La mente en la búsqueda de los amaneceres que alucinan nuevas identidades.
Está buscando un camino para encontrarla y descubrirse en sus ojos color terracota, en su voz clara, y en su alma diamantina.
Es que sucede que existe ese aire que hace escaparla y que se vuelve una fragancia espiritual.
Oculta sus secretos tras esa brisa que la envuelve, y su melodía frágil entusiasma grises mentes.
Es ese calor que no canta lo que va, y buscando cada amapola me persigue sin ilusión profunda de lo que tanto lleno.
Duele la espera, pero se alivia y diluye al recordar el sol brillante que emana un camino de esperanza en el porvenir. Vivir para siempre en los mares y las montañas, la brisa y las piedras, y sentir la libertad de amar y respirar sin restricciones ni espera.
Los opacos están volviendo para seguir sintiendo porque la voz nunca duerme en mi vieja alma. Entre el duelo de verdades y mentiras, yo me quiero escapar sin luz en los brazos.