas… ¿Qué clase de psicópata hace eso?
—Es por eso que no creo que se trate del Dr. Aiden… él no haría eso.
—¿No? ¿Él que haría?— Pregunta prestándome toda la atención del mundo mientras yo camino por el lugar, paso mi mano por el borde de la tarja y sigo mi camino.
—Escogería personas groseras, egoístas, que hayan generado dolor a los demás y entonces los secuestraria, les extraería un órgano y se los haría comer para después asesinarlos, en ningún momento forcejearía, en ningún momento pelearía, aunque tiene la fuerza para hacerlo no lo haría— suspiro y volteo hacia Opal, me temo que me juzgue, pero por el contrario me ve con tranquilidad, como si pudiera comprenderme.
—Hablas… de cierta forma, siento que… consideras que lo que hacía Aiden no era del todo malo o ¿me equivoco?
—Era malo, claro que era malo, no puedes cobrar la justicia por tu propia mano… por eso existimos nosotros, para hacerla valer… no lo apruebo… pero a diferencia de muchos asesinos y psicópatas… creo que… castigaba a la gente correcta— volteo hacia las planchas y veo los cuerpos de ambas víctimas —no a niñas de casa, amadas por sus padres y amigos que solo tuvo el infortunio de enamorarse de alguien que no o mujeres trabajadoras que solo querían hacerse de un lugar en este mundo, hacer un espacio donde pudieran ser aceptadas con sus diferencias… este asesino hace todo lo contrario— aprieto la mandíbula molesta.
—Entonces ¿este asesino no es tan bueno como el Dr. Aiden?— Novak nos interrumpe, no sé cuánto tiempo lleva escuchándonos, pero no es que lo que decía fuera secreto.
—No… no es tan bueno, por eso confío en que lo encontraremos rápido— le contesto con toda seguridad y parece orgulloso de mis palabras, sus ojos brillan y asiente con la cabeza.
—Esa es la actitud, agente Cárter— de pronto saca su celular y hace una llamada, tiene en su otra mano el post con los datos de la amiga de la víctima. Pone el altavoz y deja el celular cerca de la tarja.
—¿Sí? ¿Quién habla?— Se escucha la voz tímida de una mujer.
—Hola, buen día… ¿señorita Celia?— Responde Novak.
—Si… ella habla… ¿Quién es?— De nuevo el nerviosismo y la timidez.
—Habla el detective Novak… llevo el caso de la señorita Nadia Lindeman y me gustaría poder hablar con usted en persona— el silencio se hace largo, pero su respiración continua.
—Habla el padre de Celia… ¿Qué necesita?— Claramente no iba a ser tan fácil.
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Editado: 19.05.2021