" No hay en la tierra criaturas divinas, pero hay algo divino en las criaturas: el afecto".
«Emma Boghen»
Lleva media hora sentada en el retrete intentando asimilar lo que acaba de escuchar, pero es inútil. Sus manos tiemblan y su estómago se revuelve con violencia.
En un segundo, la han estrellado de bruces contra la realidad.
Con paso torpe y apresurado se dirige a su consultorio. El pánico aumenta con cada «Felicitaciones, doctora Cárter» que le dan y esas miradas recelosas mal disimuladas dirigidas por parte de sus colegas, en su mayoría mujeres.
Entra a su consultorio y respira con dificultad. Tiene que aclarar su mente y…
Suelta un jadeo al ver a Isaac sentado en su escritorio, indiferente y sin demostrar ánimo alguno.
Sin embargo, Andrómeda lo conoce lo suficiente como para saber que cuando se truena los dedos de forma inconsciente—justo como lo hace ahora—significa que está enojado.
—¿Esto es cierto, Andrómeda?— se levanta y le tiende el períodico, inmutable. Sonríe con amargura ante su silencio y mirada gacha—. Esto es increíble…
Con la mirada empañada y logrando en vano calmarse, toma el periódico tratando de saber con certeza, hasta dónde llegaban las verdades.
Una foto encabeza la página; ella y Elliot muy cerca uno del otro. Nota que la foto fue tomada el día de la cena, justo en el momento en el que Elliot la había sujetado de la cintura. El hecho sólo le hace pensar que es él quién ha dicho todo y la rabia la invade, sobre todo al leer el artículo.
"EL MAGNATE ELLIOT CÁRTER SE LANZA AL AGUA".
Elliot Cárter, uno de los empresarios más codiciados y adinerados del continente, fue visto y fotografiado con una mujer, hecho que no nos sorprendió, pues es de dominio público las diferentes relaciones que ha tenido con modelos y actrices rubias y esbeltas. Lo que hizo que más de uno se cayera de la silla, fue descubrir que la susodicha ¡Es su esposa!.
El magnate ha contraído nupcias con la mujer que ahora sabemos es Andrómeda Allister, una morena y neuróloga despampanante muy famosa en los círculos médicos de Boston que participa en diversas causas benéficas. Tanto la ceremonia como la luna de miel fueron llevados a cabo en Gambia, donde la enamorada pareja disfrutó de su lecho de amor en uno de los mejores hoteles de la capital del país, Banjul. Esperamos que la pareja recién casada tengan un largo y feliz matrimonio donde no interfieran las claras diferencias sociales.
—¿Y bien?— vuelve a preguntar Isaac, con la esperanza de que sea una farsa.
—Todo es verdad — musita.
Isaac cierra los ojos con fuerza, decepcionado y molesto.
—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Ya no somos amigos?
—¡No es eso!
—¿Qué es entonces? ¿No confías en mí?
—No se trata de eso, Isaac—suspira—. Es complicado...
—Ni siquiera me invitaste a la boda ¡Ni siquiera fui tu padrino de bodas!— exclama, en un tono dramático.El gesto de Andrómeda se suaviza al escucharlo. Sonríe, divertida—¡¿De que te ríes?!
—Estas enojado sólo porque no fuiste el padrino ni te invité.
—¡Por supuesto que no solo por eso! ¡Bueno sí!— espeta, luciendo más molesto por la sonrisa de Andrómeda. La mira mortificado—.No es solo eso, chocolatico. Conozco muy bien al presidente Cárter y sus...Gustos. De hecho todo el mundo lo sabe— la sonrisa de Andrómeda trastabilla al escucharlo—. Estoy muy preocupado por ti. Últimamente no me cuentas nada y ahora sale esto, ¿No eramos hermanos de dedo meñique?¿Ya no me contarás nada?— hace un puchero.
La sonrisa de ella se ensancha al ver su mueca, pero no tarda demasiado en desmoronarse en llanto sobre su pecho, diciéndole con lágrimas lo que no puede con palabras.
Cuántas veces ha querido confesarle todo, cuántas veces estuvo a punto de explotar frente a él y pedirle ayuda. Pero no quería perderlo, mucho menos quería que la viera como veía a todos sus pacientes y que ese cariño y esa amistad que tenían, se esfumase. Además Isaac jamás la perdonaría a ella y a su padre por haberle ocultado algo tan importante. Cuando lo conoció en la universidad ya era becada y patrocinada por Richard Lincoln y su empresa ya había sido fundada, no supo la relación que ambos tenían hasta que él lo invitó a su casa y se enteró que eran padre e hijo.
Isaac limpia sus lágrimas, preocupado.
—¿ Qué te está afectando, Andrómeda? — le pregunta con suavidad mientras ella no deja de llorar en silencio.
—Prometo que te lo contaré. Sólo dame un poco de tiempo y confía en mí — lo mira suplicante.
Aunque en su semblante se cierne la duda, Isaac asiente.
—En cuanto a Elliot Cárter...
—No es un mal hombre, sólo necesita ayuda.
—Eso dejanoslo a mí y a Serena que somos especialistas, tú no puedes ayudar a nadie como él.
—Isaac…
—Andromeda...—repite en el mismo tono de reproche que ella. Ambos sonríen—. De acuerdo.Creeré en ti. Siempre lo he hecho. Si dices que puedes ayudarlo, estoy seguro de que es así, pero si llega a hacerte o decirte algo, sólo debes decirme y me encargaré de darle una terapia de shock— Andrómeda asiente, sonriente. Isaac pellizca su mejilla—. Ahora vámonos, tu familia debe estar rodando en el piso y botando espuma por la boca — la sonrisa de Andrómeda se desvanece. Frena de golpe.
—No había pensado en ellos — comenta preocupada.
—Pues empieza a hacerte la idea y reza por tu esposo si no quieres ser viuda tan pronto— bromea, pero Andrómeda no sonríe.
—Tú lo diras en broma, pero es muy cercana a la realidad— se lamenta.
Aunque, si sus sospechas son ciertas y él fue el causante de todo esto, ella misma lo crucificaría.
Isaac fue directo al estacionamiento subterráneo mientras Andrómeda lo esperaba en la entrada principal del hospital. Su vista se cegó al ser resplandecida por una fuente de luz intensa, o más bien, varias fuentes de luces.
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Editado: 26.03.2022