Dulce Tormento

Presiones

Reino Wesley
(Actualidad)
 


Hank seguía contando las experiencias que tenía con la Capitana, desde el día en que se formó parte de su familia, aquellos recuerdos felices que le hicieron borrar todo lo sucedido en el Reino Persio. Las historias de Hank no fueron suficientes como para cambiar la perspectiva de Ted, seguía aferrado a sus convicciones.

— Comprendo que ella sea una persona buena a tu imagen, pero como te lo he estado repitiendo, tengo mis motivos para no creerte a ti y a ninguno de los Tenientes que venga a hablarme.

— Lo se, no podré cambiar tu perspectiva de un día a otro, pero por lo menos dale una oportunidad a Lee y conoce sus intensiones. Debido al tiempo dudo que pase, pero con observarla en su trabajo es suficiente para darte cuenta.

El Teniente Hank tenía razón en eso, pues Lee siempre causaba que sus estudiantes dieran lo mejor y no se rindieran. En una ocasión una de sus compañeras no controlaba las alas de su don, pero con amabilidad le dio la seguridad de poder volar a los cielos. Era cierto que le sorprendió el como reaccionará ante su error, pero no parecía una mala persona.

El día uno terminó y Cameron lo esperaba cerca de los dormitorios, pues había observado a Ted conversando con el Teniente Hank, con temor de haberle acusado sacó las garras para defenderse.

— Escuchame bien maldito, tu no perteneces aquí, eres de las personas más débiles que conozco. Así que te advierto, si alguno de los Tenientes me castiga, tu muerte estará asegurada.

Las ideas se habían esfumado, terminaría muerto encerrado en la cárcel o bajo los zapatos de Cameron, ambas muertes serían dolorosas. El curso de su vida estaba siendo tomada por un hilo que al mismo tiempo jalaba por dos opciones, solo era cuestión de tiempo que una de ellas ganara. Pero no podía rendirse había un motivo por el cual luchar.

Al día siguiente siguió los entrenamientos que le asignaron, su actitud era más calmada, se dejaba llevar por el movimiento del viento, una noche larga. Este día la Capitana Lee no estaba disponible, debido a su ausencia el Teniente Colly estaba a cargo. Colly era el mejor en uno de los mejores en armamento aéreo, muy alto, cabello rubio hasta los hombros que era sostenido por una pequeña coleta. Sus ojos color avellana y su cuerpo tonificado eran la razón porque la que era cotizado entre las mujeres. El perfecto Playboy para una novela, por suerte no era esa clase de hombre, estaba tan desempeñado a su trabajo que el estar con una mujer era lo último que pasaba por su cabeza. Con excepción de una.

Los jóvenes reclutas les sorprendía su fuerza y admiración por ser un imán a las mujeres. En los horarios de alimento, siempre lo invitaban a sus mesas para conseguir mujeres, pero este siempre los rechazaba. Detrás de ese gran cuerpo de hierro había una historia que los jefes sabían y conforme los años se había olvidado. A excepción de los ex compañeros que permanecían en otras instalaciones.

Todos estaban con sus entrenamientos que Colly no pudo evitar acercarse a Ted, con una mirada molesta analizó aquello que tanto traía problemas a la Capitana. Ted pudo notar su presencia que decidió hablarle.

— ¿Hay algo qué le moleste de mí Teniente?

— Y usted dígame, ¿tiene razones por las cuáles me moleste?

A diferencia de Hank, Colly era difícil de tratar, debido a sus experiencias lo habían transformado en un hombre serio y recto. Sus actitudes chocaban bastante. El entrenamiento que se le había asignado a Ted esa tarde era el tiro con armas. Consistía en ocupar un material que le daba forma de arma con la capacidad de extraer el poder de su portador, las balas eran potentes debido al conjuro que le asignaran.

Colly usó una de sus armas y disparó a uno de los maniquís que estaban enfrente, por un momento solo se escuchaban el sonido de las balas impactadas al maniquí. Cuando se terminó el cartucho Ted decidió hablar.

— Ahora usted será quien me sermone con sus historias.

— Vaya parece que Hank hizo su primer movimiento. Por desgracia yo no soy de esas personas que esperan cambiarlas o recibir algo a cambio. Te hablaré con franqueza y sin historias.

— Agradezco su sinceridad Teniente, pero no tengo tiempo que dedicarle, mi agenda está saturada debido a la Capitana.—Ted dejó el arma en uno de los depósitos y antes de marcharse el Teniente lo detuvo.

— ¿Crees qué esto es un juego? Aquello que comenzó como un descuido para ti será tu condena, la Capitana está tan obsesionada por no dejarte pudrir en la cárcel.

— No me interesan sus movimientos, se como arreglar todo esto y si mi deber es morir encarcelado eso será.

— ¡Cállate! La Capitana jamás dejaría que te encerraran por una injusticia, ella no es como los demás jefes, es correcta y justa con todos. No entiendo como un idiota como tú está por la cabeza de Lee. A veces no entiendo las decisiones que toma, pero no hagas que ella se arrepienta y termine afectada por tus errores.—Colly estaba tan molesto que empujó a Ted sin importarle el daño, admiraba tanto a la Capitana que no permitiría que por un soldado perdiera todo.

Uno de los golpes que tenía en su costado comenzó a dolerle mucho, así que decidió acudir a la enfermería para tomar calmantes. Para su sorpresa uno de los integrantes del pelotón de la Capitana estaba ahí, Teniente Mila Hudson. Ted pensó que la suerte no estaba de su lado, intento marcharse pero la Teniente logró verlo e intentó detenerlo.




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